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Un avión aterrizó una cálida mañana de primavera, los pasajeros abandonaron el vehículo que los había llevado de Francia a Corea de Sur; entre esa gente caminaba un joven de tan solo veinticuatro años con un refinado aspecto para lucir su ropa de moda, portaba en una mano su pasaporte y pequeño bolso donde venía su celular y cartera mientras que en la otra mano iba sujeta al asa de su maleta negra y profesional, los lentes de sol le hacían lucir como modelo puesto que más de una persona lo observó fascinada creyendo que era algún idol famoso.

—¡Mamá! —Kibum visualizó a sus padres y sonrió dejando atrás la imagen impecable.

—¡Nuestro Bummie! —Los padres fueron a donde su hijo.

Terminaron reunidos, los unió un fuerte abrazo familiar; después de no haberse visto desde hacía dos años el reencuentro resultó de lo más formidable.

—No saben cuánto los extrañaba. —El ahora pelinegro sonrió gustoso.

—¿Cómo te fue? ¿Conociste muchos lugares? —La madre preguntó orgullosa de que su bebé fuese un profesional.

—¿Tengo yerno francés, alemán, estadounidense o inglés? —El padre no ocultó su emoción de querer que su hijo ya volara al nido del amor.

—¿Qué? —Kibum no pudo evitar reír ante la pregunta de su papá— Nada de eso papá, conocí a muchas personas, sí, pero me enfoqué solo en lo laboral, por mi mente no pasó el fijarme en alguien para enamorarme.

—¿Cómo? —Papá Kim hizo un puchero desilusionado.

— Papi, no estoy interesado en el amor ahora. —Kibum dejó un sonoro beso a la mejilla de su progenitor, al separarse tomó su maleta y avanzó algunos pasos— ¡Vamos a casa! Muero por probar la comida de mami de nuevo.

—¡Ah, lo que mi niño diga!

La familia abandonó el aeropuerto, mamá Kim iba feliz de tener a su pequeño niño de nuevo en casa, papá Kim estaba feliz también pero él ya deseaba que su amado Bummie tuviese pareja, no porque ya no lo quisiera en el hogar si no porque deseaba nietos, quería consentir a los hijos de su único hijo y le desilusionaba que su pequeño no tuviese el interés de conocer a alguien y enamorarse.

Al llegar al hogar Kim, comieron, charlaron sobre lo que habían vivido en aquellos dos años separados. Kibum se había graduado orgullosamente y con honores de la universidad, no transcurrió ni siquiera una semana después de su salida cuando recibió la oferta de irse medio año a Estados Unidos para trabajar como traductor del turismo coreano, aunque al inicio le dio miedo, no desaprovechó la oportunidad que tanto había soñado: viajar.

A ese medio año, se le sumó otro país, Londres tocó a su puerta y la oferta no fue rechazada, esta vez fue contratado como un excelente traductor para una editorial, su amor por los idiomas lo llevó a tener una perfecta carta de baja, la editorial rogaba e incluso le propuso un muy jugoso puesto pero Kibum rechazó la oferta debido a que quería conocer el hogar de la cerveza; Alemania.

Ahí supo que quejarse del frío de su país era nada comparado con el frío de ese lugar, pasó la Navidad entre amigos, cerveza y mucha comida del lugar, siempre tan respetado y formal, era la curiosidad de sus amigos y la ambición de sus jefes, había adquirido un empleo temporal como asesor de lenguas para los accionistas que deseaban abrir camino rumbo al país coreano, no solo ayudó a que los hombres aprendieran coreano, sino también les enseñó que no todo era seriedad y negocios al hacerles conocer algunas costumbres que una persona normal hacía.

Finalmente, su último medio año la pasó en su lugar de ensueño, Francia; degustó de los placeres del buen vino y de la perfecta pasta acompañado de hombres ejecutivos y respetadas damas, se involucró en el ambiente empresarial al ayudar a su jefe a traducir sus palabras para los socios coreanos que estaban interesados en la expansión del mercado de vitivinicultura.

Y ahora, se encontraba por fin en casa, con experiencias vividas, charlas que relatar y un sinfín de momentos que rememorar. Su mente había estado tan sumergida en el ambiente laboral que ignoró que tenía un corazón que deseaba amar. Lo sentimental se mantuvo tan enterrado que jamás notó que tras él había más de un chico interesado en conocer sobre él.

—Creo que pediré trabajo, la verdad es que extraño andar en ese tipo de ambientes. —Kibum se abrazó a una almohada mientras veía cómodamente la televisión en su cuarto.

Tenía un curriculum impecable, pese a estar ya en su país natal seguía recibiendo ofertas de sus antiguos trabajos, y también no dejaba de recibir mensajes y solicitudes de amistad en su Facebook de chicos guapos y de diferente nacionalidad pero todo eso quedó al olvido cuando navegando entre lo más destacable de esa red social, encontró un anuncio pagado de una reconocida empresa que antaño había visto de lejos.

«SM Entertainment; Comunicado oficial.

¿Tienes conocimiento en lenguas extranjeras?

¿Facilidad de desenvolverte en un amable ambiente de trabajo?

¡Estamos contratando!

Persona graduada y con experiencia para laborar como traductor.

¡Ven y deja tu curriculum con nosotros!

¡Te necesitamos!»

—¿Será real? —Kibum arqueó una ceja. El comunicado no decía más información, quizá sería buena idea dejar su carta de presentación en la empresa, después de todo tenía experiencia y aunque no especificaba para que área de traducción trabajaría, le emocionaba poder ingresar a esa importante empresa— nada pierdo con intentarlo, si no resulta, busco en otra empresa.

Kibum apagó el televisor, ignoró su móvil y se desplazó entre las sábanas para poder dormir cómodamente en su cama, mañana sería un nuevo día y también sería una oportunidad nueva para conseguir trabajo.

🐸❤😺

—Los accionistas de Estados Unidos están solicitando una reunión. —Lee Sooman, hombre de negocios y CEO fundador de la mejor empresa de Seúl, ordenó con la mirada a un joven no mayor a veinticinco años que fuese a ese país— Minho, es tu oportunidad.

Choi Minho, accionista menor, había logrado tomar el cargo de su padre, ahora tras tres años de duro trabajo comenzaba a escalar para llegar al puesto que deseaba. El tiempo no pasaba en vano, había madurado, se había olvidado de los juegos universitarios, de los problemas por sacar buenas notas o de lo mucho que odiaba levantarse temprano para entregar tareas, ahora se había convertido en un auténtico hombre de negocios.

—Estaré encantado. —Choi sonrió profesional. El pulcro traje, el cabello bien peinado y acomodado daba la apariencia de ser no solo un hombre de negocios, sino también de ser alguien inalcanzable para el amor.

—Confío en ti muchacho. —Sooman imitó la sonrisa y al estar a solas por completo con el joven, decidió ser sincero— Minho, no desaproveches esta oportunidad, si regresas aquí con las firmas de aquellos accionistas para hacer de esta empresa algo global, destituiré a Kim para que tomes su lugar, serás mi mano derecha hijo.

El nombrado asintió escuchando atento a lo que su jefe decía, admiraba a Sooman, admiraba su visión ambiciosa para hacer crecer la empresa, daba gracias a su hermano Siwon por haberle aconsejado sobre lo más importante del mundo empresarial, ahora estaba seguro de que las verdaderas puertas del éxito se estaban abriendo para él.

—Daré lo mejor de mí señor Lee, conseguiré las firmas y haremos de SM la empresa mundialmente reconocida, ya puedo imaginar la expansión y aceptación que tendrá.

—Por eso me agradas Choi, tienes la misma visión ejecutiva que yo. —Sooman consideraba a Choi más que un empleado y accionista menor, un hijo— Harás que esta empresa que nació de un sueño, se vuelva lo más deseado.

Minho asintió, ambos hombres se retiraron cada uno a su oficina, el más joven se dejó caer sobre la silla totalmente feliz y sonriente por sentir la victoria de su ascenso cada vez más cerca, su vista se enfocó en los grandes ventanales que le daban la exclusividad de poder ver la magnífica cuidad de Seúl, sus metas se estaban cumpliendo y nada ni nadie lo detendría hasta cumplirlo.

Tus metas, las mías, las nuestras... «MinKey»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora