13- Me soltaste.

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No hace mucho que toco la guitarra. Nadie me ha enseñado. Me busqué varios vídeos en YouTube y me aprendí canciones que me gustaban y que eran fáciles.  La música es algo fundamental en mi vida, y la idea de poder hacer música por mi misma me encanta.

Ayer Carlos me dejó en la puerta de casa. Estuvimos hablando y no nos dimos cuenta que llegamos hasta aquí. Miriam se quedó con Rubén,  ya sabía que estos dos iban a acabar otra vez igual. Ana y Marta como siempre, se lo pasaron en grande y triunfaron como hacen todas las veces que van de fiesta. Y lo que más ilusión me hace de todo esto es que Ángel y Paula van a tener su primera cita el sábado que viene. Ojalá que todo salga bien, si van a tener algo, quieren ir despacio. Me alegro mucho por ambos.

Mis padres no estan en casa. Han salido otra vez. Hacen bien. Mi madre está muy estresada, se pasa el día cuidando de mi hermano, y mi padre trabaja mucho desde que lo ascendieron a teniente de la Guardia Civil. Estoy orgullosa de él.

Veo que Diego está entretenido, está viendo El libro de la selva. Asi que decido preparar la cena. No puedo evitar pensar en todo lo que pasó anoche. Estuve dando un paseo con Carlos y me confesó uno de los que puede  ser sus mayores secretos.
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Acabamos de cenar y le pongo a Diego Mary Poppins.  Luego me voy al salón y me pongo a cantar mientras toco mi guitarra.  Solo me se unas pocas canciones,  pero no me canso de tocarlas. Justo cuando acabo de tocar Mi lamento de Dani Martín,  escucho unos golpecitos en la ventana del salón. Decido asomarme y veo que hay un chico bien abrigado con una chaqueta negra,  unos pantalones grises deportivos y unos tenis negros.  El chico esta apoyado en su moto,  una Harley, con unas cuantas piedrecitas en la mano.

- Ey ¿que haces ahi? -le pregunto a Carlos.

- Esperarte,  hoy toca entrenamiento nocturno.

Ja,  ni de coña.

- Ni de broma Carlos.  No no y no.  ¿Has visto el frío que hace?- le pregunto,  es que ni entiendo como puede estar ahí abajo en la calle sin estar temblando. -  Además,  estoy cuidando de Diego,  no lo puedo dejar sólo.

- Ah bueno,  en ese caso...  Lo tendremos que dejar para otro día...

- Gracias por entenderlo- le digo con una leve sonrisa.

-Pero ya que he llegado hasta aquí... - me da miedo lo que pueda decir ahora- ya que he llegado hasta aquí me podrías invitar a entrar. Hace muchísimo que no entro.

La verdad es que no puedo negarme,  hace mucho frío,  y es verdad,  ya que ha venido le podría dejar pasar y hacerle un colacao o algo.

- De acuerdo,  voy a abrirte.

¿Quién me iba a decir a mi hace unas semanas que el chico que tanto quería odiar iba a entrar otra vez en mi casa?

- Ogg...  Echaba de menos este olor.- dice cuando entra- ¿Sigues teniendo tu cuarto lleno de caras de Pablo Alborán?- pregunta mientras va hacia mi cuarto con todas las confianzas del mundo.

Una vez que entra se da cuenta de la respuesta y de que mi cuarto esta igual o peor que cuando se fue. Esta lleno de dibujos,  frases,  twits,  caras...  de Pablo.  Y es que mi cuarto es un lugar donde paso horas estudiando,  pero a la vez es mi pequeño santuario.

- Estas obsesionada eh! - dice mientras no aparta la vista de mis paredes.

- ¿Has venido a mi casa a llamarme loca? - le digo bromeando.

-Jejejej,  no Bea.  Oye,  y Diego,  tengo ganas de verlo.

- En su cuarto, ven.

Cuando llegamos al cuarto de Diego,  este como es normal no hace nada raro, no se percata de su presencia. Es como si le diese igual. Me pregunto qué sentirá en el fondo.

Si Te Atreves, No Me Sueltes. (Sin acabar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora