—Y es que... Dios, ¡Es hermosa! Se miraba tan tierna con sus gafas y su beanie. Sus ojos, ¡Sus ojitos!...
—Camila, estás hablando de una chica que conociste ayer en el metro y que probablemente no verás de nuevo, ¿Sabes cuánta gente viaja en el metro a diario? Probablemente a más de uno le pasó lo que tú estás viviendo ahora.
Era hora del almuerzo en el instituto y mientras Camila comía un poco de su sandiwch, sus mejores amigos Shawn y Dinah le hacían compañía.
—Me ausentó un día y Camila se enamora, en definitiva no vuelvo a faltar jamás. —dijo Dinah tomando un poco de su soda.
—¡No estoy enamorada! Es solo... —Camila trataba de explicarse.
—¿Un crush? —dijo Shawn alzando las cejas de forma pícara.
—¡Basta ya! Por Dios, les conté por qué necesitaba ayuda, no para que se burlaran de mí. —dijo Camila cruzándose de brazos.
—Pues... Búscala, no hay otra manera de saber que puede pasar con la chica del metro, eh. —dijo Dinah.
Siguieron almorzando y pronto la campana sonó, anunciando que debían regresar a sus clases. Ese día Camila había llevado su skate pero en definitiva viajaría hasta su casa en metro todo con tal de mirar a Lauren.
Los minutos parecían no pasar y las horas aún peor, parecían eternas. Finalmente se escuchó la campana anunciando la salida y Camila decidió no esperar a sus amigos para comenzar a andar en su skate hasta la entrada del metro. No sabía que era lo que estaba pasando, es decir, Shawn si llevaba la razón al decir que apenas conocía a la chica... Pero tenía una necesidad muy grande de volver a verla, ¿Por qué? Ni siquiera ella lo sabía, pero de lo único que estaba totalmente segura es que quería volver a ver aquellos ojos verdes.
Bajo las escaleras para entrar al subterráneo y compro un tiquet, después se sentó en la misma banca del día de ayer y busco por todas partes a Lauren. A comparación de ayer, había menos gente y por ello se le hacía más fácil buscarla.
Se levantó de su asiento y decidió dar una vuelta por el lugar para ver si la miraba por ahí, pero no, no estaba allí.
Camila suspiró con lo que parecía ser tristeza, ¡Ella le había dicho que la veía luego! Aunque Lauren nunca dijo un si o un no... Bueno, daba igual. El metro para llevarla a casa ya había llegado y eso solo significaba dos cosas: Tenía que irse y tendría que hacerlo sin haber visto a la chica de ojos verdes.
Y así transcurrió aquella semana... Camila fue todos los días al metro con la esperanza de poder verla una vez más, sin embargo, parecía que el destino no estaba a su favor. Así que un día simplemente se rindió y decidió regresar a casa en su skate.
Camila era una persona optimista, pero cuando las cosas no parecían tener solución, simplemente lo dejaba ahí.
Aquel día iba sola en su skate, con un abrigo por la fresca brisa que hacía presencia en la ciudad y una gorra en su cabeza por qué al parecer, no había tenido tiempo para cepillar su pelo y decidió solucionarlo poniendo aquella gorra en su cabeza. Tenía antojo de rosquillas desde que Shawn le había compartido de la suya en la escuela, así que decidió ir por algunas para ella y su familia.
El cielo estaba nublado y aún así, la gente transitaba por las calles de manera frenética. Pronto logró mirar en su campo de visión a un chico alto, de pelo negro y algo largo salir de la panadería a la cual se dirigía. Estaba a escasos tres metros de llegar cuando al chico se le cayeron unos papeles de las manos.
Camila tomó su skate y camino a paso decidido para ayudar al chico, se agachó y comenzó a recoger varios papeles que simplemente tenían un montón de letras, aunque lo que más resaltaba de estos eran unas mayúsculas en rojo que decían "RECHAZADO"
—Gracias. —dijo el chico ya con todos los papeles en sus manos.
—No es nada. —dijo Camila encogiéndose de hombros y a punto de entrar a la panadería.
—¡Chris!
Oh Dios.
Podía jurar que conocía aquella voz.
Volteó a mirar y ahí estaba la chica de ojos verdes junto a aquel chico que al parecer, se llamaba Chris.
Camila se debatió mentalmente en entrar a la panadería o acercase a Lauren. Se suponía que tenía ganas de mirarla y hablarle pero, ¿Quien era ese chico y que hacía con ella? ¿Acaso era su novio? Necesitaba respuestas.
Tomó aire y respiro profundo para salir hasta donde estaba la ojiverde y entonces con coraje, habló:
—¡Lauren! —dijo Camila, llamando la atención de la chica junto al chico.
—Hola... —dijo la ojiverde con una sonrisa que provocó lo mismo en Camila, quien se acercaba a ella.
Las chicas se miraron por un momento y entonces recordaron que había alguien más con ellas.
—Me llamo Camila.
—¡Oh! Lo siento... Camila, es mi hermano Chris. Chris, ella es... Camila. —dijo la ojiverde presentando a Chris con la morena.
—¿Ella es la chica del metro? —preguntó Chris y Lauren asintió.
Y se formó un pequeño silencio, hasta que el chico hablo.
—Oye Lauren... Tengo que ir a hacer unas compras, ¿Quieres quedarte o vas conmigo? —pregunto el chico.
Lauren lo miró y frunció el ceño, al parecer lo estaba pensando. Camila tragó en seco y de manera inconsciente habló:
—¿Que tal si te quedas conmigo?
¿¡QUÉ?! NO. NO. NO. ¡¿POR QUE LO DIJISTE, CAMILA?!
ESTÁS LEYENDO
Ojos de Regalo
أدب الهواة"Era un amor sumamente jodido pero sobre todo, sumamente ciego". Una humilde obra que te hará reír y tal vez, llorar.