Vainilla Latte
Agradecí a Dios y a todos los cielos no tener clases con Mitchell ese día, porque significaría un aplazo al desagradable momento que pasaría si tuviese que estar en una sala con él, a pesar de que en el mismo lugar hubiese más personas.
Sin embargo, en el primer receso me vi obligada a tomar desprevenidamente de un brazo a Ángela Bloom, una agradable pelirroja de primero, para tener una conversación sobre qué tal había transcurrido la prueba de porristas a la que había asistido, porque Caleb se acercaba curiosamente por el mismo pasillo en mi dirección. A causa de eso, tuvo que continuar su camino, no sin antes dedicarme una significativa mirada que realmente me afectó.
En el segundo receso detuve a Charles Grant de tercero, exactamente por la misma causa. Nunca había agradecido tanto haber hecho buenos paños con todo el mundo en primero y segundo, y seguir haciéndolos. No, no era la típica popular, solamente conocía a cada uno en la escuela y tenía una buena relación, es diferente. Quizás porque no le hacía bullying a nadie y realmente me importaba los motivos de felicidad de mis compañeros de preparatoria.
De todas formas, sabía que no podía evitarlo por siempre, pero intentaba atrasar el momento de hablar lo máximo posible, aún no estaba lista, y me preguntaba si en algún momento lo estaría.
Para el fin de clases, realmente estaba suspirando de alivio, pero eso no duró mucho, porque cuando dejé mis cosas en mi casillero, sentí una mano que bien conocía tomarme del brazo y arrastrarme. En un abrir y cerrar de ojos, estaba en frente de Caleb Mitchell, en su oficina.
Intenté no darle mucha importancia al centenar de dagas que estaba sintiendo clavarse en mi pecho y solamente le di una dura mirada, buscando a tientas la perilla detrás de mí para correr lo más rápido posible.
—Zhavia —suspiró, tomando mi mano que buscaba la salida.
Entonces me di cuenta a qué le estaba dedicando mi mirada dura. A un Caleb con ojeras muy oscuras debajo de unos ojos cansados. Se notaba un poco pálido, pero no debía creerle a una buena actuación.
—Zhav, realmente lo que viste no fue lo que parecía, déjame explicarte —susurró, bajando la mirada.
Mi corazón se rompió un poco, y deshice mi dura mirada, ¿realmente estaba así por mí?
Entonces recordé haber escuchado algo... "¿Me puedes explicar qué es lo que acabo de ver?".
Él no estaba así por perderme, él muy probablemente estaba así por haber perdido su relación con una chica más grande, alta, y hermosa que yo.
—No, Caleb —susurré, alejando mi mano de la suya, y finalmente tomando la perilla a mis espaldas para salir rápido de ahí. Al estar en el pasillo cerré mi casillero que había quedado abierto y caminé hacia la puerta principal con una tormenta en mi cabeza.
Al enfrentarme a los escalones que finalmente me daban la bienvenida a la calle, pude ver el auto de Connor aguardando por mí al cruzar la calle. Prácticamente corrí hasta él, aferrándome a mi mochila y me subí. Cuando apoyé mi espalda en el asiento del acompañante, solté un largo y sufrido suspiro.
—¿Tan mal ha estado? —me preguntó mi amigo, y asentí. Puso el auto en marcha, mirándome de reojo.
—Como no te das una idea, Conn —le contesté— Ha estado siguiéndome por todos los pasillos. Ya no supe de qué hablar con quien me cruzaba para no quedar sola, porque entonces se acercaría a mí y me diría "Señorita Taylor ¿Podemos hablar?", y yo no podría decirle que no a un profesor, sería demasiado sospechoso.
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Mi Deseable Perdición ✓
Romance¿Quién diría que el único hombre que llamaría la atención de Zhavia terminaría siendo su profesor de Literatura? Advertencia: escribí este libro con 13 años y requiere edición