Capitulo 13

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-Podéis iros, estoy bien-dice la chica a sus padres un poco agitada.

Contemplo su forma de expresar sus emociones, sin filtro ninguno, mostrando cada pensamiento fugaz que pasa por su cabeza.

-¡No tienes coche!-exclama su madre, desesperada.

Ella, con su increíble desparpajo, me mira y sonríe de forma maliciosa.

-No tengo coche pero ese chico de ahí me llevará a tomar un buen desayuno-informa alzando las voz mientras posa su mirada en mí.

Le hago un gesto de aprobación a sus padres pero cuando estos apartan la vista para volverla a su hija le manifiesto mi incredulidad con un toque pícaro.

-Déjala, es mayorcita para hacer lo que crea-dice Gustavo llevándose a su mujer a tirones.- Cuídala o la siguiente vez no seré tan amable- asiento con una sonrisa en los labios.

Nada más oigo la puerta cerrarse me paseo por la habitación sin quitarle los ojos de encima a esa desesperante pero irresistible chica. Alejado, doy una vuelta a su alrededor en un intento de intimidarla y parecer llevar el control de toda la situación.

-Momentos antes te negabas a cualquier posibilidad de tener una cita conmigo y ahora... ¡Mírala! Quiere un buen desayuno en mi compañía.

Coge su pequeña mochila y la pone a su espalda sin decir ni mostrar ningún tipo de gesto a mi comentario.

-¿Quién ha dicho que vas a estar acompañándome en el desayuno?-rechista ella.

Es ágil mentalmente, tanto como yo, o incluso más. Sus contestaciones son eficaces y te dejan sin nada que responder a tal corte.

-Me llamo Edén-digo antes de que suelte cualquier otra cosa por la boca.

Pasa por mi lado sin hacer caso a mi pronunciamiento.

-No me importa tu nombre sino tu coche-espeta al salir de la habitación.

La sigo hasta los ascensores.

-Niña, es de mala educación no presentarse-bromeo.-Con lo unido que estamos después del suceso tan trágico sufrido-me llevo la mano al corazón haciendo una mueca de dolor.

Veo como ahoga una sonrisa, lo que me hace saber que le parezco gracioso.

-Eres imbécil.

-Sí, ya he escuchado eso en otras bocas-afirmo sin cortarme un pelo.

Un silencio se hace al entrar en el ascensor. En ese justo instante vuelvo a darme el gusto de mirarla exhaustivamente. Su pelo castaño con ondas a cada lado de su cara, rozando sus mejillas enrojecidas; Su fina y pequeña nariz con alguna peca pintada; sus labios bien perfilados y con bastante pigmentación en ellos, pareciera que los tiene pintados con algún tipo de carmín; y sus ojos, tan idénticos a los de Samanta, verdes pardos, tan felinos e intensos.

-Deja de mirarme así, veo como tu pene se hincha por cada pensamiento sucio que tienes al mirarme.

Se crea en mi rostro una risa, apareciendo mi dentadura.

-Pero niña, a mi no se me hincha nada al verte, bueno sí, las pelotas de lo insoportable que eres.

Una mirada amenazadora se clava en mí y vuelvo a sonreír al sentirme tan <<yo>> en este juego del perro y el gato.

-¿Puedes parar de llamarme niña?

-No me dices tu nombre, ¿cómo quieres que te llame?-salgo del ascensor al abrirse la puerta, adelantándola y alejándome de ella para así dejarla con la palabra en la boca.

Volverás a ser mía. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora