Reclamos
Ese lunes terminaría el pequeño receso que había atravesado octubre y volvería a clases. Me vestí con un suéter blanco que alejara el aire fresco de mí -porque realmente no tenía ganas de soportar el frío-, un pantalón oscuro y unas botas marrones. Desayuné mis usuales vasos de jugo de naranja junto a unas galletas que había comprado el día anterior, para luego tomar mi mochila y salir de mi casa, cerrando con llave. Si iba caminando tenía unos diez minutos para llegar, y la verdad es que aún faltaba casi media hora para que comenzaran las clases, por lo que no iba muy preocupada por el tiempo y me permití relajarme y pensar en los últimos sucesos, porque vaya que había pasado mucho.
Estaba feliz de que todo iba realmente sobre ruedas -o al menos eso parecía-. Lo que más calmada me tenía era que Jane estaba sintiéndose mejor y alejando esas malas ideas de su cabeza, Adam no demostraba estar engañando a mi amiga para nada -y yo sabía que no era así, porque él la amaba demasiado como para hacer eso- entonces no había razones de que ambos estuvieran mal. Era realmente importante aquello, si había alguna tensión entre ellos, se sentirían tristes y el grupo de amigos no funcionaría para nada.
Por otro lado, Sam daba señales de que había alguien revoloteando por su cabeza, lo cual me llamaba la atención porque hacía un buen tiempo que eso no sucedía, y yo, amante de las historias de romance, quería saber todo sobre aquello y ayudar a mi amiga en lo que necesitase.
Y, finalizando con la lista, yo estaba totalmente feliz con mi relación con Caleb -lo que sea que fuera, porque realmente aún no aclarábamos qué éramos-. Cenábamos juntos bastante seguido, o nos juntábamos a tomar la media tarde en alguna de nuestras casas, reíamos, bailábamos sin música en el living, mirábamos películas o simplemente nos besábamos u observábamos sin emitir una palabra... resumiendo, era la relación más intensa que había tenido -repito, aunque ni siquiera tuviéramos un título-. Sobre eso, no sabía cómo hablar con Caleb al respecto, o si él querría una relación estable, por lo que lo dejaba pasar e intentaba no darle muchas vueltas a eso por mi cabeza.
Entre pensamientos, llegué a la escuela, subiendo los escalones a saltitos y de dos en dos. Me dirigí directamente a mi locker, aunque faltaban quince minutos para el inicio de clases, y sentí que alguien se apoyaba a mi lado.
—Luego del baile no me invitaste a tu casa y no me hablaste en todo el fin de semana... ni la semana anterior al baile. Siento que me estás olvidando —dijo en broma y reí, aunque sabía que había algo de seriedad en ese reclamo.
—Eres mi mejor amigo hace más de una década, no podría olvidarte, ni, aunque lo deseara —comenté y cerré el locker para ver a Ben— y créeme que lo deseo —bromeé.
—Y encima me envías a la friendzone, ¿algo más? —se quejó con una sonrisa y reí.
—Bien, lo lamento, sé mi novio entonces, querido y amado Ben.
—No gracias, no estoy interesado —espetó, rodando sus ojos.
Comenzó a caminar sin esperarme y lo seguí hasta ponerme a su lado.
—Entonces no te quejes de que te mando a la friendzone —carcajeé y volvió a rodar los ojos.
—Bueno, bueno, ¿Qué ha sido tan interesante en tu vida como para dejar de lado a tu mejor amigo por mucho tiempo? —preguntó.
—Yo no te he dejado de lado —gruñí— Te he visto muchos días a la semana, no te he invitado más a casa solamente he estado muy ocupada con que mis padres no estén y los trabajos que me han estado pidiendo —dije y frunció el ceño.
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Mi Deseable Perdición ✓
Romance¿Quién diría que el único hombre que llamaría la atención de Zhavia terminaría siendo su profesor de Literatura? Advertencia: escribí este libro con 13 años y requiere edición