44. Alumna favorita

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Alumna favorita 




Mis pasos no sonaron fuertemente en el suelo del pasillo porque llevaba mis vans. Sumadas a ellas, para completar mi conjunto, tenía unos jeans negros y mi suéter gris holgado, que estaba metido a medias en mi pantalón. Tenía un rodete desarreglado y apenas me había lavado la cara porque me concienticé con que ponerme maquillaje todas las mañanas iba a terminar por arruinar mi rostro totalmente antes de los treinta.

Al llegar a mi casillero saqué los libros que necesitaba y guardé los que iba a utilizar el día siguiente. Cuando estaba por concluir mi acción sentí que alguien se apoyaba en el locker de al lado.

—Definitivamente, este estilo tuyo me gusta mucho más, ¿ya te rendiste con quien sea que intentabas seducir? —cuestionó, divertido.

—Intentaba seducirte a ti, pero como eres tan lento con las indirectas, me harté y decidí volver a mi estilo usual — bromeé volteando hacia Ben, que me observaba con una ceja alzada y una sonrisa en su rostro.

—Claro, y después de eso ibas a pedirme matrimonio ¿No es así?

—En este momento, déjame buscar el anillo... —reí— Exageras mucho, Ben. Yo me visto como quiero cuando quiero.

—Zhav, te conozco, mucho. Sé con total certeza que haces eso de vestirte de manera más sexy cuando quieres que alguien te note y sienta atracción por ti.

—Tal vez volví a mi obsesión por Smith y me duró solamente una semana —propuse, aunque sabía que no aceptaría esa excusa.

—Eso no es cierto. A Smith ya lo superaste, le dices tío Steve —me acusó.

—Hay gente que siente atracción por sus tíos —comenté, encogiéndome de hombros.

—Bien —susurró— eso que acabas de decir es muy turbio —se quejó, y agitó su cabeza, intentando recomponerse por lo que yo acababa de decir— Lamento informarte, pero sé que no has estado atrás de Smith porque si hubiera sido así hubieras estado a su alrededor todo el tiempo y, ¿Sabes qué?, no lo has hecho.

—Estuviste muy pendiente a mis movimientos —señalé, levantando las cejas y mirándolo sorprendida.

—Sí —suspiró— Eso hace uno cuando tiene una mejor amiga que no le cuenta las cosas que pasan en su vida —contraatacó, y me sentí la peor persona del mundo— Luego viene sintiéndose mal y no puedo ayudarla o comprenderla porque no sé por qué es lo que pasó.

Mordí mi labio, sabiendo que lo que él decía era completamente cierto.

—Está bien, está bien —Me rendí, teniendo mi mente trabajando a mil motores para poder encontrar una excusa convincente— Me pareció que me gustaba Thomas, pero fue solo una falsa alarma y lo dejé pasar, por eso no duró ni dos semanas —mentí, con mi conciencia carcomiéndome las ganas de decirle la verdad.

—Bien —suspiró, comenzando a caminar por el pasillo— No era algo tan malo —analizó— Prometo no reclamarte estas cosas, si es por eso que no me contaste, somos adolescentes y es normal tener esos altos y bajos en las cuestiones amorosas —indicó— sólo haré un solo comentario: Thomas... ugh. Buena decisión al racionalizar que no te gusta.

Es cierto que, desde antes de conocer a Caleb, había dejado de comentarle mis situaciones amorosas a Ben. Desde que teníamos doce años era muy común en mí que me gustase un chico por muy poco tiempo y tuviera un fuerte enamoramiento durante ese período, aunque todos siempre concluían igual de rápido, y al final era como si nada hubiera sucedido. Luego de que tuviera uno de esos en primero de la preparatoria, Ben se hartó y me dijo que no le contase sobre relaciones amorosas si no era algo serio, y que estaba harto de mis histeriqueos pasajeros.

Mi Deseable Perdición ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora