Veinticinco

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—¿Que haces aquí? —preguntó Lauren.

—Quería verte...  Creo que debemos hablar. —dijo Camila.

Hubo un silencio, por primera vez un silencio era demasiado incómodo entre ambas.

—Camila.

Lauren había la había llamado por su nombre.

—Laur, discúlpame de verdad. —decía la morena de manera sincera.

—No tenías derecho alguno de gritarme, de verdad. Te necesitaba y lo que hiciste fue gritarme. —dijo Lauren con sus ojos cristalinos.

Camila se sentía de la mierda. ¿Cómo pudo hacer llorar a la chica que juro hacer siempre sonreír? Claro, tampoco era consciente de lo que hacía. Aquel tumor crecía de manera catastrófica en su cabeza y bueno, no controlaba todo lo que hacía; el problema aquí es que del tumor solo sabemos tu, y yo. El dolor que había sentido era sumamente jodido, no lo pudo controlar ni con los opioides que encontró de su abuela, Lauren había llamado en mal momento y sumando a eso el dolor, hizo a Camila explotar.

—No fue mi intención. Te lo juro. Créeme que jamás quisiera hacer algo para lastimarte. —dijo mientras se acercaba a una Lauren que estaba sentada en la esquina de la cama.

—No tenías derecho alguno de gritarme. —dijo Lauren.

—Solo escúchame, por favor... —dijo Camila finalmente sentada junto a Lauren, quién miraba fijamente sus manos.

Lauren de verdad estaba afectada, un simple mal trato era suficiente para derrumbarla por completo ¡Más de su novia! Su inseguridad por su enfermedad estaba a tope, tenía miedo de decirle a la morena y que está la abandonase por su condición. Todo era mierda.

—Mírame... —pidió Camila, tomando el mentón de Lauren entre sus dedos.

Ahí lo tenían, sus miradas se cruzaron y eran las miradas de dos almas rotas e inseguras que tenían miedo de perderse. Los ojos hinchados y rojos de ambas con las lágrimas secas que habían en sus mejillas, algunas rodaban por las mismas y finalmente caían en sus ropas. El amor suele expresarse de esas dos formas. Los recuerdos abundaron por sus cabezas y recordaron todos los lindos momentos que habían vivido en tan poco tiempo, el miedo de decir adiós sin quererlo también las invadía.

¿Pero quién lo diría primero?

Ya saben la respuesta, nadie.

—De verdad perdóname, no volverá a pasar. Te amo como nadie y créeme que mi intención siempre será hacerte feliz. Lauren, el simple hecho de que seas mi novia ya es algo irreal para mí y no quiero perderte, jamás. —Camila sentía el corazón en la boca, sentía que perdía a Lauren y sin ella no sabría que hacer.

Lauren no decía nada, solo escuchaba. Pronto recostó su cabeza en el hombro de la morena y sin decir palabra alguna, cerró sus ojos. Camila no entendía nada de lo que pasaba, sin embargo, trataba decifrar las acciones de la ojiverde.

No hubo más gritos, no hubo más discusión o disculpa, solo se escuchaban las tranquilas respiraciones de ambas chicas en busca de tranquilidad. Acto siguiente, Camila trato de acomodarlas a ambas en la cama, quedando Lauren sobre su pecho y ella acariciando el pelo de su chica, mientras Lauren se aferraba a la camiseta de la morena. Nadie decía nada aún, solo había caricias de por medio hasta que de un momento a otro el sueño las venció.

* * *

De repente Camila despertó, sintiendo de manera rápida que el peso de Lauren encima de ella le hacía falta, palpo a sus lados y no podía sentir nada más que las sábanas frías. Miró el reloj a su lado y pudo observar que eran las 10:00 PM, ¿Había dormido toda la tarde? Ni siquiera lo creía por el pesar y cansancio que sentía, además de que no sabía qué hacer ya que estaba en casa de Lauren. Se sentó en el borde de la cama y saco su teléfono para llamar a Lauren, el teléfono sonaba y sonaba hasta que al fin, alguien contesto.

—Hola Camz.

—¡Amor! ¿Dónde rayos estás?

—Vine con Chris a comprar algo de cenar, ya vuelvo.

—Ya es tarde, ¿Por qué no me despertaste?

—Te mirabas muy cansada como para despertarte. Llamé a tus padres y te quedas a dormir esta noche conmigo.

—Vale... Gracias.

—Nos vemos en un rato para cenar...

—Te quiero.

—Y yo a tí.

La llamada finalizó, aunque fue algo distante Camila sabía que las cosas se resolverían, o al menos eso pensaba. Se dispuso a dar vueltas por toda la habitación, pues aunque iba muy seguido a casa de Lauren no sabía con exactitud qué había en el cuarto de la misma. Solo iba a husmear un poco, tampoco iba a hacer una inspección tipo FBI.

Encontró en su cajonera la ropa interior de Lauren, unos cuantos conjuntos de encaje que no estaban nada mal y esperaba ver pronto... En el ropero estaba toda su ropa con su olor, además de que estaba muy bien colgada y planchada la sudadera que anteriormente le había dado la morena, en su tocador tenía todo su maquillaje que ni siquiera usaba, pero lo tenía. Había también muchos perfumes, lociones para el pelo y para el cuerpo, su colección de discos de Coldplay, y en sus cajones tenía sus diversos accesorios y... ¿Que demonios era eso?

Una caja muy bien tapada llamó la atención de Camila, quién se dispuso a sacarla con curiosidad, tenía un olor peculiar y se miraba algo... Sospechosa. No sabía si abrirla o dejarla ahí. Optó por dejarla en donde la había encontrado, pues no se quería ver muy acosadora.

—Te amo Lauren, y sé que no tengo por qué revisar tus cosas... Pero reafirmó mi autoridad como novia revisandolas de todos modos. —dijo Camila para sí misma y finalmente destapando aquella caja.

En cuanto la abrió, aquel raro olor invadió sus fosas nasales y la dejo tosiendo.¿Que demonios era aquello? En cuanto lo vio no lo pudo creer. La puerta se abrió y era Lauren.

—Camz, traje tacos... ¿Que demonios estás haciendo?

Camila estaba petrificada con la caja entre sus manos y mirando a Lauren, demonios.

—¿Esto es marihuana?

Lauren rápidamente dejo los tacos en la cama y le quitó la caja de las manos a la morena.

—Lauren, respóndeme.

—¿Que haces revisando mis cosas?

—¿Eso es marihuana?

—Camz...

—Dimelo, ¿Que haces con marihuana?

Silencio. Lauren suspiro.

—Si lo es.

—¿Y por qué tienes esto aquí?

—Tiene una razón justa.

—¿Y cuál es?

—Me ayuda con la ansiedad, Chris lo sabe. Solo la he utilizado una sola vez.

Camila la miro dudosa, y finalmente se sentó en la cama.

—¿Una vez?

—Un par de veces tal vez...

—Bueno... Sí es así.

—Te prometo que es así, no tendría por qué mentirte.

—¿Y esa cosa que efectos tiene? —dijo Camila pegandose al respaldo de la cama, cruzando sus brazos.

Lauren gateó sobre la cama hasta llegar al regazo de Camila y sentarse mirándola cara a cara, rodeo con sus brazos el cuello de la morena y habló.

—Esto... Solo te relaja.

—¿No alucinas?

—Yo no he tenido alucinaciones.

—Oh...

—... ¿Lo quieres intentar?



Ojos de RegaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora