09

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Grace.

—Gracias mamá —Coloco el plato de porcelana en el fregadero—. Estuvo delicioso.
—Muy rico —Klaus soba su panza—. Me gustaría quedarme a charlar contigo, mami, pero tenemos cosas que hacer.
—Oh, claro, mis niños —Pellizca nuestras mejillas con cada una de sus manos—. Vayan, tengan un buen día.
—Igualmente, madre —Le sonreímos por última vez y caminamos al destino de hoy.
El basurero que se encuentra detrás de la gran casa. Salimos y bajamos por las escaleras de emergencia.
—¿Aquí fue donde lo tiraste? —cuestiono sentándome en la escalera, arriba de la caja de metal—. La basura pasa los martes, jueves y sábado.
—Sí, sí —Se mete y lanza cosas fuera—. Ayúdame.
—No pienso meterme ahí —demando divertida—. Solo te hago compañía.
—Maldición, ¿dónde están las cosas de papá? —Inhala su cigarrillo.
Río con fuerza y balanceo mis piernas.
—Es karma, hermano.
—¡Cállate! —Lo miro ofendida—. Era para Ben, corazón. Quiere ir al océano o a ver una tonta película.
Su voz se vuelve aguda. Supongo que intenta imitar la voz del fantasma. Vaya, no recuerdo como era su voz, no del todo.
—Suena genial. ¡O podemos ir al océano y ver una película! —comento alzando los brazos.
—Intento hallar cualquier mierda invaluable que estaba en esa caja —Lanza el cigarro lejos—, para que Pogo me deje en paz.
Los pasos de alguien retumban en el metal. Cinco pasa detrás de mí.
—Preguntaría qué está haciendo Klaus, pero luego pensé —Sus ojos nos recorren a ambos—. No me importa.
—Buenos días para ti también, hermanito —Rueda sus ojos pero aún así sonríe.
—¡Hey! —saluda recargándose en el basurero—. Hay vías más fáciles para salir de casa, amigo.
—Esta implicaba la menor cantidad de charla —Da un salto para finalmente caer al suelo—. O eso pensé.
—Cinco, Luther me dijo que ayer llegaste herido —Recuerdo levantándome para llegar a su lado—. ¿Estás bien?
—Luther siempre un chismoso de primera, ¿no? —Ignora mi pregunta.
—¿Hoy necesitas algo de compañía? —Saca y toma de una petaca—. Podríamos despejar nuestra agenda.
—Parece que ya están muy ocupados.
—Oh, ¿esto? No, puedo hacer esto en cualquier momento —Suelto una carcajada cuando su cuerpo se resbala cayendo—. Solo se me perdió algo.
—Él sí está ocupado —Coloco mi mano en el hombro del chico—. Yo estoy completamente disponible.
—¡Acá está! ¡Gracias a Dios! —El cuerpo del treintañero sale con media dona en su mano—. Delicioso.
—Escupe eso, Klaus —Me acerco a él con el ceño fruncido—. Te vas a enfermar.
—Ya no financiaré tus drogas —Nos da la espalda alejándose—. Y sí, rayitos, estás ocupada cuidando al niño.
—¡Oh, vamos! —se queja con la boca llena—. Solo quiero pasar tiempo con mi hermano. No tú.
Lo último lo dice volteando a su derecha, a Ben.
—¡Escúpelo! —Extiendo mi mano frente a él.
—My brother —Su gran pronunciación me sorprende—. ¡Te amo! Incluso cuando tú no te amas a ti mismo.
Cinco ignora todo. Sube a una camioneta y sale del callejón. El ojiazul finalmente escupe la masa.
—Bueeeeno, ¿vamos a la playa? —Recibo una mirada y sonrisa divertida—. Nos hace falta broncearnos, estás muy pálido.
—Aléjate de ella, Ben —Pasa su mano por mi costado—. Consiguete la tuya, hermano.
Río y abrazo el aire. No tengo idea si sigue ahí.
—¡Gwendoline! —Su pie choca con el suelo—. ¡No lo abraces!
—Desearía poder hacerlo de verdad —Borro mi sonrisa—. Te extraño, Ben.
Suspiro con tristeza y camino a la entrada de nuestro hogar.
—Corazoncito, no te pongas así —Cuatro pasa su brazo por mis hombros—. Él sigue con nosotros y también te extraña.
No digo nada.
En la sala están Uno y Tres teniendo una conversación. Por sus miradas deduzco que es algo serio.
—¿Qué pasa? —intrigo sentándome en el sofá—. ¿Todo bien?
—Sus caras me hace creer que tienen chorrillo —Ríe escandalosamente.
—¿Han visto a Cinco y a Diego? —Luther contesta otra pregunta—. Pasó algo, pero necesitamos a todos reunidos.
—Cinco se fue en una van hace unos minutos —Hago una mueca, esperando que no sea algo malo—. A Diego no lo he visto desde el funeral.
—Yo iré por Vanya —Allison sonríe de forma tensa y sale de mi vista.
—¿Sabes como era la camioneta o a donde se dirigía? —Asiento con la cabeza—. Bien, vamos.
—¡Yuju! —Klaus aplaude—. Día familiar.
—Tu no —El rubio lo detiene—. Estás demasiado drogado.
—No lo estoy, amargado —Saca su lengua como niño pequeño.
—Solo está ebrio —Palmeo la espalda del grandulón—. Yo me encargo de él, vamos.
—Bien.
Río con ironía. Uno de mis hermanos es un niño en el cuerpo de un adulto y otro es un anciano en el de un adolescente.
—Creo saber dónde está.
Después de tomar un taxi y guiarlo a los laboratorios, la camioneta de plomería estaba estacionada enfrente.
Recibo una sonrisa de Luther. Golpea el vidrio hablándole a nuestro hermano.
Sigo a Klaus para entrar por la puerta trasera sin hacer mucho ruido. Cubro mi boca para ocultar mi risa. El gran tamaño de Uno le dificulta entrar al vehículo.
—¿Estás bien? —le cuestiona ya adentro.
—No deberías... ¿Cómo me encontraste?
Los dos voltean hacia atrás. Muevo mis dedos en forma de saludo.
—Algo de privacidad, chicos —Río sonoramente. El rizado está abrazando a un maniquí calvo—. Estamos progresando aquí. Casi la convenzo de hacer un trío con Gwen.
—¡Vete! —El muchacho le lanza una lata que esquiva protegiéndose con la mujer de plástico—. ¡No puedes estar aquí!
—¿Tuviste suerte en hallar al tipo del ojo? —Klaus aprieta su cuerpo contra el mío para caber entre los asientos.
—¿De qué hablas? —Luther nos ve confundido.
—¿Importa? Es Klaus —Pellizco su antebrazo—. ¿Qué quieres, Luther?
—Puede que Grace tenga que ver con la muerte de papá —Suelto un sonido de asombro—. Así que necesito que vuelvas a la academia, es importante.
—Mamá no haría algo así.
—Es importante —repite con sarcasmo—. No saben lo que es importante.
—¿Les dije de la vez que me depile el trasero con pudín de chocolate? —Ríe. Todos lo miramos con extrañeza—. Fue doloroso.
—¿Por qué sigues aquí? —cuestiona el líder.
—¿Qué? ¿Necesito una excusa para estar con mi familia? —Luce ofendido. Paso mi mano por su espalda.
—No, solo intentamos tener una conversación seria.
—¿Soy incapaz de ser serio? ¿Eso es lo que dices?
—Luther tiene un punto —concuerda Cinco—. Deberías irte, tú no, Gwen.
El de rizos sale ofendido gritando un "Está bien".
—Dios, no tienen que ser tan groseros —los reprendo con los brazos cruzados—. Sigue siendo su hermano.
—Siempre defendiendo a tu mascota —Golpeo el hombro del uniformado. Hace una mueca de dolor.
—¿Qué tramas? —interrumpe nuestra pelea de miradas.
—No lo entenderías.
—Dime. Hasta donde sé, sigo siendo el líder de la familia —Río con ironía.
—Pues hasta donde yo sé, soy 28 años mayor que tú —contesta con su típica sonrisa altanera.
—¿Sabes cuál es tu problema? —Me preparo mentalmente para la discusión—. Crees que eres mejor que nosotros. Siempre ha sido así, incluso cuando éramos niños —Eso era verdad, pero yo sí creo que su poder era el mejor—, pero la verdad es que estás tan jodido como el resto. Somos todo lo que tienes y lo sabes.
—No creo que soy mejor que tú, Número Uno —enfatiza—. Soy mejor que tú. He hecho cosas inimaginables, cosas que no podrías comprender.
—Ya basta, nadie es mejor que nadie —Tomo ambos de los hombros—. Fuimos criados igual. Somos la misma mierda con diferentes habilidades y ya.
—Solo regresé para salvarlos.
—¡Hola, perras! —rompe el silencio. Klaus es seguido por un policía.
—¡Vuelve aquí! —Río separándome de mis hermanos.
—¡Fuera de mi camino, idiota! —Choca contra un carro tirando varias cosas al suelo.
—Estoy empezando a preguntarme si esa fue la mejor decisión —Vuelvo a reír y salgo del coche.
—Sabes que sí —respondo—. Nos amas.
Cierro el vehículo y corro en dirección a Cuatro. Escucho el grito de Luther "¡Lleguen antes de las 5!".
Sigo el camino por el que fue el ebrio Klaus, topándome con el rendido y cansado guardia.
—Yo pagó sus cosas —El hombre frunce el ceño—. ¿Cuánto robó?
—Déjelo. La mayoría de cosas que tomó se le cayeron —Río ganándome una mala mirada—. No debería juntarse con gente así.
—Es mi hermano —Me alejo corriendo por un callejón.
—Tardaste —Su cuerpo cae frente a mí mientras mastica una papa frita—. Fue divertido.
—Es malo robar —Estiro su oreja—. No debes hacerlo.
—Tenía hambre —Lloriquea intentado soltar mi agarre—. No lo volveré hacer.
—Vamos a casa.
[⏳...]
—¿De verdad crees que mamá lastimaría a papá? —interroga Vanya. 
Nos encontrábamos los 5 reunidos en la sala de la gran mansión, viendo el video de seguridad donde papá moría.
—No has estado aquí durante mucho tiempo, Vanya —Uno reproduce el video nuevamente—. Quizás ya no conoces a Grace.
—Tú tampoco has estado, Luther.
—Si fue envenenado, eso se vería en el informe del forense —comenta Diego.
—No necesito un informe que me diga lo que puedo ver con mis ojos.
Ruedo los ojos. Otra posible pelea se avecina.
—Quizás la baja gravedad del espacio te arruinó la vista —Le mueve al aparato—. Ve de cerca. Papá tiene su monóculo. Mamá se levanta. El monóculo desaparece.
—¡Sí! —Ríe Klaus sacando otra bolsa de fritura.
—No lo estaba envenenado —concuerdo—. Lo estaba tomando.
—Para limpiarlo —completa Dos.
—¿Y dónde está? —Miro cómplice al moreno—. No, he buscado en la casa, incluyendo todas sus cosas. Ella no lo tiene.
—Deberías respetar la privacidad de mamá.
—Eso no importa. ¿Dónde está el monóculo?
—Yo lo tomé —Diego juega con uno de sus cuchillos—. Después del funeral.
—¿Lo tuviste todo este tiempo? —interviene Allison con molestia—. ¿Qué te pasa?
—Lo tengo yo —Levanto mi mano—. Me lo ha dado.
—Dámelo —demanda dando un paso al frente.
—No, es mío —Cruzo mis brazos.
—¡Gwendoline, dámelo!
—¿O qué? ¿Le vas a pegar? —Diego se para a mi lado—. Te dije que se pondría como loco.
—Yo no le haría daño, no soy tú —La mirada de Dos se llena de ira y culpa—. Solo dámelo, Gwen.
Niego con la cabeza.
—Fue un accidente —se excusa. —Aún no me ha pedido disculpas—. ¡Ese cuchillo iba para ti!
—Diego, hijo de puta —Los dos se ponen en posición de defensa.
Klaus camina hasta mí, estirándome para alejarme.
—Cálmense —interviene Siete—. Sé que papá no era exactamente un libro abierto, pero sí recuerdo algo que dijo —La vemos para que continúe—. Mamá fue diseñada para cuidar, pero también para proteger.
—¿Qué significa? —cuestiona Tres.
—Fue programada para intervenir si alguno estaba en riesgo —concluyo por la chica.
—Bueno, si su hardware se está degradando, debemos apagarla.
—Wow, espera —El moreno interviene—. Ella no es una aspiradora que puedas lanzar al armario —defiende molesto—. Ella siente, lo he visto.
—Se quedó ahí parada, Diego, viendo a nuestro padre morir —Señala la televisión.
—Estoy con Luther —articula la morena.
—Sorpresa, sorpresa.
—¡Es nuestra madre! —me exalto ofendida—. Ella fue el único indicio de amor que tuvimos.
—Sorpresa, sorpresa —imita Allison.
¿Qué insinúa?
Todos dirigimos la mirada a Vanya.
—Yo... Mira nerviosa a todos.
—Ella no debería tener voto —dice bufando.
—Es una Hargreeves, claro que sí.
—Iba a decir que coincido contigo —habla viendo al moreno.
—Bueno, ella debería tener voto —Gira a ver al chico que me abraza por la espalda—. ¿Qué hay de ti, chico drogado? ¿Qué dices?
—¿Ahora qué? ¿Necesitan mi ayuda? —Recuesta su cabeza en mi hombro—. "Sal de la furgoneta, Klaus" pues de vuelta a la furgoneta.
—¿Qué furgoneta?
Susurro un "larga historia" para la de rizos.
—¿Qué dices, Klaus? —Luther habla más calmado.
—Estoy con Diego, porque... ¡Jódete! —Se para más derecho, pero no me suelta—. Y si Ben estuviera aquí, coincidiera conmigo.
Supongo que el fantasma lo contradice pues sisea.
—¿Entonces son cuatro?
—Contra dos —indica mostrando sus dedos.
—La votación no ha terminado, falta Cinco y Pogo —Allison nos ve como ellos ganarán—. Toda la familia debe votar, nos debemos eso.
Decidimos esperar. Uno, Tres y Cuatro dejan la habitación.
—Hey, ¿cuánto tiempo llevas ahí? —Nos acercamos a mamá.
—Se ven molestos —nos dice con una pequeña sonrisa—. Les haré galletas.
—Gracias, mami —Acaricio su cachete.
—Se han preguntado —Vemos con atención a Vanya—. Todos esos momentos con mamá, las cosas que dijo... ¿Fue ella o en realidad fue papá?
—¿De qué hablas? —Diego se inclina un poco.
—Él la construyó. Y la programó para ser una mamá —dice. Analizo sus palabras—. Para ser nuestra mamá. A veces cuando la veo, solo lo veo a él.
—Quizás eso fuera verdad al inicio —Diego posa su mirada en mí y después por donde la rubia se fue—, pero ella evolucionó.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque papá solo se amó a sí mismo.
Tiene un poco de razón.
Pero yo sí veía el amor en sus ojos, oculto tras esa expresión fría.

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¿Qué les pareció?¿les gustaría que publicará un cap extra de puros recuerdos hechos por mi?

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