Después de pasar toda la mañana y parte de la tarde cambiando pañales, calentando biberones e intentando que el pequeño Ares dejara de llorar por el cansancio, consigo dormirlo y posarlo en su cuna bien acurrucado. Es el único momento que tengo para poder descansar y relajarme en el sofá hasta la llegada de mi hermana. Para hacer tiempo enciendo el plasma y pongo cualquier canal, al que no echo ni puto caso ya que solo pienso en lo difícil que sería tener un hijo. Aunque ahora sé lo complicado que es, sin ninguna duda hubiese tenido uno con Samanta, eso sin pensarlo ¡Qué idiota! Realmente pensaba que sería la mujer de mi vida, nos casaríamos, tendríamos hijos y seriamos felices para siempre...Desgraciadamente la vida es mucho más hija de puta y cabrona como para hacerme mis sueños realidad.
<<Sigo pensando en ella, ¿por qué? Edén, ¿por qué eres tan gilipollas? Has tenido un encuentro con una chica preciosa, te gusta y... ¡Eres tan imbécil que sigues pensando en esa chica que ha contraído matrimonio con otro tío!>>, me riño mentalmente.
El sonido de la cerradura de la puerta principal se apodera de mi atención, dejando que mis pensamientos desaparezcan. Al abrirse veo a Clara entrar con muchas bolsas entre las manos, casi no puede con ellas.
-Espera, te ayudo-digo cuando me encamino hacia ella. -¿Por qué no me has llamado? No tenías que subir tú sola con todas estas bolsas.
Deja las compras en el suelo y se mira las manos señaladas y rojas por el peso sostenido.
-Soy muy cabezona, puedo con todo-sonríe.
Algo es cierto, en mi familia todos somos tan cabezones como queremos, somos de esas personas que no quieren ayudan, consiguen las cosas por ellos mismos.
-Oye, he dejado a Ares dormido en su habitación, debo irme, tengo cosas que hacer-me escabullo para no pasar mucho tiempo más con ella. La había perdonado, eso está claro, pero necesito ir paso por paso, aún siento incomodidad al estar cerca de ella.
Su mirada se clava en mí, pidiendo una explicación a mi huida repentina.
-Pensaba que te tomarías una copa conmigo, he comprado un buen vino-contesta, sacando el Rioja de una de las bolsas.
La idea no es del todo mala, pero no puedo beber mucho con la medicación y tampoco es mi mejor plan quedarme en casa de mi hermana para emborracharme con ella.
-No sé, no debo beber-trato de zafarme de su petición, disimuladamente.
-¡Vamos, es solo un día! No seas aburrido.
El interés y las ganas de Clara son una forma bonita de saber que quiere reconstruir nuestra relación, eso me hace sentirme agradecido con ella. Creo que por una vez en mi vida le importo a alguien, no me siento solo como antes.
-Venga, abre ese vino-sentencio.
Al abrir la botella, me puedo percatar del rico olor saliente del líquido. Si huele así de bien, no puedo imaginar cómo sabrá. Clara coge un par de copas y derrama la colorada bebida en ellas, después me pasa una y ella pega un sorbo a la suya.
-Está riquísimo-manifiesta mientras se lame los labios.
Doy un sorbo y degusto lo suave que se siente el vino en mi boca.
-¡Joder! Este es el mejor que he probado, te lo prometo.
-¿Ahora no te arrepientes de quedarte, verdad?-pregunta en una forma irónica.
Cada día, cada momento y cada segundo me doy cuenta como he ido perdiendo momentos agradables por todos los miedos, por todas las mierdas que tenía en mi puta cabeza. Me estoy conociendo un poco más, y cierto es que he sido un capullo durante un largo tiempo por todo el rencor acumulado, las malas vibraciones apoderadas en mi interior.