45. Mi chica

2.1K 120 10
                                    

Mi chica



Llegué a mi casa caminando y abrí la puerta con tranquilidad. Instantáneamente me dirigí a la cocina para lavarme las manos y organizar los ingredientes que utilizaría a continuación para hacer el almuerzo, así facilitar un poco mi tarea al cocinar.

En la isla del centro de la mesa coloqué puerro, apio, cebolla de verdeo, mostaza, un pimiento, cuatro papas y una zanahoria. Saqué una tabla de la alacena para comenzar a cortar las cosas y ponerlas en sus respectivos recipientes para tenerlos a mano cuando el pollo se estuviera cocinando, entonces mi celular comenzó a sonar.

—Estoy afuera —avisó la voz de Caleb.

—¿Quieres entrar tu auto al garaje?

—No, tranquila, lo dejé a la vuelta, pero abre la puerta —pidió, y asentí aunque no pudiese verme, dirigiéndome rápidamente a la entrada principal de mi casa.

—¿No era más fácil tocar el timbre? —cuestioné sonriendo al abrir.

—Sí, pero más aburrido —comentó, dejando un beso en mi cabeza y adentrándose a mi casa. Como lo supuse, fue directo a la cocina— ¿Ya comenzaste a cocinar?

—Estaba por hacerlo —me encogí de hombros.

—¿Vas a necesitar ayuda?

—No, gracias —sonreí— hoy yo me encargo completamente de la cocina.

—¿Y qué hago yo mientras tanto?

—Hacerme compañía —propuse y él asintió, tomando un banquito.

Fue luego de eso que Caleb no hizo más ruido y solamente me observó hacer mi trabajo. Agradecí que fuese así, porque si me hablaba probablemente acabaría distrayéndome y cometiendo un error, él lo sabía. Primero que nada, lavé, pelé y corté todas las verduras, después, me dediqué a hacer una marinada para colocar las lonchas del pollo con la mostaza, el puerro, la zanahoria, el apio y la cebolla de verdeo, además de unas especias como pimentón, romero, tomillo, pimienta y sal. A todo eso, además, le agregué un poco de vino blanco.

Mientras el pollo se marinaba puse las papas a hervir para hacer un puré con ellas.

—¿Tienes que hacer deberes o podemos pasar toda la noche echados en el sillón? —preguntó, al ver que tenía un tiempo libre entre que las papas se hacían y el pollo se marinaba.

—Tengo deberes —me quejé, sentándome a su lado— De química, y creo que de física... no sé por qué me metí a química en un primer momento, detesto esa materia.

—Bueno, pero ya no tiene sentido que te quejes, sólo debes procurar hacer esos deberes de manera magnífica.

—Quizás necesite ayuda ¿Sabes de química? —cuestioné, esperanzada.

—Claro que no, nunca tomé química en la prepa, la odio.

—Maldición —me quejé— Estoy tentada a no hacer nada y proponerte ver una película.

—Tranquila, no es para tanto —carcajeó— si acabas de hacer tus deberes, te daré un masaje —prometió, dejando un beso en mi mejilla.

—Ahora sí me interesa —asentí.



 —Jane quiere que vayamos a bailar el sábado —comenté mientras terminaba de escribir unas uniones químicas en mi hoja. Tenía, interiormente, un gran rencor hacia mí misma porque la profesora de química nos había dejado una pila de deberes que yo había preferido dejar para último momento.

Mi Deseable Perdición ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora