Sus ojos recorrían la habitación nerviosos, de un lado a otro con la intención de encontrarse con los míos que solo están puestos en ellas. Me fijo en cada uno de sus bonitos lunares, esas lindas pequitas en la cara que siguen haciendo aniñada. Ella no era la misma que conocí, tiene el pelo dorado y más largo que antes. Su vestimenta era mucho más elegante y cara, es palpable que ahora se preocupa por su estilo. Parece mucho mayor de la edad que tiene.
-Estás muy distinta- comienzo una conversación.
-Eso me han dicho- sigue mirando a cualquier parte menos a mí.
Si anteriormente podía descifrar cada pensamiento de Samanta ya no puedo hacerlo, no consigo entrar en su cabeza. Se ha vuelto una persona bastante fría o tal vez soy yo que he perdido los dotes para descifrarla.
-Me han dicho que vas a casarte...
No tengo ninguna contestación ¿Por qué le cuesta tanto decir cualquier cosa? ¿Por qué no quiere mirarme? Preguntas y más preguntas que no tienen respuesta.
-¡Samanta háblame joder! Te presentas aquí como si nada y ni siquiera me miras.
-Solo quería saber que estabas bien- por fin nuestras miradas se encontraron.
-Pues sí, estoy del carajo.
Ella se queda inmóvil frente a la cama mientras yo estoy sentando esperando que me diga qué coño quiere y por qué está aquí cuando debería estar cuidando a su marido y disfrutando de su compromiso.
-Me alegro...- no lo parece.
-Ahora dime la verdad ¿Qué haces aquí?
Suspira, aparta la mirada, coge fuerzas y vuelve a mirarme.
-Te vi en el Toxic.
-Y...- quiero que siga.
-Edén, no sé, te vi y no tengo ni idea por qué estoy aquí.
La esperanza de que todavía pueda existir algo entre nosotros me come la mente. No estoy seguro en saber que ella puede seguir acordándose de mí. Estaba aquí, sí, por el simple hecho de que le creo esa necesidad de volver a verme. Sé que es eso. Yo tenía esas ganas durante todo el día pero prometí no volver con Samanta y tampoco interesarme por ella. Es lo mejor para los dos. A ella se le complicaría la vida conmigo y a mí con ella.
-Deberías estar con tu prometido y no aquí conmigo.
-Sí, es verdad. Pero tenía que saber algo.
-¿Qué?- soy tajante.
-Saber si estabas bien, solo eso- miente.
-Pues lo estoy, ya puedes irte- la echo de malas maneras.
Su cara se torna a una más enfadada y descolocada. Ahora mismo está con más dudas de las que tengo yo, lo sé, pero esto se está poniendo feo. Ella va a casarse y yo no puedo hacer nada para que eso no suceda. Eligió abandonarme y hacerse una nueva vida con otro tío, supuestamente, mejor que yo.
-Eres un estúpido.
Al escuchar aquello, me quede quieto, mi cuerpo no puede moverse. Me entra ganas de decirle que yo también la quiero aunque sé que ella no lo ha dicho con ese propósito, quiero quitarle la ropa y hacerle el amor durante horas pero decido pensar por una vez en mi vida. Me acerco a ella, que también se ha quedado sorprendida por lo que dijo, la cojo por el brazo y la llevo hasta la puerta.
-Vete.
-Pero...
-¡Vete joder!- le grito. Estoy perdiendo los papeles y no sé cómo hacer para controlarme.