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—¡Hogar, dulce hogar! —Minho expresó emocionado al abrir la puerta de su nuevo domicilio.

El moreno entró olvidando a un cansado y todavía rojizo Kibum y lo peor era que el pobre hombre requemado iba jalando no solo sus propias maletas, sino también las de su adorado y deforme esposo.

—Cucaracha de fonda económica, se te olvida que no vienes solo. —Murmuró adentrándose en su nueva casa.

Las luces poco a poco se iluminaron en aquella mansión, el piso de mármol reflejaba el propio techo blanco que estaba adornado con elegantes candelabros donde descansaban diversos focos blancos para alumbrar bien el hogar, la sala nueva se presentó ante ellos y la pareja no pudo hacer más que dejarse caer después de haber llegado de su tan amorosa luna de miel.

—Estoy exhausto. —Gimió el pelirrojo.

—Digámosle al jefe que no trabajemos mañana.

—Minho, tú eres el jefe. —Key observó de soslayo a su esposo quien mantenía los ojos cerrados ante la placida comodidad.

—Entonces dime que no trabajemos mañana.

Kibum rió nasalmente antes de cerrar los ojos, estaban agotados pero extrañamente felices y relajados.

—No trabajemos mañana —acató la orden algunos segundos después—, necesitamos reponer energías.

—Vamos a descansar, no puedo más.

El matrimonio se fue abandonando las maletas en la sala, al día siguiente acomodarían todo para poder conocer a profundidad el hogar que le acogería por un año. En silencio subieron cada elegante peldaño forrado en alfombra roja, al llegar al segundo piso les dio la bienvenida un gran espacio cuadrado el cual conectaba con cada puerta que variaban desde los dormitorios hasta pequeños cuartos de servicio.

—Tomaré una ducha, la necesito —Minho se aproximó a una puerta, la abrió y solo se giró al ver que Kibum permanecía de pie sin saber hacia dónde ir— ah bueno, ¿cómo decir esto sin que me mates?

—¿Qué?

—Nuestra ropa la pusieron en la misma habitación.

—Estoy cansado, no quiero empezar a pelear contigo por la ropa —por primera vez Minho se asombró al escuchar al pelirrojo con actitud relajada y no de señora con menopausia— iré a ducharme a la otra habitación.

—Está bien, sé que dije que descansaríamos pero ¿no quieres tomar un café antes?

Kibum asintió esbozando una sonrisa, ambos entraron a la habitación y tomaron sus pijamas limpias y frescas, la pareja de recién casados se bañó cada uno en su propio espacio y cuarto personal, al salir notaron la gran broma que posiblemente sus madres habían hecho.

—Vaya, vaya, tenemos pijama de pareja, que romántico —Minho observó la pijama café con blanco de su esposo, la parte del frente estaba invadida por un tierno oso con un moño negro mientras que su propia pijama presentaba el mismo color y patrón salvo que su oso no portaba moño—, así si salgo a traer la leche.

—Baboso —Kibum rió, poco comenzaba a importarle compartir ropa de pareja, estaba demasiado cansado como para discutir por tonterías— vamos abajo, tomemos café y descansemos.

Esta vez quien se encargó de preparar las bebidas fue Minho, no preguntó ni dio opción para que Kibum se preparara su bebida puesto que él hizo todo, colocó ambas tazas sobre la isleta donde ambos tomaron asiento disfrutando de su silencio y compañía.

—Me gustó nuestra luna de miel —el moreno dio un trago a su bebida comentando de lo más casual algo que le había hecho en verdad feliz— ¿a ti no?

Tus metas, las mías, las nuestras... «MinKey»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora