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La cabeza que se separó de mis labios no era la de Alex, era Jeremy.

Me cubrí la boca.

Sin embargo, más allá estaba Alex, hacía algo parecido con otra chica, le tocaba las piernas.

Cuando lo miré, él me miraba. Escuchó lo que dije.

Aparté a Jeremy de mí, y fui a las escaleras.

Bajé al primer piso rápido. Los tacones me estorbaban.

Tim vio a Jeremy.

—¿Qué haces aquí? —le dijo.

Jeremy venía atrás de mí.

—Allie me ha invitado —dijo Jeremy.

—Mantente lejos de ella, si veo tus manos sobre mi hermana, sufrirás.

Jeremy se detuvo, lo dejé atrás.

Fui al garaje, me metí en uno de los automóviles, y apoyé la cabeza hacia atrás, no podía recordar bien qué había pasado.

Eché el asiento para atrás, y me dormí enseguida.

Desperté un rato después, había bastante ruido aún. Volví a la fiesta. Había bastante gente bailando. Me sentía tan borracha.

Tim me vio, se me acercó.

—¿Dónde estabas? Te buscamos por todas partes.

—Fui a dormir a un auto —dije. Estaba tan mareada.

Sentí una mano en mi hombro. Era Alex, ya llevaba la mitad de su traje.

—¡Vamos a bailar!

Y me llevó de vuelta a la pista.

—¿Dónde está Jeremy?

—¿Ese novio tuyo? —preguntó—, Tim lo ha echado a patadas.

—No es mi novio, éramos amigos en la escuela —dije—, ¿Qué ha pasado?

—¿Cómo que qué ha pasado? Te poseyó un demonio por un buen rato, bailaste conmigo, me has dicho que no traes ropa interior, y luego de bailar pegando tu trasero a mí, te fuiste a bailar con Danna. Has bebido como si estuvieras en una fiesta en las vegas, y hasta hiciste twerk, luego volviste a bailar con tu novio, y él te llevó escaleras arriba, después desapareciste, y aquí estás.

—Eso es lo que recuerdo —dije.

—¿Y la chica que besabas?

—Duerme arriba —sonrió frunciendo los labios.

Asentí.

La noche siguió avanzando. De pronto, me encontré con Tim quitándome los zapatos y guardándolos, y yo volviendo a Alex, para volver a bailar. La fiesta se movió afuera. Todos comenzaron a lanzarse a la piscina, yo no podía hacerlo pese a que habían chicas que sólo usaban bragas allí.

No iba a mostrarles mis pechos a nadie.

Hasta Tim se lanzó a la piscina. Danna lo siguió luego de quitarse el vestido. Yo fui a la cocina, encontré la caja con pizza en el horno, me senté en el piso a comer, nadie iba a robarme mi pizza ahora que estaban en la piscina.

Alex se me unió.

Me quitó un trozo.

—¿Qué te parece la fiesta, chica campirana?

Reí.

—Tennessee es una ciudad como esta, no somos unos campesinos —dije, sin mirarlo.

—Es tu primera fiesta, borrachita —dijo.

—¿Cómo lo sabes? —le pregunté.

—Estás bebiendo porque te dan alcohol, además, estás más atrevida, y no entiendes muchas cosas, te quedaste dormida en un automóvil, y pese a que tu vestido cuesta más que tu bici lo usas en el piso, y te importa un carajo.

Reí.

—Que listo eres, Alex —dije.

—¿Por qué me pediste que me detuviera cuando besabas a ese chico? —preguntó.

Cerré los ojos, eché la cabeza hacia atrás.

—No sé de qué estás hablando —le mentí.

—Cierto, estás borracha. Pensé que no querías que besara a aquella chica. No te hice caso, por cierto.

—Puedo notarlo —dije.

Miré la hora. Recién eran las cuatro de la madrugada.

La gente volvió mojada a la pista, chicas semidesnudas, chicos desnudos. Todo se torció de pronto.

Danna se llevó a Tim al estudio, las chicas se besaban, los chicos apartaban a las chicas. Jamás había visto tantos pechos operados en mi vida.

Alex me tomó la mano, me llevó escaleras arriba. Sacó una llave de su bolsillo, abrió la puerta de mi habitación.

—¿Estaba cerrada? —le pregunté.

Asintió.

—Tim ha encontrado variadas cosas después de las fiestas así que cierra las puertas con llave —dijo—, además, antes solía ser mi habitación.

No noté que traía una botella en su mano, y vasos plásticos. Cerró la puerta de la habitación cuando estábamos dentro

Nos sentamos en el balcón, en el piso, a seguir bebiendo. De borracha, mi cabeza acabó apoyada en sus piernas, él me acariciaba los hombros.

—Solía pensar que eras un idiota cuando no te conocía, tus canciones son diferentes a lo que eres en realidad.

—Esa es la idea.

Bebimos hasta que se acabó la botella, luego cerré los ojos, ya había demasiado alcohol en mi cuerpo.

Cuando desperté, ambos estábamos casi en el mismo lugar, yo tenía su cazadora encima, él usaba una camisa. Yo estaba sentada entre sus piernas, él tenía su cabeza apoyada en mi hombro, y sus brazos en los bolsillos.

Estaba amaneciendo. Me moví despacio.

—Alex —dije, despacio.

Él despertó algo agitado.

—Alex hace frío —susurré.

Me levanté despacio. Aún estaba borracha. Él se levantó también, y me evitó una fea caída.

Me tomó por la cintura, y me llevó a la cama con cuidado.

Fue a cerrar el ventanal del balcón, y luego iba a ir a la puerta.

—¿Por qué te vas? —le pregunté, desde la cama.

—Debería ir a mi habitación —dijo.

—Había una chica durmiendo allí —susurré, estaba durmiéndome otra vez.

—Tim —suspiró.

Él acabó yéndose, cerró mi puerta con llave por fuera.

La ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora