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—No —dijo Alex.

Tim hizo una pausa.

—¿Te gusta Allie? No me mientas, hermano, te conozco hace como ocho años —dijo él.

—Sí me gusta.

—¿Por qué no me lo habías dicho?

—No vale la pena haberlo hecho, te opondrías, además, ella ignora mi existencia, debe verme como te ve a ti —dijo Alex.

—Hey, sé que no eres un simio —dijo Tim—. Si te gusta Allie, deberías invitarla a salir, confía bastante en ti.

—¿Por qué no estás molesto? —preguntó Alex.

Tim rió despacio.

—¿Bromeas? No soy un imbécil, puedo ver cómo la miras, como la cuidas, que haces cosas por ella como ir a dejarla a la uni, y así. ¿Crees que me opondría a que te gustara Allie? Ella es una chica dulce, lista y buena, y tú eres mi mejor amigo, te conozco como la palma de mi mano, no le harías daño.

—No creo que yo le guste.

Alex era un mentiroso muy bueno.

—Me gusta mucho —admitió Alex—, y es tan raro.

—Si le haces daño a mi hermana te mataré —dijo Tim, de pronto.

Alex no le dijo una sola palabra.

—Sólo sonrisas, ¿Entendido?

—Claro, si es que un día me mira como a un chico y no como a ti.

—También soy un chico —dijo Tim.

—Pero tu relación con Allie es fraternal, y siento que voy para allá.

—Bueno, a Allie le gusta ir al cine —dijo—, también le gusta el yogurt de piña, los bombones rellenos de menta, los gatos, las flores y colores, le gustan las películas de Kristen Bell, los conejitos, le gusta bailar... ¿Por qué no comienzas por ahí?

—¿Por qué estás haciendo esto?

—Porque has hecho mucho por mí, hermano, si no te tuviera conmigo, no podría ver a Allie, sé que tienes mi espalda.

—¿De qué hablas?

—Con todo lo que circula por mi casa, Allie habría ido a los dormitorios, apenas y la vería.

—Pues, si he de confesarte algo, me preocupa que mi gusto por las chicas se interponga entre lo que quiero con ella.

—Eso debes arreglarlo con ella, y tú debes fijar tus límites. Me iré a casa. Cuida a mi hermana.

Tim se fue, Alex apagó las luces, y subió a dormir conmigo luego de lavarse los dientes.

Me abrazó por la espalda, yo puse mis brazos sobre los suyos.

Por la mañana me despertó con el desayuno en la cama. Había cereales con yogurt. De piña. Como le había dicho Tim.

—Es algo que puedo preparar —dijo.

—Gracias.

—¿Te sientes mejor que ayer?

Asentí.

—Hey, tengo que ir a Los Ángeles por hoy y mañana, ¿Crees que estarás bien sola?

—Creo que sí, ¿Todo está bien?

Sonrió.

—Sí, tranquila.

Me besó.

—Volveré para grabar el viernes, habrá una fiesta en casa de Mike.

—No sé quién es Mike.

—Es un amigo mío, quiero que vayas conmigo a bailar. Me gusta bailar contigo.

Le sonreí.

—Bien.

Fue a dejarme a la uni, y cuando volví él ya no estaba en casa. No podía negar que ya lo extrañaba.

Miré su Instagram, estaba dando un concierto, y luego en una fiesta.

Recordé sus palabras. ¿Qué hay si él no podía resistirse a las chicas?

Me sentía un poco sola, así que fui a ver a Jeremy, quien trabajaba en una cafetería ahora.

—¿Por qué estás tan seria hoy?

—Estoy teniendo una especie de crisis de celos —dije—, pero no tiene lugar aún.

—¿Es por un chico?

Asentí.

—¿Es JJ? —preguntó.

Asentí otra vez.

—No le digas a nadie, por favor.

Suspiró.

—Bueno, si te quiere, no te dañará. O será muy honesto.

Alex volvió para grabar con Tim, no podía ir a verlo tampoco porque estaba el narcotraficante quedándose en casa, así que esperé a Alex en casa. Alex no llegó hasta el sábado por la noche, llegó borracho, yo me mantuve algo lejos de él.

—¿No estás feliz por verme?

—Quizás —dije.

—¿Quizás? Yo sí estoy feliz por verte —dijo.

Me miró.

—¿Por qué te ves triste? —preguntó.

—No hablaré contigo estando ebrio —dije—, voy a salir.

Subí, me coloqué un vestido floreado, y salí a la casa donde Jeremy vivía. Estuve en otra fiesta, pero procuré no emborracharme. Sí me sentía observada por varios chicos, vi a varios mirándome, pese a que no estaba haciendo nada extraño.

Volví a casa en un Uber, Alex dormía en el sofá. Yo fui a la cama.

Al día siguiente, Alex se levantó temprano, fue a verme a la habitación.

—¿Puedes decirme qué ocurre ahora que estoy sobrio?

—Hay algo que me tiene inquieta, ¿Cómo va a resultar esto?

—¿De qué hablas?

—Te escuché hablando con Tim —dije—, dijiste que te gustan las chicas, así que, ¿Qué ocurrirá cuando yo quiera más?

Cerró los ojos, algo culposo.

—No sé cómo hacerlo funcionar.

Fruncí los labios.

—Entonces, ¿Qué pretendes hacer? —le pregunté.

—¿Qué relación quieres tener conmigo?

—Una relación sana.

—No puedo darte una relación sana.

—Entonces, no será nada.

Me temblaba la mandíbula, quería llorar.

La ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora