Harry Potter
El salón del colegio -que en realidad era el espacio donde teníamos deportes- estaba lleno de estudiantes y yo tenía el pecho que me explotaba del orgullo. No por mí, sino por Jane, que había sido una de las cabezas en la organización del baile, y todo había resultado estar más que maravilloso. La decoración del gimnasio era en realidad la típica de un baile de Halloween, aunque habíamos conseguido un DJ que además tenía un juego de luces láser increíbles, las cuales, con la máquina de humo, generaban un efecto increíble.
A pesar de encontrarme sola desde unos minutos, estaba disfrutando mucho la fiesta. Me había encontrado con muchos compañeros a los cuales no veía hacía demasiado tiempo y que no había notado cuánto extrañaba, ya que el inicio de clase me había consumido el tiempo -eso sumado a la nueva e inesperada relación que había surgido en mi vida-, por lo que ni siquiera pensé en mandarles un mensaje para pedirles que nos encontráramos.
A medida que entraba la gente, más personas saludaba y menos tiempo me encontraba sin compañía.
—Qué linda estás —me dijo Johan, un chico de segundo, y supe que no lo había hecho con una segunda intención.
—Gracias —le sonreí.
Me encontraba vistiendo un vestido victoriano de color rosa pálido con una tiara en la cabeza. A pedido de Jane, las tres nos habíamos disfrazado de princesas, cada una con su vestido de distinto diseño, paro al fin y al cabo el tema era el mismo.
Cuando Johan se fue, alegando que se encontraría con su grupo de amigos, pude visualizar a Ben en la entrada del salón, vistiendo con un traje de príncipe. Reí ante el hecho de que nuestros disfraces combinaran.
Luego de unos segundos él también me miró y caminé hacia él para encontrarnos.
—¡La he buscado hace años, mi princesa! —exclamó, inclinándose, una vez que estuvimos cerca.
—Que me busque no es una muestra de vuestro amor, pues he sido yo quien se ha acercado. Todo hombre busca.
—No me ha dado tiempo de reaccionar antes, me he quedado absorto en su belleza.
Quise continuar con el absurdo diálogo que estábamos teniendo, pero no pude contener la risa.
—¡Zhavie, estaba inspirado! —se quejó y reí aún más.
—¡Pues lo lamento! ¡Fue demasiado gracioso! —quise excusarme.
—Tu cara es graciosa y no ando riéndome de ti todo el tiempo —replicó.
Abrí mi boca con indignación fingida y le di un guante en el pecho.
—¡Así no vas a conquistarme!
—Venía a ver cómo estaban, pero veo que ya se están confesando que se aman —dijo una voz a mis espaldas y volteé sonriendo.
—¡Hola Adam! —lo saludé con una sonrisa, viendo que él también estaba vestido de príncipe, aunque, a diferencia de Ben -que vestía de azul-, él tenía un traje color rojo.
—Buenas noches Zhavia —me saludó con un abrazo— Ben —le estrechó la mano— todo está perfecto, ¿no? Menos mal, sino Jane estaría como loca.
—Cierto —asentí— a todo esto, ¿dónde está Jane?
—Organizando cosas por ahí, parece que alguien echó alcohol en los ponches y no quiere que ningún adulto se entere para que no haya algún castigo, aunque tampoco está dispuesta a tirarlo.

ESTÁS LEYENDO
Mi Deseable Perdición ✓
Romance¿Quién diría que el único hombre que llamaría la atención de Zhavia terminaría siendo su profesor de Literatura? Advertencia: escribí este libro con 13 años y requiere edición