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La universidad. Lugar para convertirse en un profesional, también es el lugar donde los jóvenes maduran, hacen amigos y por supuesto enemistades también. Algunas de estas duran toda la carrera profesional.

En la universidad también se conoce el amor, se experimentan nuevas sensaciones y se disfruta de la etapa de la juventud, todo es lindo y perfecto, hasta que dos personas, dos polos opuestos colisionaron creando su propio mundo, quizá si ambos hubiesen despertado de buen humor todo sería diferente pero no, ambos iban malhumorados y toda historia de un amor de universidad se fue al desagüe.

Por un lado, un joven ligeramente desarreglado, con más sueño que optimismo en la vida, iba caminando sosteniendo su bolso donde iba su carpeta de apuntes, Kibum era un chico positivo y lleno de energía, pero no ahora, no cuando durmió solo media hora a causa de estar haciendo tareas en su primera semana universitaria.

—¿Y si mejor soy un mantenido para siempre? —farfulló Kibum decantándose por la idea de conseguirse un hombre mucho mayor que él para enamorarlo y atarlo a él— no, qué asco, mejor así me quedo. —El vaso de café americano iba bien sujeto en su mano derecha mientras que sus ojos hacían el gran esfuerzo por no cerrarse y dormir.

Kibum deseaba tanto dormir.

Sus ojos se cerraban solos.

¡Carajo, era más fácil ser mantenido por un hombre rico a estudiar desde temprano!

Kibum tenía una meta muy clara, desde niño había sido salir del país y refugiarse en los cálidos brazos de París, ahí donde conocería al amor de su vida, un excelente francés con buen gusto para la comida y si aquello no se podía, entonces se marcharía a San Francisco pero para ello necesitaba aprender cuantos idiomas pudiese y ahora, con dieciocho años podía decir que se estaba preparando para cumplir ese sueño.

Lenguas extranjeras había sido su primera y única opción, ahora quedaba en sus manos el ser alguien exitoso. Con el ánimo renovado, caminó hacia su salón, no iba a mentir, su cabeza iba prácticamente colgada a causa del sueño, bostezó varias veces, estaba irritado y solo quería llegar a casa a dormir más.

Del otro lado del corredor iba un muy malhumorado Minho, con un café cappuccino en mano y un maletín donde estaban todas sus tareas y apuntes, él también tenía metas y al igual que Kibum, rogaba por un poco de sueño extra, su meta era llegar a graduarse y llegar a ocupar el lugar de su padre e incluso deseaba más que eso, la meta impuesta por su progenitor y su ambición propia lo hacían querer más que el puesto de su padre, él quería ser accionista sí, pero su real meta era ser el segundo accionista principal en la empresa SM y no descansaría hasta obtener ese puesto.

Estudiar administración de empresas no era tan sencillo como pensaba cuando era infante, llevar la contabilidad del libro mayor era cansado, revisar cifras y también tomar clases de derecho le hacían a veces querer arrojar su meta por la ventana.

—¿Y si consigo quien me mantenga? Puede ser hombre o mujer, no me quejo, con que sea rico y poderoso todo está perfecto para mí. —Masculló caminando a pasos rápidos antes de que la puerta del salón se cerrara y tuviese que esperar dos largas horas afuera sin derecho a su asistencia.

Ambos jóvenes iban tan sumergidos en sus pensamientos que no se dieron cuenta que estaban de frente y lo peor era que sus pasos no se detenían. Segundos después, el sonido de dos cráneos golpearse fue tan fuerte que causó un pequeño accidente; Kibum derramó su café sobre el traje de Minho y el contrario lo regó sobre el sweater de bonito estampado, ambos gritaron al unisono por lo caliente del líquido y después se señalaron.

—¿Estás ciego o qué? ¡Fíjate por donde caminas! —Choi exclamó furioso.

—¡No me tropecé con los ojos, imbécil! —el enojo se hizo presente al instante, tanto que no pudo evitar bufar antes de reclamarle a un pelinegro con el mismo temperamento que él— mira como me has dejado. —Kibum no tuvo la vergüenza de darle con su bolso a un trajeado Choi.

Tus metas, las mías, las nuestras... «MinKey»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora