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Luis la mira, no dice nada, la aúpa por las caderas, ella en un gesto inconsciente lo rodea con las piernas, todavía tiene los tacones, mueve los pies y se descalza, luego se los enreda en la cintura mientras se cuelga del cuello, pues está totalmente entregada, vencida, medrosa.

Sus lágrimas corren incontenibles mejillas abajo, son como ríos sin ningún cause que las contenga, porque sus ansias se vuelven incontrolables, es como si la conciencia la condenara y los deseos la sometieran.

Con su boca demuestra quien ha ganado la lucha interna que ha mantenido por no dejarse vencer, pero pudieron más sus instintos, estos se impusieron sobre su cordura, la sensación pletórica que la invade la deja totalmente rendida, por eso ya no hay recato, ya no hay pudor, solo hay avidez, anhelos, apetito.

La lleva hasta el cuarto y la deposita suavemente encima del lecho, ella no se suelta, parece soldada a su cuerpo, él queda montado, apresado por las piernas y apercollado por el cuello.

Sus bocas se vuelven una, los labios desaparecen porque las ansias por unirlos apenas les permiten respirar.

La falta de oxígeno es la única razón por los cual tienen que volver a separarse.

      — Uffff... nena... ¡por Dios santo!... ¡qué ricura cielo bendito!....

      — ¡Que delicia! querrás decir.... — también resopla.

      — ¿Te parece?

      — No se por cual decidirme, si por los delicioso que sabes o por los maravilloso que besas.

      — ¿Por nada más?

      — Yo sé que eres muy lindo, pero tu sabor es incomparable.

      — ¡Hmmmnnn... gracias... eso me suena como a música!

Se inclina y comienza con la frente.

No la besa, solo le desliza los labios, hace lo mismo con los parpados y con las mejillas, con la boca hace otra cosa, a esa la chupa, luego con pequeños piquitos se va desplazado por la mandíbula hasta que se encuentra con el cuello.

      — Te voy a dar un chupón... — en un susurro balbuceante.

Salta cuando lo escucha, es instantáneo.

      — ¡No, Churrito... no!... si alguien se da cuenta, el escándalo que se va armar va ser de campeonato y lo peor de todo es que lo nuestro ni siquiera tendría la más mínima oportunidad, de por lo menos defenderlo.

      — Quiero ser tu dueño...

      — ¡Eres mi dueño... sabes que lo eres... desde siempre lo has sido... todo lo que soy ha sido tuyo siempre... de mi cuerpo... de mis deseos... de mis ansias... de mis fantasías... pero... pero ahora... creo... creo que... también... también eres dueño de mi... de mi... de... — inspira una gran bocanada de aire. — Nunca pensé que llegaría a sentir esto... pero... pero... pero ya no estoy segura de nada, cariño... ya no estoy segura de lo que me pasa cuando estoy así como estamos ahora...

La Ronda de Negocios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora