Mi nombre es Lucía Rodríguez y junto a mi grupo les vamos a exponer sobre cómo acabé metida en este peo.
"Marico, nunca entiendes nada. ¡Qué peo contigo, Luke!"
#1 en 5sos 14/11/2018
#10 en lukehemmings 2/11/2018
#2 en michaelclifford 2/11/2018
#4 c...
Chamix, necesito que por fa lean esto, porque si no no voy a poder dormir tranquila, de pana.
Perdón por si sintieron que en el cap anterior l@s estaba regañando por cosas que ni siquiera son culpa suya.
De verdad que me expresé mal no, horrible.
Yo sé que no es excusa, pero estaba en un momento depre y lancé culpas de mi momentánea inseguridad a Raimundo y todo el mundo, cuando la culpa era mía.
Y bueno, nada. Perdón, de verdaita. Pls olviden todo lo que dije antes. Lo único que realmente me importa es que les guste la historia, así comenten o no, o lo que sea.
Aún así está ahí como que ajá lo de la segunda parte, pero eso ya lo vamos viendo, ¿sí vacata?
Probablemente sí vaya pa'l baile.
Los amo, vale, no se olviden.
Qué gay soy, chao.
Como la iguana, cayendo y corriendo, salí choleada de mi cuarto y atravesé todo el apartamento, burda 'e lo emocionada.
Cuando entré en la sala pude ver que los demás habitantes de la sabana que era mi casa en ese momento ya se habían levantado: Daniel estaba tirado en el sofá vagando como siempre, Bárbara se encontraba sentada en las sillas altas de la islita de la cocina puro hartando, mi mamá andaba haciendo café pa' ella y pa mi papá, y este último se encargaba de guardar los corotos que quedaron secándose del día anterior.
Los susodichos se asustaron por mi repentina aparición, dejando todos de hacer lo que estaban haciendo para voltear hacia mí y quedárseme viendo mientras yo buscaba las llaves como loca para poder abrir la puerta.
Aún así, yo seguí a lo mío, removiendo las cosas que estaban sobre la mesa de la sala a ver si conseguía las marditas llaves.
—Y el "buenos días" bien gracias —se quejó Bárbara mientras mascaba el 'conflé', haciendo que se escucharan los mordiscos hasta en el Ávila. Senda chusma que era esa carajita.
—Culo, chica —repliqué, viéndome tentada a girarme para sacarle la lengua, pero acabé conteniéndome y optando por concentrarme en buscar las llaves.
—Lucía —me llamó mi papá, metiendo el último plato en la gaveta que se abría frente a sí—, ¿qué vaina es? ¿Te fumaste una lumpia o qué coño es lo que pasa?
Yo no le paré mucho, por lo que no pensé lo que estaba a punto de decir hasta que las palabras salieron de mi boca. Cagándola como siempre, pues.
—¡Sí! —clamé victoria al dar con las llavesitas por fin, corriendo más que Barry Allen hasta la puerta.
Mi gente se me quedó viendo tipo:
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