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Kibum no pudo evitar reír, sostuvo la copa de vino rosaceo en una mano mientras que la otra la usaba para abanicarse con calma, frente a él se encontraba su esposo quien lo miraba como idiota enamorado, muy a su estilo.

—¿De verdad creíste que Frederic fue mi novio?

—Yo bueno... sí —sinceró Minho mitad avergonzado, mitad feliz—, se veían muy unidos.

—Fuimos unidos pero no por razones amorosas, siempre lo vi como un hermano mayor, me enseñó a manejar la motocicleta, a hablar bien el idioma y me impulsó a no dejar de crecer laboralmente.

—Veo.

La pareja yacía en el exclusivo restaurante de comida italiana, Sulli había hecho de todo para conseguir una reservación y eso Minho lo agradeció con un aumento a su sueldo, ahora el matrimonio disfrutaba de una velada tranquila, armoniosa y en la exclusiva terraza que se encontraba en el último piso de un elegante edificio, por ello era la alta demanda con los clientes por su exclusividad.

Ahora gracias a unas cuantas copas de vino, Kibum se permitió relajarse y Minho aprovechó para indagar un poco más sobre el posible accionista francés, se habían deleitado con exquisita lasagna y un vino tinto, ahora disfrutaban plácidos de un dulce a base de leche y fresas que resultó delicioso al paladar por su cremosidad y toque ácido acompañado también de un vino rosado.

Minho contempló a su esposo quien comenzaba a tener las mejillas sonrojadas, debía admitir que sí, había bebido más de lo normal para ser una cena, aunque no recordara cuanto habían bebido el día de su boda para terminar ebrios pero estaba seguro que no era ni la tercera parte de lo que ahora estaban bebiendo por lo que se permitió beber otra copa de vino rosado.

Tres botellas de vino después, Kibum volaba y Minho lo admiraba.

No era su intención embriagarlo, es solo que entre más bebía más hablaba de cosas que Minho desconocía, por ejemplo cuando expresó su descontento al haberle arruinado su desayuno universitario aquella mañana en la que Kibum se encontraba de lo más concentrado en sus planes de estudio siendo sorprendido por un Minho burlón que terminó regando sobre las hojas de tarea un cremoso batido de fresa que aunque iba diriguido al joven estudiante terminó cambiando de destinatario.

Minho rió recordando aquel momento en donde Kibum lo persiguió por todo el campus, furioso a morir por haber arruinado su trabajo, ambos terminaron exhaustos y en el mismo lugar donde iniciaron salvo por la pequeña diferencia de que el moreno terminó con un cubo de basura sobre su cabeza y Kibum acabó doblemente manchado de aquel batido sobre la mesa al haber sido empujado por el moreno con fuerza brutal.

—Y ahí estaba yo... llorando de coraje y con ganas de matarte —expresó Kibum mientras reía y concluía su copa—, ganas que hasta ahora me regresan de vez en cuando.

—Pero soy un santo.

—¡JA! Y yo soy gatubela —contestó burlón.

Minho sonrió y guardó silencio, guió a su esposo hacia la salida para volver a casa, contrario al castaño, él iba sobrio por seguridad, en el trayecto escuchó algunas aventuras de su esposo mientras reía y preguntaba algunos detalles, Kibum medio borracho era un libro abierto que estaba dispuesto a leer aunque tuviese consecuencias después por escuchar algo que no deseaba, por ejemplo sobre todos los hombres con los que compartió cama.

—¿Y conociste a muchas personas en Londres?

—Fue genial, Alemania también, ahí conocí mucho sobre la cerveza, cada fin de semana salía con mis amigos a beber, eran increíbles todos.

—¿Tú y ellos?

—Sí, había veces en las que tenía que quedarme a dormir en sus casas porque no podía avanzar solo.

Tus metas, las mías, las nuestras... «MinKey»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora