Sentadas a la mesa, mientras la más joven consume despacio todo lo que tiene servido.
— ¿Cómo te fue hoy? mi niña preciosa. — en los ojos de la anciana se dibuja un gesto de adoración hacia la jovencita.
La sonrisa enfebrecida es la muestra palpable del afecto que la anciana le profesa.
— Excelente, abuelita, excelente, para decirlo de otro modo... fabuloso.
— Cuanto me alegro escucharte decir eso, se del esfuerzo y la dedicación que le estás poniendo en tu carrera, creo que serás una gran psicóloga, sobre todo para los niños, ellos sí que te van agradecer todos lo que le puedan brindar, sin duda alguna.
— Gracias abuelita, esas son cosas que me impulsan a esforzarme más y a intentar ser siempre la mejor.
Alex es la que ahora opina.
— Te va bien porque estas entregada en cuerpo y alma a tu carrera. —el gesto es de orgullo, de complacencia por las palabras que acaba de pronunciar su sobrina. — Cuando a uno le gusta lo que hace, nada le parece difícil, eso es algo que nos incita a desechar cualquier dificultad por muy difícil que sea. — le toma la mano y le da un apretón de satisfacción. — Lo cual nos impulsan a encarar cualquier eventualidad, como si fuese el premio a nuestros retos y de ahí el éxito en todo lo que una se propone.
— En eso tienes razón tía. — le devuelve el gesto que recibió en su diestra. — La verdad a mí me gusta mucho lo que estoy estudiando, por eso soy tan porfiada en todo lo que hago, porque mi anhelo más soñado es convertirme en una excelente profesional en Psicología.
— Cuanto me alegra escucharte hablar de esa manera, mi niña, cada día estoy más orgullosa de saber que eres mi nieta.
— No sabes lo feliz que me haces cuando me dices lo orgullosa que estas de mí, Abuelita.
— Y como no me voy a sentir feliz, si tú eres una jovencita maravillosa.
De pronto se escucha una especie de grito.
— ¡Nonita ven un momentico, queremos preguntarte algo!
— Hijas, las dejo, tú mami me está llamando. — mirando a la más joven. — No quiero hacerla esperar, estoy tan agradecida por lo mucho que se esforzaron para dejar la casa lista para la sencilla reunión que estoy preparando, que les aseguro que sin su ayuda yo no hubiese podido hacer nada. —escrutándola de forma fija.
—Ve abuelita.... yo me quedo con mi tía, de por sí tenemos mucho rato que no hablamos y quiero aprovechar esta oportunidad para ponernos al día.
La anciana se aleja dejando a las dos mujeres sentadas alrededor de la isla.
Sin dar un momento de respiro de una la encara.
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La Ronda de Negocios.
RomanceAlguien dijo una vez, "Cuando entro en mi cuarto solitario después de un fracaso, éste no me hiere; pero si estuviese obligado a encontrarme con los ojos interrogadores de la mujer que le ha dado sentido a mi vida y tenga que decirle que he fallado...