Llegó.
Y lo hizo para darle sentido a todo lo que he sido.
Para ser mi mejor cómplice.
Para ser mi única "parcera".
Para estar ahí, en mi tristeza, en mi soledad, en mis disgustos, en mis alegrías, en mis infortunios, pero sobre todo en mis logros, en mis éxitos, incluso en mis fracasos.
Su compañía, el incentivo que demarcó el camino que debía seguir para no quedarme en la oscuridad, ese que trazaban mis limitaciones, el que delineaban mis complejos, el que ocultaba mis manías, el que obstaculizaban mis cegueras.
Ella, desde siempre se convirtió en el impulso, pero sobre todo en el aliciente, para lograr los objetivos que me haría un hombre feliz, un tipo exitoso, un ser realmente... realizado.
Fue mi compañera de juegos, mi guía, la adiestradora de mis habilidades, el timonel para descubrir lo que me era vedado, el libro donde se escribió todo lo que había soñado, el manual donde se anotó todo lo que me era prohibido.
Se metió en mi corazón casi como una avalancha y se mantuvo ahí, incólume, enraizada.
Cuando se alejó, me perdí, las penumbras se adueñaron de mi vida, la volvieron insensata, imprudente, desatinada, pero cuando regresó, desterró todo lo opaco en lo que se había vuelto mi existencia.
Lucharé por conservarla, porque sé que, si la pierdo, todo lo importante que he hecho hasta ahora, será un fracaso, un fiasco, una frustración total, completa.
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La Ronda de Negocios.
RomanceAlguien dijo una vez, "Cuando entro en mi cuarto solitario después de un fracaso, éste no me hiere; pero si estuviese obligado a encontrarme con los ojos interrogadores de la mujer que le ha dado sentido a mi vida y tenga que decirle que he fallado...