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Al rato, la mejilla de Alex se apoya de nuevo en el pecho que antes la había acogido, mientras la mano se desliza lentamente por el vientre sudoroso que todavía se estremece.

      — ¿Desde cuándo? Alex....

      — ¿Desde cuándo, qué?

      — Desde cuando me deseas.

      — Hmmm... — lo que pronuncia lo adorna con una enfervorizada sonrisa. — Eso es algo que lo llevo sintiendo desde hace mucho rato.

      — ¿Cuánto?

      — No sé, la verdad... lo cierto es que hace poco me pasó una cosa contigo...

      — ¿Qué te pasó? ahhh...

No se miran.

Alex se distrae observando el recorrido de la mano que desliza por encima de los pectorales y Luis, lo hace fijando los ojos en el techo, mientras le acaricia los hombros, medita buscando en sus pensamientos las razones del acto que acaban de vivir, el otro brazo lo descarga encima de la frente.

Comienza por el final, si lo hace por el principio comprenderá la razón de la ansiedad que tanto la descompone.

      — Eso fue hace tiempo, fue unos días después de que tú habías regresado. — suspira quedo. — Bere se había marchado para la fábrica, yo estaba en la oficina, me llamó, sentí que estaba preocupada porque me pregunto si ya te habías levantado, Alicia había salido a comprar las cosas del almuerzo, o sea que yo estaba sola y tu dormías en tu cuarto. — se calla, levanta la cabeza y le da varios besos en el tórax.

Vuelve y acomoda la mejilla encima del pecho y parece viajar hacia los recuerdos de ese día que nunca se le han borrado de la mente.

      — Me pidió que revisara por si continuabas durmiendo, deje todo y me vine en busca tuya... — ahora se humedece la garganta con un gran trago de saliva. — El silencio era total, la puerta estaba entrecerrada, agudicé el oído intentando escuchar pero como no percibí nada, la abrí despacio y te encontré acostado, roncabas, ni siquiera te habías quitado la ropa, pensé en llamarla pero no lo creí necesario. — vuelve y se calla, pero sigue con los besos en el torso

Ahora lo acaricia con la yema del dedo índice.

Lo recorre en varias direcciones, a veces hace rayas, otras hace círculos, luego hace ochos, para después delinear las parceladas de los pectorales.

En un momento levanta el rostro, lo besa en la mejilla y apoya el rostro en la palma de la mano para poder mirarlo.

      — Te encontré tirado en la parte baja de la cama con los pies apoyados en el piso y los brazos estirados hacia arriban... dormías con la boca abierta y babeas por la comisura, tu sueño era sereno, profundo y el tufo era espantoso... uffff... — vuelve y resopla. — No tenía ningún pensamiento diferente a contemplar tu sueño... me acerque, te desabotone, luego te hice sentar, te despojé de la camisa y te recosté para que siguieras durmiendo. — suspira de nuevo, ahora lo hace mucho más profundo.

La Ronda de Negocios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora