- Ahora sí me explicarás qué pasó el otro día, Elfriede- dijo Sysiphus muy serio, causando un notable nerviosismo en su sobrina. "¿Cómo saldré de este embrollo?", se preguntó mentalmente. Por suerte, Kardia apareció por allí con ojos brillantes, que indicaban que entraría en una picardía. - Pues, no queríamos decirte nada, Sysiphus, pero Elfriede y yo pasamos la noche juntos- dijo el escorpión, haciéndole un imperceptible guiño de complicidad a Elfriede. - ¡¿CÓMO?!- el grito de Sysiphus resonó hasta el infinito- ¡¡Tú y Elfriede...!! ¡Es imposible! - No, malpensado- se apresuró a aclarar Kardia- Lo que pasa es que bebimos hasta caer bien borrachos en el bar de Nicky, así que él y Silvestre decidieron acostarnos en una habitación del hostal. - ¡Pero si Elfriede nunca se emborracha!- exclamó Sysiphus, alzando una ceja con desconfianza. - Siempre hay una primera vez para todo- replicó Kardia, serenamente. - Cierto- admitió Sysiphus- Entonces, ¿esa preocupación tuya por la desaparición de Elfriede era puro teatro?- preguntó, con una mirada reprobatoria. - A que soy un gran actor, ¿verdad?- se pavoneó Kardia. - Bueno, ya quedó todo aclarado- dijo Sysiphus, dirigiéndose a Elfriede- Por ser la primera vez que ocurre esto, no te castigaré. Pero no quiero que andes de borrachina por ahí. - No volverá a ocurrir, tío- aseguró Elfriede. Cuando Sysiphus dio la espalda y se marchó, la joven soltó todo el aire que había estado reteniendo en un inmenso suspiro de alivio. - Gracias, Kardis, me salvaste de una buena- dijo, dándole un beso en la mejilla a su amigo, quien se sonrojó un poco. - A mí sí me dirás la verdad- dijo Kardia, mirándola un poco pícaro y echándole el brazo por encima- Puedes decir lo que sea, guardaré el secreto. - Está bien- aceptó ella- Bueno, yo...- dudó- Pasé la noche con un hombre- dijo de golpe. - ¡¿Que tú qué!?- saltó Kardia, sin creer lo que oía- ¡No imaginaba eso de ti, enana! - ¿Es muy reprochable?- preguntó la joven tímidamente, sintiéndose una cualquiera. - No, para nada, solo me sorprendió...- dijo Kardia con franqueza- Y, oye, ¿te dolió? - No, no era la primera vez- contestó Elfriede, sonrojada. - Vaya...- dijo Kardia, sorprendido y con los ojos bien abiertos- ¡Preséntame a tu novio, enana! - ¡No!- negó rotundamente Elfriede- Por ahora, mejor no. - ¡Pero, al menos dame una pista!- reclamó Kardia- ¿Lo conozco? - No, nadie lo conoce en el Santuario- explicó Elfriede. - ¿Y qué tal? ¿Cómo fue esa nooche de lujuria?- preguntó Kardia con total desenfado. - ¡Kardia! ¡Eso es personal!- le requirió Elfriede, sonrojada por la vergüenza. - Era una broma, enana- aclaró Kardia, echándose a reír.
Un rato después...
Elfriede fue a buscar a su amado Deuteros. Lo encontró bajo un árbol, mirando hacia el horizonte; pero, en cuanto sintió su presencia, corrió al encuentro de la mujer que amaba y la abrazó tiernamente. Elfriede tuvo que reconocer que Kardia tenía razón al ponerle el apodo; realmente se veía enana delante de Deuteros, a quien, con suerte, tocaba el hombro con su cabeza. - Te extrañé- pronunció el moreno con dulzura. - Ni que lleváramos años sin vernos- dijo Elfriede, soltando una risilla. - Para mí, un día es un siglo sin ti- dijo Deuteros, cubriéndola de besos inocentes. Esa ternura ingenua del moreno despertó el morbo de Elfriede, quien recordó que siempre había sido él quien le pedía que hicieran el amor. Era hora de variar. - Deuteros, hazme tuya- susurró Elfriede, acariciándole el cabello. - ¿Estás segura?- inquirió el moreno sorprendido, dejando de besarla. - Como nunca- afirmó Elfriede, besándolo a él. - Vamos al hostal- dijo Deuteros, haciéndole un guiño pícaro.********************
Al día siguiente...
Elfriede tenía un salto en el estómago mientras caminaba por el estrecho pasillo, salvando los metros que la separaban de su felicidad. Sysiphus tomó con más fuerza su brazo para darle seguridad. Aún así, ella parecía estar en otro mundo. Solo tenía ojos para su bello novio, enfundado en un traje negro que resaltaba esa hermosa tez morena que él poseía. El hostal tenía bancas perfectamente alineadas. Allí estaban sentados todos sus amigos y familiares, mirándoles expectantes y con emoción. En el improvisado, pero hermoso altar, estaba Silvestre con vestiduras sacramentales. Al lado suyo, Natasha se esforzaba por calmar al novio, quien se retorcía las manos y se veía a leguas su nerviosismo. - ¡¿Silvestre!? ¿Eres sacerdote?- preguntó una voz curiosa, la de ¿Athena-sama? - Uf, solo por hoy y por mis amigos- respondió el aludido, quien no parecía muy cómodo en su papel de cura. Sysiphus entregó a la novia con una lagrimita en el ojo derecho. - Bueno, empecemos- inició Silvestre- Deuteros y Elfriede, ¿prometen amarse y respetarse para toda la eternidad, hasta que Aspros los separe? - ¡¿Por qué yo!?- protestó el aludido, desde una banca trasera. - Bien- dijo Silvestre- No me importa quien se oponga o no, bésense, yo los declaro...- ¡ELFRIEDE-SAN!- el grito de Yato hizo la despertar de un brinco. - ¡Carajo, Yato!- maldijo furiosa- ¡Estaba teniendo un sueño maravilloso! - Pe...Perdone, señorita- tartamudeó Yato- Solo venía decirle que el maestro Sysiphus la busca para entrenar. - Ah, cierto- asintió Elfriede, calmando su tono y su mal humor- Lo siento, Yato- le revolvió el cabello cariñosamente- Dile a mi tío que ya voy. - Sí, señorita- acató Yato, sonrojado por la caricia de la joven. Cuando el chiquillo se marchó, Elfriede se levantó de la cama y comenzó a acicalarse. Había llegado un poco tarde la noche anterior, después de estar con Deuteros. Su tío estaba en la casa de Leo esperándola. Comprobó que no estuviera borracha y se marchó sin regañarla, para alivio de ella.
Ya en el campo de entrenamiento...
- Tienes que concentrar tu Cosmos, Yato- indicó Elfriede muy seria, deteniendo una patada del susodicho con sus nudillos sin ninguna dificultad. - ¿¡Pero, cómo lo has hecho!?- preguntó el chiquillo anonadado, con el pie aún en el pequeño puño de Elfriede- ¡En esa patada iba toda mi fuerza! - La fuerza física está bien, pero lo principal es entrenar tu Cosmos, el miniuniverso que habita en ti- explicó Elfriede, halando el pie de Yato y estrellándolo contra en suelo. - Para ser tan linda y delicada, eres bastante cruel...- masculló Yato, incrustado en la tierra y adolorido. - El enemigo no será amable, aprende a resistir el dolor- dijo Elfriede, con la severidad de una maestra- Ven, Regulus, es tu turno- indicó a su hermano, quien no la escuchó por atrapar a un escarabajo- ¡Ay!- suspiró al ver esto- Qué se le va a hacer, es un niño. Regulus se puso en guardia un momento después, pero Elfriede logró distraerlo y derribarlo cuando estaba a punto de asestarle un golpe. - No se vale, conoces todos mis puntos débiles- protestó Regulus, haciendo un gracioso y tierno puchero. - Tienes razón, necesito un rival de verdad- dijo Elfriede, un poco exasperada por lo mal que iba resultando el entrenamiento. Sysiphus había tenido que salir a última hora y la había dejado a cargo de los dos pequeños. De repente, se escuchó una grave voz masculina, que dijo: - Yo me ofrezco a ser tu rival. Elfriede se volteó para encontrarse frente a frente con Aspros. - Ni de coña, no soy suicida- respondió Elfriede- Soy muy joven para morir- hizo un gesto dramático. - No te voy a matar, si gano solo quieron un beso- dijo Aspros, sonriendo de lado. - Preferiría besar a Hades- dijo Elfriede, haciendo una mueca de repulsión. - Eso podría arreglarse- dijo Aspros, con otra sonrisita maliciosa. - Uhmm, Elfriede-nee-chan- dijo Manigoldo, entrando en el Coliseo- En la villa hicieron un concurso para votar por el Santo Dorado más sexy. -Vaya- dijo Elfriede, sorprendida por esta noticia- Y, ¿quién ganó? - Regulus- dijo Manigoldo, bastante decepcionado. - ¡MALDITAS BASTARDAS PEDÓFILAS HIJAS DE...!- vociferó Elfriede, de un modo que se escuchó hasta la villa. - Ya, deja tus ataques de histeria y vamos a entrenar- interrumpió Aspros- ¿O es que no puedes conmigo?- se burló. - Huuu...Elfriede-nee-chan, ¿vas a dejar que Aspros te meta el pie de ese modo?- se mofó Manigoldo, echándole leña al fuego. Esto resintió el orgullo de Elfriede, quien aceptó. Esquivó los golpes de Aspros fácilmente, pero pararlos le costaba mucho; al fin, él la derribó de un movimiento sorpresivo. - Ahora quiero mi beso- exigió Aspros. - Que te bese el perro- dijo Elfriede, molesta. - Entonces, te lo robaré- decidió Aspros. - No te atrevas- dijo Elfriede, poniéndose en guardia. - Te lo daré, quieras o no- dijo Aspros, imperativamente- Y no me muerdas. La agarró por la cintura, apegándola a él, y con sus labios buscó los de la joven. El beso fue tibio y profundo. Elfriede no se resistió, pero lo hizo apartarse de ella de un empujón. Estaba sonrojada, y los chiflidos de Yato y Manigoldo aumentaron su vergüenza. - Eres un desvergonzado- dijo Elfriede, furiosa. - Pero te ha gustado- dijo Aspros sonriendo, para, acto seguido, marcharse y dejarla confusa.
Esa noche, en otro lugar...
Deuteros solo podía pensar en ella y en su suave piel. Ahora, el sueño se esfumaba de sus noches cuando no la tomaba entre sus brazos. Para él, oírla gemir su nombre era lo mejor del mundo. Se aferró a la almohada reviviendo la deliciosa sensación de estar dentro de ella, sintiendo esas estrechas paredes vaginales comprimiendo su miembro, produciéndole placer... Un placer que él desconocía hasta ese momento. Sin duda, ella lo había hecho amanecer sobre sus propias oscuridades. Por eso, rogó a los dioses que nunca la separaran de su lado.Al fin un capítulo corto, después de tantos capítulos largos y cansones, pensarán. Sorry. Tengo demasiadas ideas y quiero escribirlas toda.
Multimedia: Collage para variar un poco.
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Yo te voy a amar
FanfictionElfriede es una joven que ha ganado recientemente su cloth y su título de saintia de plata. Ella ha decidido seguir el camino de la justicia y el sacrificio que le señaló su padre. Lo que no espera esta bella chica con un alto sentido de la ética es...