Conviviendo con los Santos de Oro

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Un mes después, en la casa de Acuario....
Elfriede estaba sentada junto a Dégel. Cada uno tenía un libro en las manos, el cual leía con gran concentración. - ¡DÉGEL!- Kardia entró dando un grito que resonó por toda la casa de Acuario e hizo saltar a los lectores. - ¡CÁLLATE, KARDIA, ERES UN ESCANDALOSO!-gritó Elfriede de la misma forma, tirándole un tintero vacío a Kardia, el cual fue golpeado en la cabeza por este objeto. - ¡Ay, enana, eso dolió!- se quejó el Santo de Escorpio- ¡Vas a volverte tan aburrida como Dégel! - Elfriede tiene razón- intervino el aludido, bastante enfadado- Baja la voz, Kardia. - ¡Qué quisquilloso eres, Dégel!- exclamó Kardia, con cara de aburrimiento- Solo vine a decirte que el Patriarca quiere que vayas a verlo. - Ya voy- dijo Dégel, cerrando el libro y acomodándolo en el estante. - ¿Qué tal si me preparas ese aguardiente divino que solo tú sabes hacer, enana?- preguntó Kardia, haciendo voz y cara de pobrecito para persuadirla. - Está bien, Kar- dijo Elfriede, con un suspiro de resignación- Voy al pueblo por alcohol, pero antes... Dégel, ¿me podrías dar un cubo de hielo? - Sí, claro- contestó este, que ya iba de salida. Congeló por partes un cubo con agua y se lo entregó. - Me voy- anunció Elfriede, saliendo de allí junto a Dégel.
En la casa de Géminis...
Como siempre, Aspros empezó a molestarla. - Hola, enana- dijo él, con sonrisa malévola- ¿Adónde va la chica más apetecible del Santuario? - No te interesa, vulgar- respondió Elfriede, enojada- Yo no soy comida para ser apetecible. - Pero, estás buena- dijo Aspros y sonrió con lascivia, tomándola por la cintura la apegó a él y le susurró al oído: - Daría cualquier cosa por comerme ese cuerpecito, yo solo quiero verte bailando sin ropa en la misma cama, no digas que no te excito, sé que sí. Elfriede lo miró con repulsión. - Me das asco- dijo con una mueca. Aspros, sin inmutarse, le hizo otras insinuaciones que, de ponerlas aquí, tendría que clasificar la historia como contenido solo para adultos. Elfriede se puso colorada; pero, al recordar el cubo que traía en la mano, sonrió maliciosamente y dijo: - Así que tienes calentura conmigo, ¿no? Creo que tengo algo perfecto para enfriarte. Antes de que Aspros pudiese hacer o decir cualquier cosa, Elfriede virtió el helado contenido del cubo encima del Santo de Géminis. - Jajaja, ahora sí te enfriaste- se rió Elfriede. - ¡MALDITA MOCOSA!- gritó Aspros, rojo de la ira- ¡DE MÍ NADIE SE BURLA! ¡VOY A DARTE UN CASTIGO! Divertida, Elfriede se echó a correr mientras Aspros la perseguía.
En la casa de Cáncer...
- ¡Manigoldo, escóndeme!- exclamó Elfriede, llegando sin aliento- ¡Aspros me persigue con cara de loco psicópata! Manigoldo se echó a reír. - Jajaja, cabreaste al blanquito, mi compañera de cartas- dijo. - ¡No es cosa de risa!- exclamó Elfriede. - Está bien, escóndete en ese ataúd- dijo Manigoldo. Elfriede se metió en ese fúnebre objeto, muy a su pesar. Entonces, llegó Aspros. - ¿Dónde está la enana?- preguntó, demandante. - Fue a la casa de Leo- respondió Manigoldo con la mayor tranquilidad.
En la casa de Leo...
- ¿Y tu hermana? ¡Dime dónde está tu hermana, mocoso!- gritó Aspros, exigente, sacudiendo a Regulus de una forma que indignó mucho a la recién llegada Elfriede. - ¡No sé!- respondía Regulus, asustado por la mirada furiosa de Aspros. En eso, alguien tocó le hombro a este; cuando se volteó, Elfriede le soltó un puñetazo en la cara. - ¡Aquí estoy!- le gritó- ¡No toques a mi hermano! - ¡Ahora sí te voy a matar!- gritó Aspros, recuperándose del golpe que le magulló un poco la cara, y más enojado aún, si cabe. Elfriede tomó a Regulus y lo cargó bajo su brazo. - ¡Corre por tu vida, hermanito!- gritó ella, realizando esta acción.
En la casa de Escorpio...
- Enana, ¿conseguiste el alcohol?- preguntó Kardia, sorprendido de ver llegar a su amiga sudorosa y sin aliento. - Ay... Kar, no... No me ...digas nada- dijo Elfriede, muy agitada- Me pasé...- recuperó el aliento- Me pasé Virgo y Libra casi volando. - Respira, enana- dijo Kardia, tratando de calmarla- Parece que te persigue Hades. - Peor- dijo Elfriede con dramatismo- Es Aspros. Y quiere matarme. - ¡No puede ser!- dijo Kardia, indignado- ¡Tú haces el licor más rico del mundo! - Ay, Kardia, no cambias- dijo Elfriede, conteniendo la risa- Por cierto, ¿ sabías que Dégel piensa participar en el concurso de canto del Festival de la Luna Llena? - ¡Pero, si él canta peor que un pato comiendo croquetas!- exclamó Kardia, alarmado- Pobres oídos de la gente de Rodorio. Elfriede no pudo contener la risa. - Ahí viene- advirtió Regulus, quien seguía bajo el brazo de Elfriede. Esta se mando a correr hacia la siguiente casa...que estaba vacía.
En la casa de Capricornio...
- El Cid, ¡¿tú sabes dónde está mi tíito lindo!?- preguntó Elfriede, sofocada y preocupada. - Está en una misión y no ha regresado desde ayer- respondió El Cid fríamente, con cara -_-. Elfriede siguió su carrera.
En la casa de Acuario...
- ¡Dégel, me voy a esconder en este estante!- exclamó Elfriede nada más entrar y se zambulló entre el montón de libros junto a su hermano, dejando a Dégel con cara de WTF. - ¿A qué juegan?- inquirió- Elfriede, ¿qué haces con Regulus bajo el brazo, como si fuera una carpeta? - Estamos haciendo una carrera de resistencia- dijo Elfriede.
En la casa de Piscis...
Al ser descubierta por Aspros en los estantes, Elfriede y Regulus pusieron pies en polvorosa hacia la última casa. - Albafica, te encargo mucho a Regulus- dijo Elfriede, dejando al pequeño junto al Santo más hermoso. - Pero, ¿qué vas a hacer, Elfriede?- preguntó Albafica, algo intrigado. - ¡Meterme en el jardín, a ver si Aspros me sigue!- exclamó Elfriede, entrando en el camino de hermosas, pero venenosas rosas. - ¡Estás loca!- gritó Albafica, alarmado; pero, entonces recordó que, cuando se conocieron, él pudo constatar la inmunidad de ella ante cualquier veneno vegetal, razón por la que se hicieron amigos sin dificultad.
En la cámara del Patriarca...
Tanto jaleo llegó a las altas instancias, y el Patriarca mandó a presentarse ante él a Elfriede y Aspros. - Hay un alboroto tremendo en el Santuario por causa de ustedes- dijo, muy serio- ¿Qué pasa? - Es que la atrevida señorita me pegó y se burló de mí- dijo Aspros, haciéndose la víctima- Soy un hombre y ella debe respetarme, así que quise castigarla y... - Tú eres el que no respeta a nadie- le cortó Elfriede, enojada- Patriarca-sama, si oyera las vulgaridades que me dijo este... Iban a pelearse, pero Sage los detuvo. - ¡Basta!- exclamó el Patriarca con autoridad- Aspros, no sé cómo te haces llamar amigo de Sysiphus, si no respetas a su sobrina. - Pero, Patriarca...- protestó Aspros. - Será mejor que no olvides que ella es una guerrera de Athena, no una mujerzuela, y debe ser respetada- concluyó Sage con firmeza- Pueden retirarse. - Sí, señor- afirmó Aspros con desgana y salió de allí hecho una furia. "Me las pagarás, pequeña", dijo para sí.

Yo te voy a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora