Capitulo 26

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El día fue bastante completo. La policía vino a detenerme, el padre de Samanta tuvo los huevos de encararme por tercera vez y se me ha cumplido el deseo de tener cerquita a aquella niña complicada, quien estará cuidado de mi sobrino, o eso espero. A pesar de no haber dormido en toda la noche y mantenerme bastante activo durante el resto del día, necesito descansar, no puedo seguir llevando una vida tan estresante.

Con mis pantalones de chándal y el torso al descubierto, por el calor que hace en este piso, me recuesto en el sofá y pongo un partido de fútbol. No me interesa mucho los equipos que juegan pero eso me permitirá captar el sueño.

Una hora después sigo con los ojos como platos y con hambre. Son las once de la noche y no consigo dejar la cabeza reposar.

Me levanto del sofá y, justo cuando voy a coger algo que llevarme a la boca del frigorífico, suena el puñetero timbre.

- ¿Quién coño es?-pregunto furioso.

Odio que me molesten y más a estas horas.

- Tío, ábreme, tengo una cosa que comentarte-escucho a Zac con un tono ansioso y bastante desagradable.

Quito el cerrojo y le abro la puerta.

- ¡Joder, Zac, no me libro de ti! Tienes una puta casa y a tu novia allí, déjame tranquilo-escupo con un gesto cansado.

Este me pega un par de toques en el abdomen y me indica que lo siga hasta el sofá.

- Te vas a alegrar de que haya venido-dice dichoso, con una sonrisa en la cara. -¿Sabes quién está en mi casa hablando sobre una boda anulada?

¡¿Qué?! ¡No puede ser! ¡No puede tratarse de ella!

- ¿Estás de coña o qué?-formulo con demasiadas dudas que quiero resolver.

- ¿Cómo voy a estar de coña? Si no fuese verdad, no estaría aquí-confirma sin pestañear en ningún momento. –Samanta llamó a Mirella y por lo visto no quiere casarse, cancelará la boda, tío.

¿Cómo y por qué Samanta ha llegado hasta el punto de mandar a la mierda el compromiso? Una parte de mi cabeza me está diciendo que es por mí, que realmente no puede casarse por que su corazón está conectado con el mío, porque ella y yo siempre seremos aquellos dos putos locos que se aman, pero la otra parte, esa sí es jodida... Esa me grita que no me ilusione, que ella seguirá jugando conmigo a su antojo, que un día dirá que si me quiere y al otro día no.

- ¿Sabes por qué?-pregunto con interés.

Zac sube sus hombro en señal de no saber mucho más del tema.

- Samanta le dijo algo a Mirella, entonces me obligó a no escuchar la conversación.

Si no quería permitir que se enterara Zac, es porque seguramente sabría que él vendría a mí a confesar todo lo que supiera, y eso quiere decir... ¡NADA! Estoy perdido en el tema y necesito respuestas.

- Tienes que averiguar todo y decírmelo-le anuncio con mi dedo índice apoyado en mi labio inferior. –Tengo que saber porque ha hecho todo esto y si yo tengo que ver en algo, ¿entiendes?

Contemplo como Zac va agrandando la sonrisa.

- ¡Edén y Samanta están de vuelta!

Su comentario, interiormente, me hace gracia, pero la cruel verdad es que mis pensamientos habían cambiando bastante desde la noche del hostal, donde nos despedimos simbólicamente.

- Oye, no creo que eso pase. No estoy dispuesto a volver a pasar un infierno, es que no puedo-espeto. –Además, no puedo permitirme hacer más daño a nadie, y tampoco que me lo hagan.

Volverás a ser mía. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora