Si Te Atreves, No Me Sueltes. (Sin acabar)

22- Este es mi lugar.

- Hay que avisar a Miriam, seguro que le apetece venir. -le digo a Camila mientras me paso el eye-liner-.

- Miriam me dijo que iba a ir con Rubén a Málaga centro. Ana está con gripe y si Ama no viene Marta tampoco -Dice mi amiga resignada-.

Al final decidimos salir. Todos se fueron a sus casas a arreglarse. Camila se vino conmigo a la mía para darnos más prisas. Además, la tenía que maquillar, si se maquillase ella la confundirían con un payaso del circo del sol.

- No creo que ningún vestido de los míos te quedé bien.  Seguro que te quedan grandes. Pero espera... -me acuerdo que tengo un vestido turquesa que iba a desechar porque me estaba apretadisimo- creo que tengo un vestido perfecto para ti.

Cuando Camila se lo prueba, acaba enamorándose del vestido. Le sienta como un guante.

- ¡Tía está genial! -Dice mientras se pone sus tacones-.

Yo me decanto por un vestido de color coral con un cinturón de flores. 

Ya estábamos listas. Vestidos, bolsos, maquillaje, tacones.
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Al fin encontramos un sitio para guardar el coche y nos dirigimos Camila y yo a la puerta de la discoteca.

Esperamos un par de minutos y Ángel aparece con una chica rubia, Paula.  Se les veían felices.

- Estáis guapísimas chicas -nos saluda Ángel.

- Tú más -le contesto dándole un beso en la mejilla- Paula ¿que tal estas? Preciosa como siempre eh.

- Muchas gracias. Estoy genial, vosotras estáis preciosas también. -Paula es un poco tímida,  eso sí,  muy buena niña. Me alegro que esté con Ángel.

No seguimos nuestra conversación porque aparece una moto,  Concretamente una Harley.

Cuando Carlos se baja de su moto, se pasa una mano por la cabeza, el típico gesto de los tios ¿no? Ha optado por unos vaqueros negros y un polo rojo. A este hombre el rojo le sienta genial.

No trae chaqueta por lo que se pueden ver sus brazos bronceados y musculosos.  Está increíble. Pero yo no debería estar pensando en esto.  Así que escudo la cabeza y vuelvo a la realidad.

- Hola chicos, siento la tardanza. Tenía que resolver unas cuestiones familiares.

- No te preocupes Carlos. Hoy la fiesta es por y para ti. Vayamos dentro. -parece que Ángel tiene muchas ganas de fiesta. La verdad es que me resulta un poco raro en él -.

Todos van a la entrada de la discoteca pero yo me quedo parada y detengo a Carlos para que no vaya tras ellos.

- ¿Va todo bien? ¿Cuestiones familiares? -pregunto,  siento la necesidad de saberlo.

- No es nada Bea. Jimena quería que le leyese un cuento antes de dormir. Estaba insistiendo mucho y tuve que contarle el cuento de Los tres cerditos por enésima vez.

La imagen de Carlos contándole un cuento a su hermana pequeña me causa mucha ternura.

- Al final vas a resultar ser un buen hermano mayor y todo. -y justo después de intercambiarnos una sonrisa, nos vamos con los demás.
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Una vez dentro respiro aliviada. Estaba asustada de que no dejasen entrar a Camila.  Es la única que todavía tiene 17, pero al ver que Carlos y Ángel eran mayores de edad, no nos pidieron el DNI a los demás.

La discoteca es bastante grande. Se pueden distinguir tres partes. Una barra inmensa, llena de camareros con pajaritas y camisas azules, sirviendo bebidas constantemente. La zona de las mesas y sillas, donde se pueden apreciar a personas de nuestra edad y muchísimo más mayores, disfrutando de una copa con el fondo de la música. Y la última parte que se distingue en esta discoteca es la pista de baile, es inmensa y está repleta de jóvenes bailando sin fin y perreando. Alguno con alguna copa de más.