take me to church

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Los grandes ojos de Mark iban de lado a lado, observando todo a su paso, la luz primaveral de domingo entraba a través de lo enormes ventanales, decorados con figuras religiosas pintadas sobre el cristal, todo le daba una hermosa armonía al lugar, desde como pasaba la luz hasta el ruido relajante de las ramas golpeando en algún lado a causa del viento.
Al ser ser tan temprano en la mañana no había nadie más que él, era un muy tranquilo momento de paz en el hogar de dios, en donde podía sentirse como en su hogar, se sentía protegido en esa enorme y hermosa iglesia, prácticamente se había criado ahí, era imposible no sentirla como en un lugar en donde se suponia podía ser él, en donde todos lo aceptarían, una fe los unía sin importar los errores o diferencias del otro, ¿por qué juzgarlo? ¿Eso siempre pasaba? No lo sabía, pero algo le decía que tampoco quería averiguarlo.

-Que felicidad,-suspiro escondiendo una sonrisa, en poco menos de media hora la gente empezaría a llegar, listos para un domingo más escuchando la palabra del señor, compartiendo sus opiniones con gente que se veía muy a menudo, casi siempre eran las misma personas las que concurrían a ese lugar, se solía ver muy pocas caras nuevas.
A él que lo conocían desde que era un niño, se había criado con todos esos creyentes que siempre lo aconsejaban y lo hacían seguir el camino del señor de una forma correcta, sin desviaciones, sin siquiera mirar con tentación los pecados, siempre le hablaban sobre no hacer cosas que pudieran lastimar al otro o sobre no hacer cosas que iban en contra de lo natura.

Mark era un chico de bien, criado en el seno de una familia sumamente religiosa, pero sobre todo; cariñosa, le daban todo a su pequeño bebé, todo lo que él necesitaba para ser feliz, no eran duros con él, siempre protegiendolo, preferían enseñarle antes que castigarlo por un error, que la mayoría de veces era tonto, como desaprobar una evaluación o no afinar correctamente el órgano de la iglesia, era buenos padres, los mejores que el pequeño canadiense podía pedir.

Todos amaban a Mark, era imposible no hacerlo, era brillante, trabajador, inteligente y miles de adjetivos que calificaban al pequeño como un ángel, porque era obvio que Mark no era nada más ni nada menos que un ángel, de ojos grandes y brillantes que podían ver hasta tu alma con una sola mirada.
Era delicado pero quería aparentar no serlo, era tierno como un bebé cada vez que intentaba actuar "varonil" pero fallaba a los segundos, él estaba destinado a ser la rosa blanca más perfecta, no necesitaba de una voz gruesa, un cuerpo tonificado ni nada de eso, con lo que tenía le era suficiente, aunque él no lo entendía así y se sentía acomplejado por su cuerpo delgado, que por más que trabajase, no se tonificaba o agradaba.

Por eso no se asusto de las cosas que sintió cuando a eso de las ocho de la mañana un hombre alto, musculoso e imponente como nunca antes había visto entro, robándole el aliento.
El pelinegro entró tranquilo, con un buzo negro por encima de una camisa de color gris, se veía tierno pero su altura y proporciones eran algo de otro mundo, era todo lo que Mark quería ser, por eso no tomo en cuenta cuando su corazón se freno y sus dedos dejaron de afinar la guitarra cuando ese hombre desconocido lo miro. Era alguien que nunca antes había visto, ni en la iglesia o alrededores, pero ahí estaba, luciendo como la persona más fascinante que Mark había visto a su corta edad, aunque no sólo él, sino que rápidamente todas las mujeres comenzaron a observador, sin poder quitarle la vista encima, con ganas de conocer a ese hombre de ojitos amabanbles, pero él, se sentía igual que ellas mirando a ese él, quería hablarle, estaba decidió a hacerlo.

Luego de afinar la guitarra y acomodar su camisa fue hasta donde su madre que se encontrá en los asientos de adelante, le sonrió y se quedó ahí a escuchar la misa que tanto conocía pero disfrutaba, el cura que hablaba siempre daba bueno sermones que lo dejaban pensando mucho, para bien o para mal, aunque eso último no solía pasar, él no se cuestionaba si lo que la biblia decía están mal, ¿cómo podía estarlo?.

-Mark, ve a hablar con el nuevo chico, ¿si? Él está algo solitario,-hablo su padre con una sonrisa luego de que la misa haya dado por finalizada, el menor asintió contento de poder ir a hablar con ese nuevo cordero del rebaño, poca gente nueva iba, pero siempre que alguien se integraba él iba a hablarle, a presentarse como el cantante y guitarrista de la iglesia, pero esta vez se sentía más entusiasmo, según él porque ese chico parecía solo un poco más grande.

Con cuidado el de cabello castaño se acerco al enorme chico que se mantenía leyendo algo en un folleto, su boca se estiraba un poco hacia adelante delatando de que estaba concentrado leyendo, por eso Mark se acerco con cuidado para tocar el hombro del muchacho, que rápidamente le dirigió la mirada.

El canadiense juro que puedo haber muerto de los nervios cuando esos hermosos ojos lo miraron, no eran negros, más bien tenían un color marrón claro, pero daban una energía que nunca antes había sentido, reconfortante, pero ligeramente triste, aunque amable, tan extraño.

-Veo que es nuevo, soy Mark Lee, un gusto, ¿usted es?,-pregunto sentándose nervioso, el hombre le sonrió de lado mirándolo a detalle, sin importarle ser demasiado obvio al detallar al menor, nadie sospecharia de sus desviaciones, no estaba en Chicago, mucho menos en la iglesia de su madre.

-Johnn Seo, el gusto es mío,-dijo estirando su mano con cuidado para tomar la pequeña del contrario, que sólo le devolvió el saludo con una sonrisa que no mostraba sus dientes.

La charla fue amena, se preguntaban cosas sobre el otro; ¿de dónde eres? "oh, nunca visite Chicago" ¿cuantos años tienes? "Oh, eres mucho más grande que yo, no lo pareces de todas formas" eres tan alto, ¿cuanto mides? "Raro interés, 1,84, siempre soy el pinto focal, a veces es incomodo, no crezcas Mark Lee, ser pequeño como tú tiene muchos beneficios, así estas perfecto".

No había mucho más de historia de cómo se conocieron, ese día de primavera simplemente hicieron click, hubo una conexión que lo dos creían era de amigos, a pesar de la confianza y todo, Mark seguía sin sabes de las razones por las que su mayor se había mudado de Chicago a Canadá, un lugar tan diferente y alejado, sin su familia o amigos, era algo raro, pero una vez más, no se lo cuestionó, ¿cómo Johnny podía ser alguien malo si todo el tiempo lo hacia sonreír y sentirse a gusto?.

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「NCT Stuff」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora