Mi nombre es Lucía Rodríguez y junto a mi grupo les vamos a exponer sobre cómo acabé metida en este peo.
"Marico, nunca entiendes nada. ¡Qué peo contigo, Luke!"
#1 en 5sos 14/11/2018
#10 en lukehemmings 2/11/2018
#2 en michaelclifford 2/11/2018
#4 c...
Espero que les haya llegado la luz a todos, mis amores. Si no, cuando lean esto, espero que estén bien. Que Dios los cuide y que todo mejore para todos los que están allá, y también para los que están fuera que estén pasando trabajo.
Los amo😘
Todo empezó con un beso común y silvestre, en el que los labios de mi catire bello impactaron con los míos en el momento en que yo pronuncié las palabras "dale play".
Teniendo el cuidado suficiente para no hacerme daño, pero aún así sacando su salvajismo interior, Luke presionó suavemente mi cuerpo contra la pared de la que mi espalda se apoyaba, fusionando su pecho con el mío.
Admito que de un momento a otro se me olvidó toda mierda: Nicole, Sierra, el mamaguevo de Maduro... Todo. Sólo podía pensar en el terremoto cucal que me estaba dando.
Y es que de bolas, con esa metida tan boleta que nos estábamos marcando... Adiós, virginidad bucal.
Yo en un principio me dejé llevar, simplemente siguiéndole el beso con los fuertes trazos de mi lengua. Sin embargo, no habían pasado más de unos cuantos segundos cuando se me metió lo Tony el tigre y empecé a atraer a mi novio hacia mí agarrándolo de la camisa.
Una loba en el armario, tiene ganas de salir, AUUUUUUU🎼
Amo a Shakira, chao.
Ya, hablando serio: necesitaba su toque, sus besos, que me recorriera con sus manos y su boca, y que así me hiciera olvidar todos mis problemas y crisis existenciales en menos de lo que podía decir "Maduro coño 'e tu madre".
Luke era mi escape, y la verdad era que en ese momento no me provocaba más que huir de todo lo demás.
Un escape. Corina y Gustavo ahora, pues.
Bueno, mejor no. Susto. Después pasa esto...
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Y no, mami.
Total que mientras aquel se sostenía de la pared con una de sus manos, dejando su bien trabajado brazo extendido a un lado de mi cabeza, yo llevé una de las mías a su cuello con la otra aún jalándole la ropa. Luego, metí mis dedos entre sus cabellos rubios rizaditos, aprovechando para acariciarlos como tanto me gustaba hacer.
Decidí meterme por la vía vieja, recorriéndole la línea de la mandíbula con una serie de besos cortos hasta llegar a su cuello, en donde fui depositando un par de suaves mordisquitos traviesos.