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Caminan separados, ella evitando que se le acerque y él intentando abrazarla por los hombros.

Llegan a una cafetería que queda bastante lejos donde se encuentra el stand de exposición de los productos que han traído para la venta.

Se sientan alrededor de una mesa, quedando enfrentados, al momento hace su aparición una jovencita con un mandil que la identifica como empleada del local.

      — Buenos noches, ¿en qué les puedo servir? — con una libreta y un bolígrafo para anotar lo que ellos le van a consumir.

Le habla sin mirarla, solo se fija en el rostro del hombre que están incómodo y que es incapaz de levantar la mirada.

      — Por favor, un café. — pide Alex en forma seca.

Le sorprende la extraña la actitud de la chica por la forma como mira a su ex.

      — Marcelo, ¿y tú que vas a pedir? — sonriendo sin importar que viene acompañado.

Si le parecía extraña la forma como lo mira, ahora como le habla su desconcierto rebozan los límites del estupor.

      — Yo... hmmm... una gaseosa, si es tan amable — solo mirándola a ella.

En el timbre hay nerviosismo y en la actitud hay bastante agobio.

      — ¿Se conocen? — Alex pregunta sorprendida.

Con los ojos abiertos, el desconcierto no se preocupa en disimularlo, por eso arruga las cejas porque más que sorpresa lo que le causa la actitud de la jovencita es recelo, asombro, desconfianza.

      — ¡Si! claro... desde que se iniciaron las exposiciones. — con total desparpajo.

      — No... yo... este... — incapaz de decir más.

      — ¿Porque dices que no?... ya no recuerdas que salimos a comer.

      — Ah... salieron a comer... — moviendo la cabeza como si afirmara. — ¡Qué bien... o sea que más que conocidos son muy buenos amigos! — y también como pidiendo información.

Y en los ojos hay un gesto de desconcierto que no se preocupa si por algún casi lo lleguen a notar.

      — Pues yo creo que sí, no sé qué opinas tú, ah..

      — Me imagino que está de acuerdo, ¿cierto? — zarandeándolo por el hombro.

      — Yo... este... — no es capaz de pronunciar una sola silaba.

Se le agolpan tantas cosas en la cabeza que de sus labios no sale el más mínimo sonido.

      — Disculpe ¿y ud quién es?

La Ronda de Negocios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora