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De pronto metió su cabeza entre mis piernas, su lengua me tocaba con gran habilidad. Se sentía bien. De pronto se sentía mucho mejor, era una sensación adictiva, pensaba que estaba teniendo orgasmos, hasta que él introdujo sus dedos y los movía de tal manera que todo se sentía aún mejor.

Luego tenía ganas de hacer pis, pero se veía tan inspirado y concentrado que no iba a dejar que las ganas me ganaran.

Era más rápido e intenso ahora, hasta curvaba los dedos dentro de mí, de pronto la sensación se multiplicó por mil, mojé a Alex. Él sonrió, seguía saboreándome, lo hizo otra vez, y otra vez, no podía detener mis fluidos, pero Alex parecía muy complacido, y pese a que se sentía demasiado placentero, luego sentí algo más intenso, que hasta me sacó un gemido largo y me hizo enterrar los dedos de manos y pies en el colchón. Alex recibió más fluidos, sonreía como si se hubiera ganado la lotería. Se detuvo.

Me sentía terriblemente avergonzada.

Pero tuve un gran orgasmo.

Miré a Alex algo avergonzada, me cubrí un poco.

-Eso fue algo fácil -sonrió.

Lo miré con grandes ojos.

-No tienes idea de lo que acaba de pasar, ¿Verdad?

-Pues, te hice tener un orgasmo mojado, no es pis por si acaso. Estoy fascinado.

Me quitó la playera, él se bajó el pantalón, se colocó entre mis piernas, se deslizó como si nada. Podía sentir todo.

Lo hizo sin darme un respiro, luego me colocó contra la cama, puso su mano en mi hombro y siguió haciéndolo, después se sentó, y me sentó sobre él, me hizo prácticamente saltar, y en ese momento, volví a llegar a la gloria, nuevamente mojando un poco a Alex, pero él no se quedó tranquilo con eso, con su mano comenzó a tocar mi entrepierna hasta que fue más intenso. Podía sentir su sonrisa en mi oreja. Luego volvió a ponerse sobre mí, pero estaba de pie y yo acostada, era bastante rápido lo que hacía, y de pronto comenzó a gemir. Eyaculó en mi abdomen, se sentía tibio.

Me quedé sobre la cama respirando bastante agitada, todo había sido mucho.

Él me levantó, fuimos a la ducha, pero él apretó un botón que la hacía una ducha normal. Me abrazó por la espalda y me quitó todos sus fluidos del cuerpo, él hizo lo mismo con los míos. Se aseguró de no mojar mi cabello. Me sentía agotada de nuevo.

Me sacó en brazos del baño, me llevó a la habitación del segundo piso. Se fue un par de minutos, y luego volvió con otra playera. Me dejó dormir luego de eso, pero lo oí yendo escaleras arriba y bajando unas cuantas veces.

Al día siguiente desperté bastante temprano, Alex dormía a mi lado, con su mano sobre mi cintura.

Mi cuerpo estaba destruido.

Caminé hacia el baño, me di una ducha.

Alex se me unió luego. Me besó al entrar.

-Buenos días -dijo.

-No quiero ir a la uni -le dije enseguida, a modo de queja.

-Nada de eso, irás. Además, hoy sales más temprano, así que, no tienes excusa.

Sin embargo, cuando estaba en clases comencé a sentirme muy mal, tenía calor, y la nariz congestionada. Aún no paraba de llover, así que Alex volvió a ir por mí.

Me vio media muerta.

-¿Qué tienes? -preguntó.

-Creo que me he enfermado -dije.

La ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora