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Alex mira por la ventanilla, el día luce esplendoroso, ante sus ojos pasa el paisaje verde, florido, multicolores, al frente, las aves parecen darles una especie de bienvenida.

A medida que el aparato se desplaza, el cielo cambia de matiz, del sol brillante que aclaraba todo, ahora el cielo se muestra oscuro, gris, plomizo, pequeñas gotas humedecen el vidrio por la parte exterior por donde ella hace rato se ha dedica a contemplar lo que sucede frente a sus ojos.

Nada se ve, solo se nota el reflejo del brillo de algunos relámpagos lejanos, ellos son los que iluminan de vez en cuando el interior de la aeronave.

Por orden de la auxiliar, todos deben ajustarse los cinturones de seguridad debido al estado del clima que parece renegar por la presencia de la aeronave.

Alex no ha cruzado una sola palabra con su hermana desde el momento que abordaron, ambas van recostadas en el asiento con los ojos cerrados, tiene apoyada la cabeza en el espaldar, lucen tensas, como si una barrera invisible las separara.

Ninguna ha hecho el menor intento por comenzar alguna clase de conversación.

Cuando han pasado más de treinta minutos, Berenice abre los ojos, se gira un poco y se encara con su hermana

      — Qué te pasa, Alex... ya me tiene cabreada con tanto silencio... — resopla como si le faltara el oxígeno. — Me vas a decir por las buenas o tengo que ponerme brava para que te decidas a contármelo.

      — Voy a terminar con Marcelo. — sin mirarla.

      — ¡¡¡¿Qué?!!! — abre los ojos.

La detalla sin ni siquiera parpadear.

Y de una le reclama.

      — ¡Pero por favor, mírame! — Alex gira el rostro y hace un esfuerzo supremo para no derrumbarse.

Mentirle es lo más doloroso que jamás ha hecho en su vida, aparte que siempre se ha comportado como su mejor amiga, la quiere casi como si fuera la otra hija que no pudo concebir.

A pesar que su verdadera Mamá siempre intento cumplir con sus responsabilidades, pero debido al accidente que sufrió, le tuvo que pedir ayuda a Berenice, ella no escatimo ningún esfuerzo para cumplir con esa responsabilidad, lo hizo sin ningún interés, pues se dedicó con esmero a criarla como la hizo con sus otros dos hijos.

En el estudio fue su profesora particular, no hizo ninguna diferencia ni con Luis, ni con Kelsy.

Su esposo Antonio siempre la ha considerado como la hija mayor de su propia familia, es el más interesado en su futuro tanto laboral como personal.

Él fue el que prácticamente se impuso para que la designaran como la encargada de manejar la información contable de todos los negocios que maneja la empresa familiar.  Y ella le ha devuelto el favor porque lo ha cumplido a cabalidad, lo ha hecho con tal destreza que todos le han reconocido la capacidad que ha tenido para manejar esa clase de confidencialidad.

La Ronda de Negocios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora