Se desnudan despacito y ni cuenta se dan cuando ya no les queda ninguna prenda, los besos se vuelven ansiosos, el apetito por las acarician se les hace irrefrenable, los roces con que se incitan, son toques tiernos, delicados pero a la vez apasionados, ardorosos, la lascivia parece brotarles por los poros, la lujuria es como un torrente de sensualidad que le nace en cada célula, en cada neurona, su organismo es como una explosión continua de sensaciones indómitas.
La piel de Alex es el afrodisíaco que le enciende las ansias y las desborda en el laberinto más escondido de su sistema nervioso, entiende que solo con deslizar sus labios por el contorno de sus formas, la puede llevar al pináculo más alto donde los instintos ya no tienen control.
Los desliza despacio y lo hace por la llanura más delicada, que jamás previó que algún día llegaría a recorrer. Las altitudes mórbidas de su silueta, las atrapa entre los dedos y con el simple deslizar de sus besos, consigue que ella se retuerza.
Los efectos aparecen casi como por ensalmo, la simple fricción la siente tan enervante, que le acaba erizando el poco bello que aún no se ha depilado, este se encrespa asemejando pequeñas agujitas. Él no le suelta los labios, porque descubre que son como el ansiolítico que les calma el fuego, que le bulle como llamaradas y que lo tiene completamente enloquecido.
Mientras los cuerpos se enroscan, de los labios tembloroso de Alex, salen extrañas melodías que retumban como excelsas tonadas, los instintos que estaban medio dominados, al paso de los segundos se liberan como una jauría de fieras hambrientas y descontroladas.
A él, los gemidos le llegan a sus oídos como una especie de melodía sinfónica y eso que apenas algunos salen, porque muchos se enmarañan en lo profundo de la garganta y son como murmullos enmudecidos, que retumban como si fuera lamentos, que brotaran de los labios de alguien a quien estuvieran torturando.
Alex se estremece, porque es tanta la pasión que la sobrecoge, que solo es capaz de soltar pequeños gruñidos, porque respirar es como un milagro y gemir se le convierte en una verdadera proeza.
Los tímpanos de Luis se llenan con los poéticos balbuceos que apenas escapan de la garganta reseca y rasposa, que ella con la boca abierta apenas deja salir.
El cuerpo de Luis se une con el de Alex, es un viaje sincronizado, las inserciones a medida que pasan los minutos se vuelven más aprensivas y más codiciosas, pero más armónicas, más compaginadas, más concordantes.
Ella quiere tenerlo todo, sentirlo todo, anhela llenarse con su savia, desea rebozarse con los fluidos que rezumen como cascadas, esos jugos que son vida y manan del cuerpo que tiene encima y son con los que añora ser inundada, quiere extasiarse con sus efluvios, atiborrarse con el más mínimo sentimiento que brote de su alma, de su mente, de sus sentidos, por eso le aprisiona la boca y con las piernas casi lo solda a su piel, porque hasta el vaho que le sale de la garganta, le parece el verdadero soplo que compone todo lo que le profesa, su aliento es como el elixir que le llena lo más intrincado de su organismo.
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La Ronda de Negocios.
RomantikAlguien dijo una vez, "Cuando entro en mi cuarto solitario después de un fracaso, éste no me hiere; pero si estuviese obligado a encontrarme con los ojos interrogadores de la mujer que le ha dado sentido a mi vida y tenga que decirle que he fallado...