Exceso de besos -o la ausencia de ellos
Tras unos minutos más de besos acalorados en el sillón, Caleb me dejó libre para que pudiera tomar una ducha.
Me envolví en una toalla para después de ponerme la ropa interior, y al abrir la puerta me encontré con que Caleb me estaba esperando sentado en su cama.
—¿Dejarías caer la toalla como en la casa de Emily? —preguntó viendo mis piernas y, sin siquiera pensarlo, la solté.
Caleb le dio un rápido vistazo a todo mi cuerpo y se levantó, tomando una camisa blanca entre sus manos.
—Pensé que tal vez no querías volver a andar con ese top —comentó, y eso era porque descubrí una rajadura en un costado de éste, que sin dudas lo había hecho Caleb al sacármelo.
—Sí... creo que no estoy muy interesada en andar con eso por la calle —dije divertida y rio.
Me pasó la camisa por los brazos, y se tomó su tiempo para abrochar los botones, dejando besos en mi cuello marcado mientras lo hacía.
Al separarse me sonrió y me pasó la falda. Me senté en la cama para ponérmela, y luego de esto me puse mis zapatos.
—¿Estamos muy lejos de mi casa? —pregunté, acomodándome el pelo.
—Como a dos kilómetros, tal vez tres.
—¿La escuela queda de pasada?
—Eh... sí.
—Perfecto, Ben vive a seis cuadras de la escuela —informé levantándome.
—No pensarás en irte sola, ¿verdad?
—No pensarás en dejarme en casa de Ben, ¿verdad?, porque si mal no recuerdo, él es alumno en la escuela en que trabajas y...
—Bueno, bueno, entendí —contestó gruñendo y tomándome de la cintura— te tengo una propuesta —comentó sonriendo— te dejo en la esquina de la cuadra de Ben, y luego de recojo en la otra, él no notará que yo te dejé allá, y tampoco que te estoy esperando.
—Está bien, me convenciste —suspiré y me dio un pico, sonriendo.
—Perfecto, vamos —dijo.
Salimos de la habitación y tomé mi bolso que se encontraba en la sala. Bajamos por el ascensor, ya que nos encontrábamos en un cuarto piso, y fuimos directamente al estacionamiento subterráneo del edificio de la mano. Entonces subimos a su auto y arrancó.
Tal como acordamos, Caleb me dejó en una esquina, y caminé hasta la casa de Ben. Él me abrió con cara de dormido, por lo que deduje que estaba durmiendo una siesta cuando lo desperté.
—¿Qué te pasó en el cuello? —fue lo primero que preguntó al ver las marcas. Entonces vi el suyo.
—Yo te tengo que preguntar lo mismo —anuncié y se puso rojo.
—No inventes, me viste con Sam.
—No invento, porque de anoche no recuerdo ni un puto segundo —confesé tomando el manojo de llaves que me extendía— sin embargo, supongo que lo mío me lo hizo algún chico con el que me habré besado —comenté, quitándole importancia.
—Bueno, nos vemos en unas horas —dijo rascando su nuca y asentí.
—Nos vemos hasta entonces, cariño —le dije guiñando un ojo— hay mucho de lo que me tienes que contar.
—Lo sé —se quejó y me reí.
Comencé a caminar en dirección a mi casa, Ben cerró la esquina detrás de mí, mientras divisaba el auto de Caleb.
—¿Ya está? —preguntó con una sonrisa cuando me senté, mientras se giraba a verme, y le mostré mis llaves— Excelente —asintió, y encendió el motor.
Al cabo de unos minutos llegamos a la casa, y nos enfrentamos.
—Gracias por la linda tarde —comenté con ironía, y pude ver que sus orejas se ponían un poco rojas.
—Lo mismo digo —dijo dándome un profundo pero corto beso. Me volteé para salir del auto, pero me detuve cuando abrí la puerta. Volví a mirar a Caleb.
—Em... Caleb —comencé, jugando con mi cabello, porque preguntar esto realmente me ponía nerviosa— ¿Va a volver a suceder lo del fin de semana pasado? —pregunté, haciendo referencia a que me había ignorado luego de besarme. Suspiró.
—No, Zhavia, yo... ¿lo podemos hablar mañana? —preguntó y asentí. Entonces volvió a inclinarse a mí y a plantar un beso en mis labios— Nos vemos, chérie —susurró. Volví a asentir y salí del auto. Me detuve en el porche al abrir la puerta, la ventanilla estaba baja, por lo que lo saludé con la mano y me sonrió.
Lo primero que hice fue ir a mi habitación y cambiarme hasta la ropa interior. Me puse ropa cómoda (la cual, eventualmente tapaba gran parte de mi cuello), ya que solo vendrían mis mejores amigos.
Hechas las ocho menos cuarto, me puse a preparar palomitas. Los chicos traerían dulces y las chicas para hacer chocolate caliente, por lo que me tocaban las palomitas, y jugo.
Los chicos llegaron cinco minutos después de que comenzara a hacer mi parte.
Abrí la puerta y lo primero que recibí fueron golpes soltados al azar sobre mi cabeza.
—¿Estás loca? —decían mis amigas, mientras me zarandeaban— ¿irte sola a las cuatro de la mañana?
—Madrugada —corregí mientras me cubría— y me fui en taxi.
Cuando dije eso sus golpes cesaron, así que fui libre de volver a la cocina a revisar las palomitas antes de que se quemaran. Todos me siguieron y se pusieron a hablar ahí. Sam comenzó a hacer el chocolate caliente.
Comentaron cosas de la fiesta, y que a las cinco y media unos grupos de chicos comenzaron una pelea bastante grande, por lo que los sacaron a todos a la calle.
—Entonces ahí se dieron cuenta de que yo no estaba —dije, sirviendo las palomitas en dos cuencos.
—Nos desesperamos porque no atendías el celular y cuando todos se dispersaron tú no estabas.
—A esa hora ye estaba durmiendo —me excusé, lo cual (creía yo) era totalmente cierto.
—Bueno, bueno, eso ya no importa, quedó en el pasado —dijo Adam y le agradecí con la mirada— vamos a ver una película antes de que todo se enfríe.
Todos tomamos los distintos recipientes (los de las palomitas, los de los dulces, las tazas para tomar el chocolate caliente, la jarra con chocolate caliente, y el jugo). Acomodamos todo en la mesa de café, y arreglamos los dos sillones para que quedaran enfrentados al televisor junto al sofá.
Iba a ser sincera, tenía miedo de que todos estuvieran besándose y yo terminara tocando el violín, pero sorprendentemente la noche pasó entre risa y ningún beso por parte de nadie. Una cosa aún más rara fue que Sam y Ben se sentaron en el mismo sofá, pero cada uno en una esquina, por lo que me tuve que sentar en el medio. Tendría que hablar con Ben para averiguar qué había sucedido entre estos dos la noche anterior, había algo totalmente raro ahí.
-Lumos-
Bueno, no es el capítulo más largo de todos, pero son cosas que pasan jajajaj.
Estoy pensando seriamente en actualizar 3 veces por semana, ¿qué piensan ustedes?
En fin. Cuídense mucho. Besos .xx
-Nox-
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Mi Deseable Perdición ✓
Romance¿Quién diría que el único hombre que llamaría la atención de Zhavia terminaría siendo su profesor de Literatura? Advertencia: escribí este libro con 13 años y requiere edición