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—Muchas gracias por su carta de presentación, nos comunicaremos con usted a la brevedad. —Expresó la recepcionista principal de la empresa.

Kibum asintió y sonrió, se marchó de ahí caminando con elegancia demostrando que era el indicado para ese puesto. El pelinegro había decidido dejar su curriculum, hacerlo supuso un alivio, si no tenía respuesta alguna de su solicitud en una semana, entonces buscaría en otra agencia.

Caminó paseando entre los grandes edificios de la cuidad, recorrer las calles de Seúl era inspirador, no solo por saber que posiblemente trabajaría ahí pronto, estar ahí le hacía saber que aunque viajó y conoció lugares nada se comparaba con su país y cuidad natal.

Tomó el autobús, se sentó a lado de la ventanilla y contempló cuan cambiado estaba todo, en dos años pasaban muchas cosas, había nuevos edificios, nuevas casas, nuevos parques de entretenimiento y esculturas que de visual no tenían nada pero ahí estaban como un nuevo estorbo.

Cuando llegó a casa se sorprendió de ver un camión de carga con el logotipo de Honda en ambos costados de la caja del vehículo, con la curiosidad latente se acercó a ver qué ocurría, su madre estaba afuera demasiado emocionada.

—Bummie, han venido estos hombres a dejar esto.

—¿Kim Kibum? —Uno de los bien uniformados hombres mostró una tablilla con información.

—Sí, soy yo.

—Hacemos uso de motocicleta honda XRE300 color negro, modelo actual, recién salida de fábrica, rines de acero, porta casco, tablero digital, con capacidad de 150 kg y una velocidad máxima de 140 km/hr.

Kibum arqueó una ceja sin saber de qué diablos hablaba el hombre, el sonido de una puerta metálica siendo abierta lo trajo de nuevo a la realidad, del camión sobresalió una tabla de plano inclinado metálica para unir el suelo con el camión, segundos después una deslumbrante motocicleta fue bajada con la gracia de un corcel bien entrenado.

—¡Oh por dios! —Kibum quedó asombrado.

—Necesito su tarjeta de identificación por favor.

—Sí, sí. —Kibum extrajo de su bolso laboral un tarjetero donde sacó su credencial y la mostró al joven— ¿Sabe quién la trajo? porque yo no la compré.

—La compró el señor Bellamy, Frederic Bellamy —tras comprobar que los datos estaban correctos, mostró de nuevo la motocicleta—, que la disfrute.

—Gracias.

Kibum permaneció silencioso aun entre el bullicio de los trabajadores y de su madre, se acercó al vehículo donde recibió el manual y un hermoso casco negro totalmente profesional. Minutos después, el camión abandonó el hogar y Kibum se permitió sacar su teléfono para marcar el número que ya sabía de memoria.

—¿Hola? —Un exótico tono francés le recibió.

—Señor Bellamy...

—Kibum querido, ¿has recibido mi regalo?

—Sí señor y quiero decir que esto es mucho, no lo merezco, debo devolvérselo.

—Si lo haces debes venir hasta aquí para entregarme ese obsequio en persona.

Kibum masculló sin perder de vista la motocicleta que brillaba bajo los rayos del sol.

—Señor Bellamy, no me haga esto.

—Piensa en la proposición que te hice Kibum, eres un excelente traductor, si no encuentras empleo en tu cuidad, las puertas de mi edificio estarán abiertas para ti, disfruta tu regalo, mandé esa motocicleta exclusivamente para que seas su dueño, sé que no te agradan tanto los coches y me tomé la molestia de darte algo práctico, no lo veas como un favor que me debes devolver, tómalo como un obsequio por ser mi mejor empleado.

Tus metas, las mías, las nuestras... «MinKey»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora