Amistades

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En el pueblo de Rodorio...
Deuteros se hallaba sentado frente a la barra del hostal, conversando animadamente con Silvestre y Nicky. Desde que Elfriede se los había presentado, había hecho amistad con los cinco hosteleros. - Has mejorado mucho desde que estás practicando el baile de la Luna Llena con Elfriede, Deuteros- mencionó Silvestre. - Serán un éxito- agregó Nicky. - Gracias, chicos, nos esforzaremos- dijo Deuteros, muy animado. - Y, oye, ¿cuándo piensas decirle a Elfriede-chan sobre tus sentimientos hacia ella?- preguntó Natasha con picardía, acercándose a Deuteros. - ¿De...de qué hablas, Natasha-san?- preguntó Deuteros, nervioso y desviando la mirada. - No te hagas el tonto- dijo Natasha risueña, dándole un cariñoso empujoncito- Tú la amas. - ¿¡QUÉÉÉÉ!?- gritó Deuteros, más sonrojado que nunca. - ¡Sí! ¡Habrá boda!- exclamó Silvestre, entusiasmado. - No es nada malo- dijo Nicky- Todos nos hemos dado cuenta. - Son una pareja preciosa- recaclcó Natasha. - No lo somos... Ustedes no entienden... Yo no tengo nada que ofrecerle a Elfriede-san- dijo Deuteros, haciéndose un lío. - Tu corazón es más que suficiente- dijo Silvestre, extrañado por ese supuesto impedimento en la relación- Conocemos a Elfriede, es como una hermana menor para nosotros y nuestros primos Nicky y Ken; te aseguro que no es de las que buscan dinero o poder en un posible romance. Tú eres un buen chico y eso basta. - Ustedes...no entienden- repitió Deuteros, con cara deprimida y la cabeza baja. - No, realmente no entendemos- dijo Natasha, mientras los tres se miraban con caras de extrañeza. Entonces, entraron Ken y Rakim cargando unas pesadas cajas. - La mercancía ya llegó, Nicky- anunció Rakim, avanzando con mucha dificultad debido al peso de las cajas. - Los ayudaré, chicos- dijo Deuteros, cargando tres cajas como si nada. - Gracias, siempre nos ayudas- dijo Ken, admirado por la fuerza de su amigo. - Oigan, no abusen de su buena voluntad- apuntó Natasha. - Descuida- dijo Nicky. - Me pregunto porqué no es Santo de Oro- comentó Silvestre, curioso- Tiene cualidades y fuerza. - Mejor no hablemos de eso- sugirió Natasha, discreta. En ese momento, se escuchó una voz femenina en el almacén, donde estaban Ken, Deuteros y Rakim. - ¿Tú eres Deuteros? ¿Y le llevas 7 años a Elfriede-san? ¡Mira que eres asaltacunas!- decía esta voz. - ¡Thalía!- regañó Natasha- ¿Acaso volviste de la finca de tu tía solo para molestar? Natasha entró en el almacén, donde vio a Deuteros acomodando cajas con cara de "No entiendo". - ¿Qué quiso decir?- preguntó. - Ignórala, Deuteros; ella es Thalía, mi hermana menor- dijo Natasha algo enojada, haciendo que la joven rubia de ojos verdes ante ella agachara la cabeza. - Espero que nos llevemos bien- dijo Deuteros amistosamente, a quien Rakim había presentado como novio de Elfriede, para vergüenza de él, y Thalía había sacado el tema de las edades. - Nos llevaremos bien- respondió Thalía, sonriente.
En la casa de Virgo...
- Asmita, vine a meditar contigo- dijo Elfriede. El joven rubio, que parecía un ángel de pintura, esbozó una suave sonrisa. - Siempre eres bienvenida a mi casa, Elfriede- dijo Asmita. - Para ser sincera, no me gusta meditar- dijo la joven con fastidio- Pero, Aspros está enojado y no puedo arriesgarme a pasar por su casa. - ¿Consideras que las meditaciones son aburridas?- preguntó Asmita con su expresión serena, pero algo más serio. - No... Es solo que... Siempre veo cosas que no me gustan- explicó Elfriede, con un recuerdo punzando su corazón dolorosamente. - Te entiendo- dijo Asmita, recordando sus propias sensaciones al mantener los ojos cerrados al mundo y la mente abierta al dolor. Elfriede adoptó posición de loto, cerró los ojos y respiró pausadamente, tratando de conectar su mente con la naturaleza y los espíritus.

¡Dispara! Si fallas, serás tú misma quien le arrebate la vida.

La amenazante voz femenina, cruda y burlona, fue acompañada de un dolor agudo, más espiritual que físico. Elfriede abrió los ojos de golpe, asustada. - ¿Qué viste, Elfriede?- preguntó Asmita, al sentir su perturbación. - No vi nada, solo escuché una voz extraña- dijo Elfriede, a lo que Asmita alzó una ceja. - Tienes que concentrarte para tener una visión clara- aconsejó Asmita. - No sé si quiera tenerla- dijo Elfriede, un poco abrumada. - ¡Hola!- saludó Dokho, entrando en ese momento con su habitual cara de alegría. Shion lo acompañaba. - Dokho, baja la voz- dijo este en voz baja. El joven de cabello y ojos castaños miró a su amigo de ojos fucsia y cabellos verdes claros y asintió. - Elfriede, ven un momento a mi templo- dijo Dokho en voz baja. - Hasta luego, Asmita- dijo Elfriede, haciéndole seña a sus compañeros de que ya iba. Una vez en el templo de Libra, Elfriede se encontró también con Hasgard. - Hola, amigos- dijo Elfriede- ¿Qué querían? - ¿Qué hacías en la casa de Virgo?- preguntó Hasgard, frunciendo el ceño. - Solo meditaba con Asmita- dijo Elfriede, con toda naturalidad. - Él es un tipo extraño y no me gusta- dijo Hasgard, tajantemente. - No digas eso, Asmita no es mala persona, solo es reservado- lo defendió Elfriede, un tanto molesta. - Yo solo quería preguntarte si de verdad le habías ganado a Kardia en beber licor- dijo Dokho, muy divertido. - No te rías, Dokho- dijo Shion, muy serio- Elfriede, una señorita no debería andar bebiendo por ahí con un personaje como Kardia. - Tranquilo, yo sé beber- dijo Elfriede, recordando.
Flashback
- Oye, Elfriede, vamos a competir a ver quién bebe más- propuso Kardia. - Te arrepentirás de desafiarme- advirtió Elfriede, con una sonrisita maliciosa. Ya en el hostal, Nicky les sirve, Elfriede se toma las botellas de un trago y...
Dos horas después....
- Ay, no puedo más....- murmuró Kardia, tirado sobre la barra. - ¡Vamos, Kardia, solo llevo  25 botellas y tú apenas 15!- regañó Elfriede, pero el peliazul no se movió- ¡Pero, qué flojo me ha salido!- gruñó- ¡Silv, ayúdame a llevarlo al Santuario! Silvestre, obediente, tomó a Kardia por un lado y Elfriede hizo lo propio por el otro. Así llevaron hasta su lecho al Santo de Escorpio, hecho un asco y pareciendo una melcocha.
Al otro día....
- ¡Ayyyy, qué dolor de cabeza!- se quejó Kardia, no podía ni abrir sus ojos verdes por la jaqueca. - Jajajaja, te lo dije, Kardia- se burló Elfriede, mientras su amigo "disfrutaba" de la resaca durante el resto del día.
Fin del flasback
- Jajajaja, Dégel le tuvo que poner hielo en la cabeza ese día- dijo Elfriede, con un ataque de risa- Eso le pasó por desafiarme. - Eres terrible, amiga- dijo Dokho, y ninguno pudo aguantar la risa.

Yo te voy a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora