- No sé cómo voy a decirle esto a Mirella...-declara Samanta con la uña de su dedo pulgar rozando su labio inferior.
Después de seis horas en la maldita sala de espera, los nervios pueden conmigo, incluso Samanta se percibe alterada.
- Voy a pregunta a alguno de estos capullos donde se encuentra la niña-digo al mismo tiempo que me acerco a la casetilla de información.
Samanta sigue mis pasos, detrás de mí escucho sus zapatos chocar en el suelo.
- Perdone-llamo a uno de los secretarios, quien está tecleando algo en el ordenador. -¡Perdone!-alzo la voz, lo que hace llevar todas las miradas a mi persona.
Giro la cabeza para observar a la chica de los ojos verdes, quien se encuentra escondiéndose de las miradas.
- Le he oído-dice con desagrado aquel tipo.
Con mi ceja enarcada, enfadado por el tonito con el que me habla aquel gilipollas, le pregunto:
- ¿Sabe dónde se encuentra Mirella...?-me quedo callado al no saber los apellidos. Busco la mirada de Samanta para que me ayude.
- Mirella Torres Carmona.
Aquel flacucho con pinta de ser un "panoli" de primera se aleja e investiga en la computadora.
- ¿Estará bien?-pregunta con la mirada perdida.
- Mejor que Zac seguro-contesto y me arrepiento cuando pienso la idiotez que acabo de soltar.
Soy un metepatas, al menos cuando la tengo cerca. Me pone tan nervioso que no pienso lo que digo.
Su boca sigue cerrada pero sus ojos quieren asesinarme tras mi comentario.
- ¡Joder, estoy tan agobiado que no sé ni lo que digo!
A pesar de mis desafortunados comentarios, Samanta llega a comprenderme, no me cuestiona, al menos no la oigo reprocharme nada.
- Se encuentra bien, le han puesto un calmante-informa Rodrigo, el secretario. –Saldrá en unos minutos.
- Muchas gracias y siento como le ha hablado mi compañero-se escusa y lamenta mi malas contestaciones.
No niego que me ha resultado gracioso como ha pronunciado la palabra compañera, incluso a tenido que pensar qué puta palabra emplear para referirse a mi persona.
- ¿Compañero?-le pregunto con una sonrisa despiadada.
Una vez más la chica de los ojos verdes los pone en blanco, ¡qué raro!
- ¿Prefieres que diga: "perdone a este estúpido, nunca ha tenido modales"?
Samanta ya no se daba cuenta de lo que significaba esa palabra para nosotros, o tal vez sí, pero está claro que le sale natural cuando es conmigo y eso me gusta. No puedo ignorar mis ganas de responderle con un "yo también te quiero" cuando escucho la maldita palabra, pero si yo dijera eso me arriesgaría a joder mis avances.
- Podrías decir mejor: "perdone a este chico por ser tan sexy"-río por la tontería que acabo de soltar.
Me gustar observar que ella sigue riéndose con mis chistes, es una bonita señal de que, aunque nos interpongamos, siempre tendremos esa conexión.
- Sigues siendo un chulo-responde junto con una bonita sonrisa.
Zac estaba en malas condiciones pero Samanta me hace no pensar en eso, me alegra en las peores situaciones y, ¡Joder!, que maravilloso es eso.