Dieciocho

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Después de su cita médica habitual, Lauren había recibido lo que no había tenido durante un buen tiempo: Buenas noticias.

Había un donador de córneas en el Wetport Hospital Central. No le habían hablado de un donador desde hace años atrás cuando resultó no ser compatible. Pero ahora mismo estaba ahí, apretando la mano de su madre y llorando desbordadamente el hecho de que al fin podría ver bien sin necesidad de lentes con graduación con la cual podías mirar hasta el futuro.

Al fin podría asegurar que no caería en la ceguera.

Era su única oportunidad y esta vez dejo que le hicieran los estudios que ellos quisiesen, todo con tal de tener una oportunidad. Le pidieron que se quedará hospitalizada y entonces fue cuando sintió que le cayó un balde de agua fría.

Hoy tenía que salir con Camila por la tarde, hoy cumplía cinco meses de haber conocido a Camila en aquella estación de metro, sin embargo, no podía salir con ella.

Pero tampoco podía decirle que estaba a punto de ser internada en el hospital ya que tenía un próximo transplante de córneas.

Mierda.

* * * 

Camila no había podido dormir en toda la noche, producto de un fuerte dolor de cabeza que no lograron aliviar todas aquellas tabletas que había ingerido. Además, su pierna comenzaba a tomar un aspecto extraño que ella aún no había notado, aunque no lo crean. La cabeza le daba vueltas y la luz le molestaba, solo había dormido dos horas pero tenía que despertar temprano para comenzar a prepararse para aquel día, pues Lauren la había invitado a un lugar sopresa por la fecha especial que hoy tenía lugar.

Sin embargo, su teléfono sonó anunciando una llamada la cual busco contestar de inmediato, pues el ringtone que había sonado era uno especial para su novia.

—Hola bobita. —saludó Lauren.

—Hola tontita. —dijo Camila.

—¿Seguías despierta? Camila, ya es tarde... Eres una floja. —dijo Lauren riendo mientras que Camila negaba con la cabeza.

—Sí... No dormí bien anoche. —Dijo Camila.

—¿Por qué?

—Películas de terror...

—Claro... Miedosa.

—Solo un poquito...

—Bueno, tenemos que hablar...

—¿Sobre qué?

—No podremos vernos esta tarde, y créeme que lo siento mucho. Voy a salir de la ciudad un par de días...

—¿Pero por qué...?

—Asuntos familiares. Como sea, te deje un pequeño detalle con Dinah, cuando puedas ve por el. Tengo que colgar, te quiero y hablamos después. —finalizó la llamada la morena.

Camila se sentía enojada, furiosa y sumamente decepcionada, tanto que comenzó a reír... ¿Qué?

Estaba riendo.

Estaba riendo como si estuviese oyendo chistes del mejor comediante existente en la tierra, y el dolor en su cabeza aumentaba de a poco, torturandola cada vez más.

¿Nunca se han preguntado por qué la vida es tan injusta? Justo ahora el vecino de Camila estaba podando su jardín y con 70 años ni siquiera había desarrollado diabetes... ¿Como era posible que alguien que ni siquiera había llegado a la mayoría de edad ya estuviese con un potencial cáncer y quién sabe que otras cosas? ¿Por que definen al cáncer como una enfermedad? ¿Por qué el cáncer no tiene cura aún con el gran avance tecnológico-médico existente?

Un dato cruel pero crucial es que la Sociedad Americana de Cáncer nos dice que aproximadamente un tercio o un medio de la población contraerá cáncer durante su vida... Y Camila formaba parte de esa multitud. La morena recordaba como habían sido aquellos días en los cuales el Sol no parecía darle luz, aquellos días en donde las quimios a ella la mejoraban y a otros la empeoraban, aquellos días en donde su lucha la llevó a perder a grandes amigos.

Una pregunta que todos se hacían, que sus padres se hacían, que su abuela le hacía a Dios y que ella misma se hacía era, ¿Por qué no hay cura para el cáncer?
¿Por qué a Camila?

Definamos al cáncer como un grupo de enfermedades relacionadas MUY difíciles de curar, en donde cada tumor tiene un comportamiento y reacción diferente, en donde cada organismo tiene diferentes posibilidades de supervivencia después del tratamiento y dónde algunos no viven para contarlo.

Pero el milagro viviente estaba ahí, sufriendo a solas y llorando descontroladamente en busca de un consuelo que ella no se podía dar en aquellos momentos.

* * *

En el Unión Preace Hospital, el cirujano Sean Robbins estaba practicando un Bypass de la arteria coronaria que por desgracia, termino en un rotundo paro cardíaco que puso a todo el personal en aquel quirófano a trabajar de manera ardua en busca de salvar una vida.

—APLIQUEN 3 DE EPINEFRINA, LLAMEN A CARDIO Y DENME LAS PALETAS A 150, DESPEJEN. —decía el titular mientras procedía con RCP.

Las paletas fueron cargadas hasta los 200 y un total de 45 minutos fueron necesarios para traer a la vida nuevamente a el señor Richard. Lo que claramente el doctor sabía era que éste tenía daño cerebral, esto era casi un hecho. Se necesitaban 6 horas para que los órganos del hombre fueran viables para poder ser donados a distintas dependencias médicas que los necesitaban, lo difícil de todo esto era hablar con la familia del paciente en su pleno dolor sobre esto.

Increíblemente accedieron.

Y más increíble aún, fue que cuando estaban a punto de culminar las seis horas, este señor sufrió un derrame cerebral y además, falla hepática, lo cual lo hizo salir de los estándares que pedía el Consejo.

El señor Richard ya no era un donador viable, por lo tanto, ya no habría órganos disponibles para ninguno de los receptores que había de estos.

Por lo tanto, Lauren ya no tenía córneas.

Lauren ya no tenía oportunidad.





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