«25»

263 35 3
                                    

Minho abrió la puerta y se asomó con lentitud, su corazón palpitaba haciéndolo sentir en película de terror, el siencio de la casa le daba una cruel bienvenida, sabía que estaba más que muerto luego de su valiente acción la cual había sido ignorar a Kibum todo el día e incluso mandarlo a casa en una de las vans de la compañía.

Grave error.

Pinche Yuri lo metió en un problema.

La negra iba a arder en el infierno y ni se notaría el cambio de color.

—¿Amorcito corazón? —canturreó miedoso— ¿amorcito corazón? ¿Dónde anda mi Bummie bonito?

Silencio.

Su corazón palpitó veloz, sus ojos de por sí grandes se ampliaron con sorpresa terrorífica al ver como una silueta comezaba a alargarse revelando lentamente a un demonio de pelos rojos, incluso se lo imaginó con los ojos a juego con el cabello y colmillos de vampiro dispuesto a arrancarle la piel.

—¿Ho-hola?

Kibum esbozó una sonrisa mientras lentamente levantaba un sartén, Minho gritó aterrado, retrocedió hasta chocar la espalda contra la puerta, se deslizó hasta hacerse ovillo cubriendo su cabeza.

—Mira nadamás, tenemos al infiel mujeriego llegando media hora tarde... —alzó el sartén amenazador sin dejar de caminar.

—¡No! ella me obligó, dijo que la acompañara a la tienda de ropa, no quería, fue una tortura, no me pegues...

—Y yo aquí sufriendo tu ausencia mugre cucaracha de fonda económica.

—¡Mami! —chilló sin moverse, ni de loco provocaba más a Kibum.

—Ven aquí hijo de la guayaba... no me tienes contento con tus acciones —Kibum ignoró el sartén para tomar de la oreja al moreno, lo jaló con suavidad para levantarlo y así se fue guíando al alto entre chillidos y quejas hacia la cocina—, no hice la cena en vano ahora tragas porque tragas.

—Pero...

Minho volvió a gritar de terror cuando con esa simple acción el andar de Kibum se detuvo y giró su cabeza en 180° para observarlo igual que el exorcista, la diabólica mirada que le dedicó era digna de asesino serial.

—¿Pero? ¿Has dicho pero?

—Ah... ¿tal ves? —se retorció nervioso bajo el tacto mantenido en su lóbulo.

—¿Me estás retando?

—Ño...

—¿Seguro?

—Chi...

—Vas a sentarte y te vas a tragar la cena que me he esforzado en cocinar.

Minho tomó asiento, le daba tanto miedo moverse que no sabía qué hacer, tomó el tenedor para picar un trozo de pollo al horno cortado en cubos, masticó discretamente bajo la mirada analista de su esposo quien no dejaba de jugar con el sartén.

—¿A qué vino Yuri?

—A decirme hola... ya sabes lo casual —rió forzado, mitad risa mitad llanto por la tortura—, solo quería saludar.

—¿Y por eso fue hasta tú oficina?

—Chi...

—¿La volverás a ver?

—¿Chi? —chilló tal cual rata al ver la mirada furiosa, comió apresuradamente antes de ser asesinado.

—Escucha bien Minho —Kibum azotó el sartén contra la mesa de mármol, rodeó la misma para enfrentar a su asustado esposo—, me vale un pepino a que haya venido esa tipa, pero una cosa te digo —susurró entrecerrando los ojos transformándose a autentica vieja celosa—, sí se te da por engañarme con ella, así sea una tomada de mano, un beso o un acostón, no tendré compasión de arrancarte los huevos, licuarlos con fresas y dártelos de tragar como un delicioso batido nutritivo ¿entiendes?

Tus metas, las mías, las nuestras... «MinKey»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora