Algunas personas se acercaron a mi luego.
—¿Eres la novia de JJ Boy?
Entré al salón, me sentía observada.
El maestro me llamó después de la clase.
—Así que eres amiga de Alex Jenkings —dijo, con una sonrisa—, ese chico es un genio disfrazado de simio, espero que seas como él, pero sin el disfraz de neandertal.
Me reí.
—Nos vemos, señor Villa —le dije.
Nos llevaron a todos los novatos al patio principal, nos dieron la bienvenida oficial, un escenario con músicos, más baile, y de pronto, pintura. De todos los colores.
Me entró pintura a los ojos, y comencé a caminar a ciegas, con mis manos evitándome un choque.
—¿Estás bien? —preguntó un chico al chocar con él.
—No puedo ver —dije.
—Ven conmigo.
Me llevó caminando guiada de su brazo.
—¡Eh! ¡Kelly! ¿Puedes ayudarle? Le ha entrado pintura en los ojos.
—Claro.
Me guiaron otra vez, comenzaron a limpiar mis ojos con cuidado, comencé a ver un poco mejor, hasta me pusieron gotas en los ojos. Estaba en un baño con una chica rubia, alta, muy bonita.
—Gracias —dije—, soy Allie.
—Soy Kelly, es un placer. ¿Puedes ver ahora?
Asentí. Me miré al espejo, estaba llena de pintura, mi cabello estaba estropeado.
Volví a la fiesta novata, acabaron haciendo hot dogs para nosotros, y luego me fui a casa.
Llegué en metro, por suerte no era la única que iba así, pero calle arriba, caminando, sí lo era. La gente se volteaba a mirarme.
Toqué el timbre, Teresa me abrió la puerta.
Caminé hacia la casa, una vez dentro, me topé con más gente que el día anterior.
Reconocía a otro cantante famoso. Alex me miró, divertido.
Rió cuando llegó a mí.
—Mírate, eres un desastre —dijo, tocando mi cabello endurecido.
—Siento que tengo pintura hasta donde no me llega el sol —le dije.
—¿Por qué tus ojos están enrojecidos? ¿Fumaste hierba?
—No, me entró pintura a los ojos. ¿Dónde está Tim?
—Está arreglando la estadía de los chicos —dijo—, todos son de Los Ángeles, liberaron su agenda para venir a grabar conmigo y no logra conseguir la estadía para todos, los hoteles están llenos, los padres que vienen a dejar a sus hijos a la uni han copado todo.
—¿No tienes un lugar en Boston? —le pregunté.
Asintió.
Me apartó un poco.
—Estos tipos son adictos a la cocaína, no quiero llevarlos a mi casa, además, no es tan grande, sólo tengo dos dormitorios y un gran armario.
Reí.
—Tim me ha preguntado si puedes quedarte allá, sabe lo que hacen, y te ofrecerán, y te ofrecerán hierba, quizás éxtasis... así que, si no consigue un hotel, tendremos que irnos de aquí.
—¿No que debías quedarte aquí?
—Sólo es para levantarnos muy temprano y acostarnos muy tarde, pero estos chicos estarán dos días aquí.
Fruncí los labios.
—Dejé algunas cosas en tu baño —dijo—, debo explicarte cómo funcionan algunas de esas cosas, para que tu piel no se ponga mal.
—¿Podrías venir conmigo?
Asintió.
Me acompañó al segundo piso. Entramos a mi habitación, y al baño. Abrió la llave de la tina, comenzó a llenarla.
Hizo que me quitara los zapatos, me metí a la ducha con ropa y todo.
Cerré el vidrio. El agua tibia se sentía bien.
—Bien, mira el frasco verde, ese es removedor de pintura, no debes usar tanto o tu piel se irritará. Dejé algunas esponjas ahí, úsalas.
Le hice caso, salió gran parte.
—Usa el frasco azul ahora, ese despegará lo que quede de pintura de tu pelo.
Lo usé. Podía ver la pintura caerse.
—Bien, ahora usa el frasco naranja, ponlo en tu cuello y donde comienza tu playera, se te despegará la ropa del cuerpo, y podrás sacarla.
Lo hice, quería estar limpia más que nada.
Me quité la ropa despacio.
—Por favor no mires —le supliqué.
—Descuida, estoy dándote la espalda —dijo—. Cuando estés lista con la ropa, sal y entra en la tina.
Le hice caso, cerré la llave de la ducha, y entré en la tina. Estaba llena de burbujas ahora.
Se sentía tan bien.
—¿Lista?
—Sí —dije.
Se volteó, me cubrí con mis piernas. Sacó otro frasco, puso un poco de contenido en una esponja y se acercó a tallarme la espalda. El agua comenzó a teñirse de colores.
—Salió casi todo lo del cabello —dijo, sonriendo.
Le sonreí de vuelta. Colocó champú sobre mi cabello, y comenzó a masajearlo. El agua terminó de teñirse. Hasta me puso acondicionador.
—Cuando me tocó a mí vivir eso, no podía sacar la pintura con nada, así que una chica de la uni me ayudó, y me dio lo mismo que yo a ti —dijo, frotando mi cabello.
Me volteé a mirarlo, él me miraba.
—Gracias, la comezón estaba matándome —le dije.
—Bien, te toca a ti ahora —dijo—, estaré abajo.
Asentí.
Volví a meterme en la ducha, y luego salí a vestirme. Me coloqué unos jeans limpios y una de las playeras que Tim me había regalado.
Cuando bajé, había un montón de personas en la sala de estar. Alex hablaba con ellos. Un par de minutos luego, llegó Tim, cortó una llamada, y caminó directo a Alex. Le habló un par de segundos, y luego ambos miraron hacia arriba. Alex le dijo que sí.
—Bien, todos al estudio, ahora —dijo.
La gente comenzó a moverse al estudio, pero Alex y Tim subieron las escaleras.
—No aceptes nada de lo que ellos te ofrezcan —dijo Tim—, la última vez que lo hice, hice algunas cosas de las que no me siento orgulloso.
Tragué saliva.
Alex metió sus manos en sus bolsillos.
—Prepara algunas cosas, irás a mi casa —dijo él—, uno de los chicos te llevará.
Me dio sus llaves.
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La Prohibida
RomanceDel campo, a la gran ciudad. Allie es simplicidad, Alex es una estrella. Ambos son cosas inesperadas para el otro, pero... ¿Podrán estar juntos?