A la mañana siguiente...
Elfriede se levantó de su acolchado lecho con unas terribles ojeras y un cansancio notorio. No solo no había podido dormir a causa de los malestares y preocupaciones que la rondaban, sino que había experimentado una serie de pesadillas muy claras, y supo que eran fragmentos del futuro. Salió de su habitación con pereza e ingresó en el comedor; quedó sorprendida al ver que Démeter y Arkhes la esperaban. - Elfriede, sentí que tu Cosmos se alteraba- dijo Arkhes, observándola con atención y seriedad- Tu poder como pitonisa ha despertado, ¿verdad? Has visto el futuro. - Así es, tía- afirmó Elfriede gravemente- Pero, he decidido regresar al Santuario y nada ni nadie podrá hacerme cambiar de opinión. - ¿Ni siquiera saber que cargas con una vida en tu vientre?- inquirió Démeter, con una sonrisa maternal; se acercó a la joven y tocó ese abdomen aún plano- Sí, querida, hace dos meses que vive en tu interior un inocente ser. Elfriede manifestó felicidad, en sus ojos brilló intensamente la luz del regocijo. No estaba sorprendida pues, de un modo u otro, siempre lo supo. - Con mayor razón debo volver- dijo con firmeza- El padre de esta criatura merece recibir una bendición como esa. - Siempre te apoyaremos, pequeña- dijo Démeter con esa aura tan maternal que siempre la rodeaba, mientras Arkhes afirmaba y le daba un cálido abrazo a su sobrina.
Mientras, en el Santuario...
- ¿Así que tú eres el novio de nee-chan?- preguntó Regulus, a quien la curiosidad había impulsado a conocer a Deuteros, y había quedado muy sorprendido al conocer que era el hermano gemelo de Aspros; pero, al contrario de este, Regulus había encontrado en Deuteros a un hombre agradable y amoroso, que de cierta forma le recordaba a su dulce tío Sysiphus. - Sí, Regulus, yo amo mucho a tu hermana- respondió el moreno con notable sinceridad, revolviendo los cabellos castaños-dorados del pequeño, quien siempre estaba dispuesto a dejarse acariciar y mimar, cosa que le gustaba mucho- Te pareces mucho a ella- añadió con nostalgia. - La extraño tanto- dijo Regulus, haciendo un infantil puchero. - También la extraño demasiado- dijo Deuteros en voz baja, recostando al niño en su pecho- Pero, estoy seguro de que volverá antes de lo que pensamos. - ¿Sabes? A mí me parece bien que seas su novio- dijo Regulus, volviendo la cabeza hacia el adulto para mirarlo amistosamente- Solo te pido que la cuides bien. - Gracias, Regulus- dijo Deuteros con un dulce acento- Juro que protegeré a tu hermana con mi vida.
Un rato después...
Sysiphus se disponía a dar una vuelta por Rodorio, así que se encontraba en la salida del Santuario. En ese momento, recibió la grata sorpresa de volver a ver a su amada sobrina. - ¡Elfriede!- gritó, corriendo a su encuentro con los brazos abiertos. La joven no dudó en estrechar a su tío con cariño. - Tío, siento mucho todas las cosas horribles que te dije- dijo Elfriede con expresión apenada, deshaciendo el fuerte abrazo. - No, tú tenías razón- dijo Sysiphus con paternal dulzura y comprensión- Deuteros es un joven magnífico, no debería haber juzgado su relación tan a la ligera. - No, tío, tú solo querías protegerme y no pude entender eso- dijo Elfriede, bajando la mirada con culpabilidad- Eres como un padre para mí y para Regulus, pues como tal nos has cuidado. ¿Me perdonas? - Claro, pero solo si tú me perdonas a mí- aceptó Sysiphus, esbozando una de sus amables e imborrables sonrisas. - Por supuesto que te perdono, tío- dijo Elfriede, acariciando el muy agraciado rostro del hombre. - Disculpas aceptadas- afirmó Sysiphus, riendo de una manera que contagió a Elfriede.
Más tarde, en el hostal...
Nada más pisar ese lugar tan conocido para ella, sus amigos se le echaron encima y casi la aplastan con ese gran abrazo. - Calma, chicos, calma- dijo Elfriede, cuando las manifestaciones de afecto se lo permitieron- Yo también les eché de menos. - ¡Estamos muy emocionados de volver a verte, Elfi!- exclamó Silvestre, eufórico- ¡Esto no es lo mismo sin ti! - Sobre todo para la persona que está allá arriba- dijo Natasha con picardía, causando cierta ansiedad en su amiga- Ve a verlo, Elfriede-san- añadió, al notar su estado de ánimo. - Más tarde, les contaré algo muy importante- expresó Elfriede con una sonrisa radiante, dejando a sus amigos intrigados. Subió los escalones y entró en la habitación, donde Deuteros solo revivía sus recuerdos sin tener idea de lo que ocurría; pero la vio, y su expresión nostálgica cambió a una de completa felicidad...y deseo. - Elfriede-san, regresaste- dijo emocionado, yendo al encuentro de su amada. La estrechó entre sus brazos y ella le correspondió, mientras él besaba el cuello femenino y acariciaba su trasero. - Deuteros, tengo algo importante que decirte...- murmuró Elfriede, dejándose llevar por los deseos del moreno. - Puede esperar- dijo él con acento apasionado, despojando a la joven de su fino vestido blanco. Viéndola desnuda ante su mirada, la tendió en la cama y él mismo se desnudó con rapidez. Elfriede no pudo resistir la tentación de tocar las masculinidades en su totalidad, masajeando las ardientes esferas y el poderoso miembro. Él solo disfrutó las caricias durante unos minutos; luego, se inclinó sobre ella y tomó uno de sus pezones con los dientes para tirar de él, haciéndola gemir. Ella vio que él bajaba por su pecho hasta la zona donde siempre acostumbraba a marcarla. Sin más, sintió cómo entró en ella y le dio unas cuantas embestidas nada rudas. El placer de Elfriede fue tanto que se aferró a Deuteros, clavó sus uñas en la espalda morena y la arañó, dejándole rasguños con algo de sangre, a la vez que le mordió el hombro. Claro que no era su intención hacerle daño, pero en medio de su orgasmo ella no era muy consciente de lo que decía y hacía. El hombre no se quejaba. Se volteó para que ella quedara encima de él y la besó profundamente, de manera muy prolongada. La falta de aire por esta acción aceleró el orgasmo de ambos y Elfriede terminó llena del semen del moreno, que se desbordaba abundantemente de su interior. Cuando la agitación de ambos se calmó un poco, Elfriede acarició a Deuteros y lo miró a los ojos con expresión de dicha. - Querido, lo que deseaba decirte es que...- pausa de ella- Llevo en mi vientre el fruto de nuestro amor. Deuteros casi da un chillido de felicidad, pues saltó y cargó a Elfriede, dándole vueltas en el aire. - ¡ Es algo maravilloso, mi vida!- gritó con alegría- ¡Soy el hombre más feliz del mundo! - Ya déjame, que me mareas- ordenó Elfriede entre risas- Deuteros- le miró seriamente cuando él la bajó de sus brazos-, quiero que trates de arreglar las cosas con Aspros- Deuteros hizo un gesto de disgusto al oír eso- Sigue siendo tu hermano, el tío de nuestro bebé; además, no creo que sea tan malo como parece- argumentó Elfriede con seriedad, convenciendo a Deuteros. - Está bien- dijo él, con un suspiro de resignación- Lo intentaré.
Cuatro meses después...
- Déjenme ir, no estoy enferma- protestó Elfriede, al conocer que Natasha acababa de dar a luz a un niño. - No debimos decirte nada, eres muy inquieta- dijo Sysiphus con acento cansado, obligándola a acostarse nuevamente en la cama. Desde que había anunciado lo de su embarazo, había recibido mucho apoyo y cuidados, principalmente por parte de su tío, para quien la noticia había resultado un poco difícil de asimilar. - Arkhes-san dijo que tu embarazo era riesgoso, así que debes reposar, Elfriede- dijo Sasha con tono maternal. La joven diosa iba a visitarla todos los días a la casa de Sagitario, pues tanto Démeter como Arkhes les habían advertido a todos que el Cosmos desequilibrado e inmaduro del bebé ponía en riesgo su propia vida y tal vez hasta la de Elfriede, por lo que la gentil Sasha trataba de estabilizarlo usando su propio Cosmos divino. - Nunca pensé que sería tío tan pronto- soltó el joven Regulus con ingenuidad, provocando las risas de los demás. - Será mejor que te alimentes y descanses, o Deuteros se preocupará- intervino Aspros con cierta inexpresividad, que ocultaba su lucha interna por desprender de su corazón sus sentimientos hacia esa mujer. Las cosas con su gemelo se habían arreglado en apariencia, pero nunca volverían a ser como antes. Deuteros se encontraba en una de esas interminables audiencias que a diario tenía con el Patriarca, supuestamente para definir de una vez su situación en el Santuario de ahora en lo adelante. - ¡Ah!- se quejó Elfriede. - ¿Qué ocurre?- preguntó Sysiphus muy preocupado, mientras los demás la examinaban alarmados. - Tranquilos, solo fue una patada- dijo Elfriede, palpándose su voluminoso vientre, acción que Sasha y Regulus imitaron. - Se mueve- musitó Regulus, con asombro y curiosidad. - Es un momento muy hermoso- dijo Sasha, con una dulce sonrisa. Una morena mano se posó en esa redondez que albergaba un tesoro. - Es algo mágico- dijo Deuteros, quien acababa de llegar. Su mujer puso su mano sobre la de él y sus miradas se conectaron, con un amor que ni todas las Guerras Santas lograrían opacar.
Casi tres meses después...
- Kardia, más agua caliente- ordenó Sysiphus, con una mirada nerviosa y gotas de sudor en su frente. - Aquí está- dijo Kardia muy agitado, trayendo un recipiente con agua tibia en sus manos- Dégel irá a traer a Asmita. - Sysiphus, esto no me gusta- dijo una preocupada Sasha, acariciando la cabeza de Elfriede, quien solo emitía alaridos de dolor- Ella lleva 12 horas así, no es normal. - Esas malditas visiones proféticas la han debilitado- fue la conclusión de Aspros. - Iré al templo para tratar de comunicarme con Arkhes-san o Démeter-san mediante mi Cosmos- dijo Sasha, abandonando la silla que ocupaba- Tal vez sepan algo. Tengo que ayudarla de alguna manera. Cuando la diosa se retiró de la habitación de la casa de Sagitario, Sysiphus frunció el ceño, miró a su alrededor y ordenó muy seriamente: - Salgan todos. Los presentes vieron que no había forma de replicarle, por lo que se retiraron en silencio. Solo Aspros parecía querer resistirse. - Si sucede cualquier cosa, avísame enseguida- dijo con firmeza- Deuteros está en esa prueba que le impuso el Patriarca y yo estoy a cargo del bienestar de Elfriede y mi sobrino. - Tranquilo, yo te aviso- dijo Sysiphus, manifestando inquietud, mientras Aspros se marchaba. Además de los dolores del parto, que la torturaban desde la noche anterior, un terrible presentimiento atormentaba a Elfriede, a quien se le salían las lágrimas mientras se aferraba con fuerza brutal a la baranda de la cama y mordía un pañuelo para contener sus gritos. De repente, escupió el pañuelo al sentir una contracción inusualmente fuerte. - ¡Tío, ya viene!- gritó. - ¡Puja con todas tus fuerzas!- gritó a su vez Sysiphus. Elfriede obedeció a pesar de los dolores, pujó hasta sentir que se partía en dos...hasta que sintió algo saliendo de ella. - ¡Ya salió la cabecita!- exclamó Sysiphus, contento, y procedió a halar cuidadosamente al bebé, hasta sacarlo de las entrañas de su madre, para después cortar cuidadosamente el cordón umbilical con unas tijeras que tenía a mano y atarlo fuertemente para que no sangrara. El Santo se quedó pasmado y con una sensación abrumadora de tristeza al sostener entre sus brazos el frío cuerpecito. - Es una niña- dijo, con la voz a punto de quebrársele. - Alzir- murmuró Elfriede con ternura, pero una alarma se prendió en su mente, algo no iba bien- ¿Qué pasa, tío? ¿Por qué no escucho su llanto? - Elfriede...lo siento mucho- dijo Sysiphus con una mirada de hondo pesar, sin dejar de acunar a la amoratada bebé, que parecía no tener signos de vida...Aclaración: Ese fanart no me pertenece (aunque no sé de quien es). Solo lo puse por parecerme adecuado para el momento pasional XD.
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Yo te voy a amar
Fiksi PenggemarElfriede es una joven que ha ganado recientemente su cloth y su título de saintia de plata. Ella ha decidido seguir el camino de la justicia y el sacrificio que le señaló su padre. Lo que no espera esta bella chica con un alto sentido de la ética es...