Suplicio

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¿Qué tan seguido se podía tener un corazón roto? Para un híbrido aquello era casi imposible, después de todo, se supone que al enamorarse todo sería alegría, con el corazón completo por la otra mitad no habría soledad. Vaya que se podían equivocar.

Las lágrimas caían por sus ojos como cascadas y a medida que sus pasos continuaban hacia el automóvil de sus padres sentía que su interior se quebraba más y más. Sus hombros convulsionaban ante la insistencia de reprimir sus sollozos, el tigre no debía continuar llorando, sabía que no debería sufrir por eso, había sido su decisión enamorarse de Jimin, ¿no? No. Su corazón cultivó aquel bello sentimiento a lo largo de los años, en contra de su voluntad. Había sido un crío demasiado ingenuo y ahora estaba pagando las consecuencias.

Quizás debió haberse declarado al rubio antes, tal debió haberlo marcado y se hubiese ahorrado el dolor. ¿Park hubiese sido capaz de amarlo de vuelta?

Un gruñido se escapó desde lo más profundo de la garganta. Había sido cobarde, había esperado demasiado y ahora no le quedaba más que observar como el conejo se llevaba los sentimientos que debieron haber sido para él desde el principio.

Sus garras se incrustaron en el tapiz del auto y siguió en medio del llanto, aun cuando sus padres ingresaron y emprendieron marcha silenciosa hacia su hogar.

La morada Kim les dio la bienvenida de siempre, no había absolutamente nada fuera de lugar, tal y como debía ser. El de cabellos grises arrastró los pies, controlando su respiración para dirigirse hacia la sala y sentarse en el sofá de tres cuerpos, bajo la atenta mirada de los adultos.

Namjoon y Jin procuraron, seguir a su menor, sentándose a cada lado de éste, mientras se miraban entre ellos decidiendo qué hacer o decir primero. Y fue el de hombros anchos quien suspiró y acarició el cabello de su hijo, contemplándolo con una dulce sonrisa, entregándole todo su cariño, tal y como lo había hecho años atrás en su primer encuentro.

–Tata. – Lo llamó Seok. – Deberías dormir con nosotros hoy. –

Y no recibió ninguna respuesta del híbrido, quien sólo mantenía su vista fija en la mesa frente a ellos, dejándose arrastrar por la oleada de recuerdos que sacudían su corazón.

–Lo mejor será descansar, campeón. – Siguió el moreno, sonriéndole con levedad. – Mañana podemos hablar de ello si quieres. –

Aunque los adultos suponían que lo último que quería hacer el peligris sería hablar acerca de ello, y no porque existiese falta de confianza, sino porque la herida todavía estaba fresca y la situación era bastante más compleja que aquello que les tocó vivir a ellos. No se trataba de un simple malentendido, era mucho más, algo los humanos no podrían descifrar.

–Estoy defectuoso. – Susurró el tigre sin expresión.

–¿Qué...qué dices, Tata? Tú no eres defectuoso. – Se apresuró a decir Jin, rodeándolo por los hombros con un brazo.

–Eres nuestro hijo y no hay nada de malo contigo, campeón. – Le siguió Nam. 

– Estoy defectuoso. – Volvió a decir Taehyung. – Me enamoré de alguien que no es mi pareja. – A medida que las palabras salían de su boca, su voz iba desvaneciendo.

– Tata... –

– Taehyung... –

Sus padres sólo pudieron abrazarlo con fuerza.

– Estoy defectuoso. – Repitió. – Y ahora no puedo corresponderle a Irene. – Y las lágrimas volvieron a aparecer. – Sólo causo dolor...–

I'm gonna bite you [ KookMin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora