Martes 18:28 - Se acabó el dolor

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Allí estaban los dos, frente a un edificio de unos cinco o seis pisos, pintado de blanco, aunque la pintura en algunos lugares estaba algo abultada y descascarada. Las ventanas eran pequeñas y a la distancia parecían opacas, como si en lugar de vidrio fuesen desniveles de la pared. Si no fuera por la poca gente que entraba y salía, Jimin podría haber llegado a pensar que estaba abandonado, y se habían equivocado de dirección.

Yoongi dudó un poco antes de avanzar. Aquel lugar se sentía horrible. Le dolía el estómago y tenía náuseas. Esa construcción emanaba una energía negativa ante su vista. La asociaba con recuerdos horrendos, dolorosos. Tener a su novio con él traía algo de luz a su cabeza, pero de todas maneras, no podía evitar querer irse. Querer impedir cualquier tipo de daño que cualquiera de los dos pudiera recibir. Querer huir y olvidar todo. Sintió el calor de la mano del otro chico entrelazándose con la suya y tomó coraje. Era lo último que debía soportar antes de alejarse por completo de toda aquella historia.

Entraron a la recepción, y el mayor se acercó al portero, que conocía tanto a Kyan como a él, para preguntarle si el sujeto se encontraba allí. Éste, de mal humor, como siempre, tardó un rato en entender la pregunta. Luego, les anunció que no, el abusador del chico pálido no se hallaba en casa. Los dos jóvenes soltaron un suspiro de alivio. Lo intentaron, pero no lograron convencer al anciano antipático de que les avisara si llegaba. Con algo de miedo, porque tal vez el hombre les había mentido, marcaron el tercer piso en el ascensor y, cuando subieron, se dirigieron a la puerta que tenía una D de metal atornillada. Nervioso, Min acercó la llave, que había mantenido guardada en un bolsillo de su chaqueta hasta ese momento. Notaba que estaba temblando. El menor lo abrazó desde atrás, animándolo. Entraron al departamento, y el dueño de casa guió al otro hasta su habitación.

Estaba todo desordenado. La ropa dispersa por el suelo y la cama, había papeles cubriendo la mesita de luz, cuyos cajones estaban tirados en el piso. La alfombra era una mezcla de manchas pegajosas y almohadas. Las cortinas estaban desgarradas y el vidrio de la ventana marcado, rayado y sucio. Para completar el cuadro, unas cuantas botellas vacías se amontonaban por los rincones.

– ¿Qué demonios...? –Murmuró Park tapándose la boca con las manos.

– Es mejor no saber... Ayúdame, el bolso debería estar por aquí. –Tras la orden de Yoongi, ambos comenzaron a buscar en la parte inferior del ropero, pero, cómo se imaginaban, todo había sido cambiado de lugar, y no se encontraba allí.

– Yo busco en la otra habitación mientras tú revisas la sala de estar. –Propuso Jimin. Su compañero no se negó, después de todo, si Kyan llegaba a aparecer, él lo vería primero.

~18:33~

Su pareja lo había llamado desde el baño cuando el chico pálido escuchó que alguien se acercaba a la puerta. Salió disparado hacia donde estaba, para encontrarlo con el bolso negro en las manos. Lo arrastró rápidamente hacia su habitación luego de hacerle una seña para que guardara silencio. Cerró la puerta suavemente, intentando no hacer ningún ruido, de ser posible, y le señaló a su novio, que estaba muy confundido, que le ayudara a poner la mesa delante para bloquearla. Cuándo terminaron, escucharon que la puerta principal se abría y se cerraba. El menor empezó a meter ropa velozmente dentro del bolso, mientras el otro buscaba el cargador de su computadora. Ni bien lo encontró, lo arrojó junto con la ropa.

– ¿Min Yoongi? –Preguntó una voz ronca desde afuera, entre risitas. Estaba ebrio, y ni siquiera había anochecido. El mencionado se estremeció al reconocer aquel tono. El menor no parecía asustado. Sin duda no tenía idea de lo que lo esperaba del otro lado de la puerta.

Escucharon pasos no muy lejos de donde estaban, y se apresuraron a cerrar el bolso luego de que Park se asegurara de que tenían más o menos lo que necesitaban. El otro se lo colgó como pudo del hombro y se acercó a la ventana, con una fantasiosa esperanza de que hubiera una escalera que los ayudara a bajar, pero, por desgracia, no era así. La única salida que tenían era por la sala de estar. Estaba a punto de decirle a su novio que se preparara para correr cuando un golpe los interrumpió. Kyan estaba intentado abrir la puerta.

Entre pasillos [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora