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—¡Extraño a Minho! —Soltó un chillido antes de arrojarse a la cama, pataleó con frustración dejando ir todo el sentimiento de extrañeza que le albergaba.

Su cuerpo laxo permaneció en aquella posición mientras hundía el rostro contra la acolchada cama, su día laboral había sido extrañamente monótono y gris, ni siquiera le daban gracia los malos chistes de Jinki, así como tampoco le interesó comer lo que él mismo se había preparado, en su lugar se había puesto a beber capuccinos porque era la bebida favorita de Minho pero incluso así, no ayudaba a dejar de extrañarlo.

Al llegar la noche solo se había lanzado contra la cama y actualmente seguía sobre la misma viéndose miserable desde un punto lejano, estaba a nada de ahogarse en su propia desdicha cuando su móvil sonó ocasionando que de un solo salto se pusiera en pie para ir en busca del aparato.

—¿Hola?

—¡Bummie! —la cantarina voz de Minho hizo al nombrado sonreír— ¡Hola!

—Minho, ¿cómo estás?

—Bien, acabo de llegar al hotel.

—¿Por qué no me llamaste en todo el día? —Kibum no lo supo pero estaba haciendo un puchero de reproche.

—Lo intenté pero en cuanto llegué tuve que ir de inmediato a las oficinas y hasta apenas llegué.

—¿Ya comiste? ¿Has elegido la comida adecuada? —la preocupación expresada hizo sonreír al moreno.

—He comido pero nada de lo que probé se iguala a lo que tú haces.

—Oh.

Kibum se sonrojó mientras sonreía con timidez, su charla variaba desde los alimentos hasta el problema inicial que había hecho a Minho acudir a ese país, en el transcurso de la llamada el pelirrojo se colocó su pijama, cenó algo liviano y también se atrevió a comer algunas galletas que Minho tanto amaba y que por extraña razón no le supieron excesivamente dulces.

—Key, debo colgar.

—¿Qué? ¿Tan pronto? —Kibum se acurrucó en la cama.

—Hemos hablado tres horas, debemos descansar.

—No sentí el tiempo, lo siento —el pelirrojo suspiró sonriente—, descansa y que mañana tus reuniones progresen un poco más.

—Espero que esto acabe pronto, descansa Bummie.

—Dulces sueños.

Ambos colgaron y suspiraron sin saberlo, Minho logró no solo estar más tranquilo, feliz y relajado, sino que se sintió doblemente enamorado de haber hablado tanto tiempo con Kibum sin sentir que no tenían tema de conversación, por otro lado el solitario esposo cerró los ojos feliz de haber hablado con el moreno, había cumplido su promesa de hablarle y se habían divertido hablando tanto como fue posible.

Al día siguiente se despertó gracias al sonido de una llamada, estiró la mano tomando el móvil contestando prácticamente dormido.

—¿Hola?

—Buenos días mi Bummie bonito —la voz de Minho hizo al mencionado esbozar una sonrisa— ¿has dormido bien?

—Sí, he dormido bien ¿tú que tal?

—Me hiciste falta, eres mi gatito de peluche que necesitaba abrazar para poder dormir tranquilo.

Kibum supo que estaba muerto de vergüenza y ternura cuando sintió sus mejillas arder y su cara comenzó a sudar causando gran bochorno, ¿de donde sacaba esas palabras el moreno?

—También me hiciste falta —sinceró levantándose de la cama donde inevitablemente contempló el lugar vacío de Minho.

Comenzaron su charla matutina, ambos se vistieron, cepillaron los dientes y arreglaron, mientras Kibum preparaba un desayuno ligero, Minho ordenaba con rapidez algo que pudiese comer en tiempo record para poder ir de nueva cuenta a las oficinas empresariales.

Tus metas, las mías, las nuestras... «MinKey»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora