Conmoción

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Jungkook luchaba para que las lágrimas no se escaparan de sus ojos, si quería que lo trataran como un adulto era lo mínimo que podía hacer. Seokjin había abandonado la habitación luego de aquella pequeña charla, dejando a un destrozado conejo a cargo del rubio aun dormido. El adulto no había sido del todo justo con las palabras que había escogido, sin embargo, fue inevitable para él no reaccionar así, antes que cualquier cosa era un hombre de familia y en su deber estaba proteger a su amado esposo e hijo, incluso de sus mismos amigos.

Todos estaban realmente muy estresados con los sucesos recientes, necesitaban un respiro, pero era más que obvio que no podrían parar, debían pensar y continuar actuando rápido para evitar mayores desastres.

Jeon inhaló con profundidad, arrodillándose en el suelo junto a la cama sólo para poder contemplar mejor las facciones del felino. La expresión serena del calicó logró relajar los músculos del menor, alivianando sus penas lentamente, y es que sólo bastaba estar junto a su pareja para cualquier ápice de sufrimiento se desvaneciera por completo. Su corazón y alma parecían estar en paz por fin.

–Despierta Jimin. – Susurró el castaño con dulzura. – Te necesito. – Mordiendo su labio inferior extendió su zurda para acariciar la cálida mejilla del contrario. – Eres mi hyung, no puedes dejarme así nada más. –

Jungkook estaba inquieto, es por ello que las yemas de sus dedos trazaron figuras aleatorias en la nívea piel ajena, necesitado de contacto, necesitado de una respuesta.

Los minutos pasaban, y aunque el conejo podía oír los murmullos de los adultos, optó por no agudizar su audición, sino que continuar prestándole atención a Jimin. Y con razón, pues pudo observar con detalle como su mayor fruncía las cejas levemente mientras unas ligeras arrugas se dibujaban en su frente, como sus labios se juntaban y separaban con lentitud. ¡Estaba despertando!

El castaño contuvo sus ganas de gritar, abriendo la boca y poniéndose erguido se apartó para darle espacio a su pareja. Los ojos del menor brillaban con amor desbordante, sus largas orejas se elevaron y su esponjoso rabo se sacudió con frenesí. Se suponía que debía llamar a Jin mas no lo haría, quería disfrutar de los primeros instantes con el rubio.

Los almendrados orbes de Park se abrieron poco a poco, acostumbrándose a la luz para que mirase hacia todas partes, no tenía idea de dónde se encontraba. El pánico se instauró en su cuerpo en una fracción de segundo para que se sentara de golpe, ¿Hoseok se lo había llevado más lejos aún? No. La abrasadora sensación de una mano conocida sobre sus cabellos lo hizo voltear y alejar toda preocupación de su sistema. Jeongguk estaba ahí, estaba ahí por y para él.

–Koo-Kookie...– Pronunció en un hilo de voz, bajando sus orejas tricolor. – Kookie. –

–Aquí estoy, Jimin. – El menor compartió la mueca de felicidad para tomar por las mejillas a su pareja, acercándose lo suficiente para apegar sus frentes y cerrar sus ojos, embriagándose con el acaramelado aroma natural de éste.

Sus narices se movieron en un beso esquimal repleto de sentimientos, un contacto suave e inocente que escondía un amor tan complejo que los humanos no podrían explicarlo jamás. Las mejillas de ambos se pintaron de rojo y se humedecieron con lágrimas de un sollozo silencioso. El alivio era demasiado para poder controlarlo.

–Te extrañé tanto, Kookie. – Susurró el mayor.

–Lo sé...yo también te extrañé. Te necesitaba. –

Y ambos sabían que era real. Sus comisuras se alzaron compartiendo una dulce sonrisa antes de que cerrasen sus ojos uniendo sus labios en un dulce y sincero beso. El sabor dulce estalló en sus bocas, acelerando sus pulsaciones.

I'm gonna bite you [ KookMin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora