|C U R I O U S L O V E | Whis x Bills / En Corrección /

'Prueba de amor.'

Entre las rusticas paredes del palacio, se volvía constante la emanación de un silencio profundo que se penetraba sobre los solares vacíos de dicha área. Los ronquidos de la destrucción durmiente chocaban con cada estructura de la vivienda mientras los relojes de arena emprendían con un conteo regresivo para el despertar del Hakaishin.

A unos cuantos kilómetros del cuarto yacía en su estupor la silueta del ente marino que se regodeaba entre las aguas de su pecera al compartir las acotaciones que brindaba a su acompañante, quien se hallaba despavorido ante la confusión pretérita.

—¿Enamorado dices?. Eso no puede ser posible, Oráculo. Yo soy un ángel.

Acotó el ser celeste al guiar sus manos hacía su propio semblante. La postura antes adoptada había sido quebrada, y ahora tan sólo se dignaba en acariciar con ansiedad el rostro. Ante el concepto reportado, un temblor cobró  presencia en sus extremidades cómo si un sin fin de aperturas hicieran aún más presente sus dudas.

Quería ser escéptico, no había manera de que ocurriese. Después de todo, así había sido siempre; su padre siempre había dicho que aquello no era posible, y ahora.... Entonces, ¿Qué podía significar?.

━No es imposible, que los dioses le teman no lo hace imposible.

Una repetición de parpadeos se efectuaron en sus ojos mientras los morados vagaban aletoriamente por los rústicos muros que adornaban con maravillas la zona.

El pez oráculo se limitó a acotar palabra alguna ya que era observador de las expresiones contrarias.

Existió el silencio.
Lo que parecía ser un deseo, ahora pretendia ser la peor de las tragedias, pues era incapaz de acontecer respuestas para sanar esa dolencia.

—No cuestiono los metodos de las deidades, pero nunca es malo dudar un poco. Tu deberías hacerlo también, Whis.

Y así mismo, se dispuso a palmear por última vez la cabeza contraria para luego abandonar la escena.

El ángel se volvía escéptico del anhelo que semanas atrás había estado deseando. El corazón, una vez más, volvió a palpitar con fuerza,  y sus ojos tan impropiamente se humedecieron.  La temperatura corporal se mantenía más allá de los cuarenta grados aptos,  y la sensación de pesadez,una muy extraña para su persona, cobró presencia en su estomago como si una corriente de nervios tomaran el control de su propio cuerpo.

Un único interrogante era preciso en su pensares siendo: ''¿De quien se había enamorado?.''

 Una pregunta, por lo particular, muy inocente pero repleta de la ignorancia que su corazón y alma evitaban expresar.

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Las horas habían transcurrido, y finalmente el día cobró presencia en la atmósfera de aquel planeta. El cielo, que por las noches se tornaba negro, volvió a mostrar su color referente y llamativo siendo este mismo rosado. Los rayos de un sol lejano iluminaban a gran magnitud las aguas que yacían sobre gran parte del cuerpo rocoso tras el cantar de las aves y las criaturas marinas que se ponían al día con sus rutinas poco productivas.

No olvidemos recalcar que parte de esas criaturas son también estas dos Deidades, quienes impacientemente se alzaron a la voz madrugadora del gallo para comenzar con el desayuno.