Mordidas y rasguños

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Las alarmas se habían encendido en la mente de Jimin, ¿qué estaba por hacer? El pánico lo recorrió un escalofrío subió por su espalda.

–N-No...Kookie, esto...n-no. – Su voz sonaba entrecortada, y es que cómo podía mostrarse seguro cuando la aterciopelada lengua del conejo lamía con desespero una de sus orejas, ¡era imposible!

–Jimin...  – Susurró casi con desesperación. La humedad en sus enormes ojos no sólo demostraba el placer de tener para sí al gatito que lo había cautivado desde el primer instante. – Lo necesito. – Comentó acomodándose entre las jugosas piernas del rubio. – Ambos lo necesitamos... -- Porque era la verdad.

Park estaba perdido en la oscuridad de las gemas contrarias, completamente hipnotizado por el deseo y el amor que no sabía que poseía en su interior, ¿por qué cuando se suponía que era tan incorrecto se sentía tan correcto?

–¿E-Estás seguro? – Preguntó el mayor, ahogando el delicado ronroneo que se escapaba de su garganta.  – ¿Seguro de...mh, de necesitarme a mí? –  <<A mí, cuando sólo soy un gato algo roto.>> Eso era lo que realmente quería decir.

–Completamente. – La sonrisa del castaño dejó ver sus enormes perlas, al momento en que sus mejillas tomaban algo de rosáceo color. Era tan extraño abrir su corazón, más aun cuando él ni siquiera estaba al tanto de sus emociones. – Yo... sé que tu no me necesitas tanto, porque prácticamente no nos conocemos. – Las palabras se comenzaban a atorar en su garganta, pero lucharía con eso. Iba a ser un adulto para Jimin. – Pero, mi corazón te necesita. – Tomando una de las manos del felino, la dirigió sobre su pecho, a la altura del músculo palpitante, sus latidos acelerados, indicando el anhelo en lo profundo de sí.  – ¿Ves? –

Jimin no supo en qué momento sus almendrados ojos se habían humedecido y sus rellenas mejillas estaban bañadas, las pulsaciones contrarias retumbaban dentro de él. Ya no podía negar nada, a pesar de que no lograse comprenderlo en lo más mínimo. Sus pequeñas manos con rapidez tomaron las mejillas del adolescente para acercarlo hasta su rostro y fundirse en un nuevo beso, uno que sólo evidenciaba amor.

Las orejas blanquecinas de Jeon se elevaron y su pálido rabo se sacudió, estaba siendo besado y le gustaba, aunque no lo suficiente como ser él quien llevase el control del beso. No tardó demasiado en que su lengua delinease los gruesos labios de su mayor para aumentar la pasión.

La temperatura subió nuevamente a medida que sus lenguas batallaban en una guerra que ninguno de los dos estaba dispuesto a perder. Las manos de Minnie se deslizaron hasta la espalda del más alto, acariciándola con algo de desespero pero sobre todo con mucho cariño.

Ambos se estaban volviendo locos, ese contacto no era suficiente y lo tenían más que claro. Jeongguk se separó para poder quitarse la sudadera junto a la playera que traía bajo ésta, su pecho desnudo subía y bajaba de la excitación. Jimin, por su parte, retiró su camiseta con algo de vergüenza, mirando hacia el lado con las orejas algo bajas mientras el menor volvía a ubicarse sobre él.

–Jimin... –Susurró el castaño apegando sus intimidades para comenzar a besar el níveo cuello del felino, degustando su dulce sabor, embriagándose con ese exquisito aroma. – Mi hyung, ngh. – Comenzando a mover sus caderas en un exótico vaivén, sonrió con amplitud al bajar su mirada hacia las violáceas marcas de mordidas que había dejado con anterioridad. – Sólo mío. –

–N-No...Kookie...  – El rubio parecía derretirse ante el toque ajeno. Sus caderas se movían inconscientemente hacia el fornido cuerpo sobre sí, volviendo a ubicar sus manos en la ancha espalda contraria, sus garras se asomaron con disimulo; presionándolas contra la piel canela. –No m-más marcas... mh...  –

I'm gonna bite you [ KookMin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora