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Hicimos más compras, compré mis cuadernos y lápices, y luego de eso nos fuimos a comer a un lugar algo apartado en la ciudad. Pedimos té helado y pastelillos.

—Bienvenida, hermanita —dijo Tim—, este año y los próximos serán los mejores de tu vida.

Brindamos.

—Gracias por no llevarme a beber —dije.

—Eso será más pronto de lo que crees —sonrió, fascinado.

Alex rió.

—Cuando grabamos hay una fiesta después —dijo Tim, informándome.

Asentí.

Finalmente volvimos a casa, Alex tomó su automóvil y se fue a casa.

Seguí ordenando mis cosas en mi nuevo cuarto, luego Teresa nos llamó a cenar. El día fue bastante bueno, pero extrañaba mucho estar en casa.

Tomé mi teléfono. Miré Instagram. Tenía mensajes de mis amigos, que también se habían mudado, y de otros que iban a mudarse pronto.

Me escribió Jeremy, quien era uno de mis amigos más cercanos en la secundaria, luego consiguió una novia y se olvidó de mí.

"En qué uni quedaste?"

"En Boston University" —le respondí.

"Seremos vecinos, estoy en Carpenter Center"

Un artista, ¿eh? ¿Quién lo hubiera pensado?

"Que bien" —le dije.

"Podemos juntarnos mañana si lo deseas, estoy intentando conocer la ciudad".

"Veré qué tiene pensado mi hermano y te lo haré saber".

"Esperaré tu respuesta".

Salí al balcón de mi habitación, y tomé una fotografía para mi Instagram. Vi mi inicio un rato, extrañaba tanto.

Luego de que comenzaran a llegar notificaciones, vi una que me llamó la atención.

"A JJ_Boy le ha gustado tu publicación"

Pestañeé algo confundida. Toqué el nombre de su cuenta. Tenía millones de seguidores, una cuenta verificada y varias fotografías de conciertos, de videos musicales, de él con Tim, de él con chicas.

Era muy controversial para la gente, sus canciones, sus videos, todo tenía contenido sexual, de drogas, de alcohol y fiesta, de misoginia, pero la gente lo seguía de todas formas.

Miré sus historias. Eran fotos que él mismo había tomado de las cuentas de personas que nos vieron en el centro comercial, las había reposteado. Eran decenas. En una de ellas me vi yo, riendo mientras él iba en mi bicicleta. Mi rostro se veía bastante claro, con una gran risa, mis ojos entrecerrados y mi cuerpo inclinado hacia adelante. Tim también estaba en esa foto, sonreía de una manera parecida a la mía.

Seguí avanzando, había fotos de cuando estábamos en la tienda de alta costura. Fotos de mí con sombrero y poncho, y Alex riendo frente a mí. Tim riendo atrás de nosotros.

Tuve una percepción de Alex errónea, sólo era una imagen.

Salí de allí. Bajé al primer piso. Tim no estaba ahí.

Bajé al subterráneo, me lo encontré en su escritorio, con una chica, tenían sexo, vestidos.

No me vio. Salí de ahí. Fue una escena algo traumática.

Subí a mi habitación, encendí la laptop. Comencé a configurarla. Y de pronto eran las doce. No tenía sueño.

Bajé al primer piso, me senté en la orilla de la piscina. Tenía más mensajes, pero no me sentía de ánimo de responderlos.

Acabé columpiándome en uno de esos asientos de jardín, todo había cambiado.

Terminé acostándome en el piso, intentando ver las estrellas. No había ni la mitad de estrellas que había en Tennessee.

Al día siguiente, desperté temprano pese a que había subido a la cama a eso de las tres de la madrugada. Era viernes.

—¿Dónde está Tim? —le pregunté a Teresa, quien preparaba desayuno.

—Anoche ha salido, aún no regresa, pero por lo general regresa a eso de las nueve.

Asentí.

Me dio panqueques, frutas picadas, y un vaso con leche y chocolate.

—Gracias —dije—, se ve delicioso.

Y lo estaba.

Luego de desayunar, fui al garaje. Mi bici seguía sobre la camioneta del día anterior. La bajé con cuidado. La llevé con cuidado al patio, y comencé a andar alrededor hasta que me acostumbré un poco a ella. Ajusté la velocidad, y también fijé bien su canasta.

Subí a buscar una pequeña mochila, puse mi teléfono, mi billetera, un sweater, y luego fui a la ducha.

Cuando salí del baño, encontré las cosas de las compras, en sus bolsas, en medio de la habitación.

Las saqué de sus bolsas y cajas. Lo único que me puse fueron las zapatillas que Alex me había comprado. Estaban algo duras, pero iba a ir en bici.

Fui por la ciudad, buscando a Jeremy. Nos encontramos en el parque Amory. Él andaba a pie.

—Tiempo sin verte —dijo.

—¿Cómo está tu novia? —le pregunté.

—¿Novia?

—Cassidy —dije.

—Cas y yo terminamos hace tres años —suspiró.

—Lo habría sabido si no te hubieras alejado.

—Qué hostil —musitó.

Fuimos por diferentes lugares de la ciudad, me sacó bastantes fotos y yo a él.

—Aquí no hay tantos árboles como en casa —dijo.

—Lo sé. ¿Lo extrañas también?

Asintió.

—Pero no importa, vine aquí a ser importante —sonrió.

Llegamos a una heladería, nos sentamos a tomar helado en copas. Mi teléfono sonó.

Era Tim.

—¿Dónde te has metido? ¿Salir sin avisar? ¿Sola? ¿En una ciudad que no conoces?

—Cálmate, histérico, estoy en el centro, con Jeremy.

—¿Jeremy Parsons?

—Sí —dije—, vine a recorrer la ciudad, no estabas.

—Enviaré a Ronny por ti —dijo.

—La estoy pasando bien, no es necesario.

Suspiró.

—Bien, pero debes avisarme cuando quieras volver, y enviaré a alguien por ti.

—Entendido, mamá —dije—. Adiós.

Corté.

Jeremy me miraba con curiosidad.

La ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora