Unas horas después, oí mi puerta.
Mi estómago daba vueltas.
Miré por el rabillo de mi ojo, Tim y Alex estaban allí, mirándome.
—Alguien la pasó bien anoche —dijo Tim, despacio.
—Ese chico, Jeremy, no me cae bien —dijo Alex.
—Ni a mí. Era amigo de Allie cuando iba a la secundaria, a Allie le gustaba, pero el chico se fue de novio con otra chica, y dejó de juntarse con mi hermana. Estuvo realmente solitaria por un tiempo. No confío en él.
Tenía tantas náuseas.
Me levanté rápido, corrí hasta el baño, me apoyé en el inodoro y vomité bastante, sólo pizza triturada y licor. Me sentía horrible.
Tim llegó al baño, me sobó la espalda y afirmó mi cabello de la cola de caballo.
Todo ese día me sentí horrible, pero Teresa me hizo de comer, sólo me quedé en cama.
Al día siguiente, me levanté temprano. Era mi primer día de uni. Me coloqué unos jeans, un sweater blanco, y las zapatillas que Alex me había regalado. Eran tan bonitas.
Tim insistió en que usara la mochila que me había comprado, así que puse ahí mi laptop, algunos cuadernos y lápices.
—Iré a dejarte hoy, en representación de mamá y papá —dijo Tim, bebiendo su café.
Le sonreí.
Desayuné, y luego apuré a Tim para que nos fuéramos a la uni. Eligió el auto más ostentoso que tenía, era blanco, con luces, y sus puertas abrían hacia arriba.
Me dejó en la entrada del campus, varias personas se me quedaron viendo cuando abrí.
—Gracias, hermanito —le dije.
—Ten un buen día —sonrió.
Caminé hasta dentro, fui a buscar mi horario. Fui a mi primera clase, pero en vez de eso, nos hicieron una bienvenida. Nos regalaron playeras, gorras, sudaderas, hicieron una especie de fiesta y nos enviaron a casa luego de advertirnos que al día siguiente nos mancharíamos mucho, así que nuestra ropa debía ser algo sin importancia. Alex estaba en casa, otra vez. Tenía una maleta esta vez. Hablaba con otros chicos que estaban ahí.
Los saludé a todos, y me fui a mi habitación. Dejé mis cosas allí, y me di una ducha. Cuando salí envuelta en toallas, me encontré con Alex sobre mi cama.
—Te traje algunas cosas —dijo.
Me cubrí.
Se cubrió los ojos, y luego se volteó. Me coloqué la ropa rápido, mi piel aún estaba mojada.
—Ya puedes voltearte —dije.
—Lo siento, no sabía que estabas en la ducha —dijo.
Se volteó despacio.
Me dio una caja mediana, estaba llena de libros.
—Van a pedirte estos libros.
Los miré uno por uno.
—Gracias —le sonreí—, lo aprecio mucho.
—Los tenía por ahí, pensé que te servirían más que a mí ahora. Bien, volveré abajo, ya terminaron de preparar el estudio, así que...
—Enserio, gracias. Has sido muy amable conmigo desde que llegué, y me has hecho reír, de verdad que extraño mi casa, pero... estar aquí no es tan difícil si estás dando vueltas y burlándote de mi ropa interior.
Sonrió un poco, frunciendo los labios.
—Eres lo único normal que queda aquí —dijo—. Además, no estoy tan nervioso ahora que grabaré.
Salió de mi habitación, bajó las escaleras.
Eran las once de la mañana. Sin embargo, nadie salió del estudio en ningún segundo hasta que fueron las doce de la noche. No quería interrumpir a nadie, había doce personas abajo, todos estaban muy concentrados.
Les llevé comida como cuatro veces, y cada vez que volvía los veía de la misma forma. Podía ver a Alex, pero él no podía ver a nadie más.
Apuesto a que estaba aburrido todo ese tiempo.
Los tipos comenzaron a irse, Alex salió a hablar con Tim, se veía exhausto.
—Allie, llévalo a dormir, por favor —dijo—, yo me quedaré editando aquí.
Asentí.
Tomé a Alex del brazo, y lo llevé escaleras arriba.
—Tengo mucha hambre —suspiró.
Desvié mi camino a la cocina. Teresa había dejado comida de la cena, así que le calenté un poco, hasta le di algo de zumo de naranja.
Luego de que comiera, metí la vajilla en el lavavajillas, y lo llevé de la mano escaleras arriba.
Entramos en su habitación, se quitó los zapatos, y se lanzó sobre la cama. Lo cubrí con una manta, y apagué la luz.
—Allie —dijo.
—¿Sí?
—¿Podrías tocar mi cabello un poco? —preguntó—, estoy tan cansado que no sé si podré dormir.
Me acosté junto a él, acerqué su cabeza a mi torso, y comencé a acariciarle entre el cabello. Se durmió en un par de minutos. Fui a mi habitación a dormir.
Al día siguiente, desperté temprano. Iba a ensuciarme, no iba a valer la pena bañarse.
Me vestí, me coloqué ropa vieja, y bajé a desayunar.
Alex ya estaba desayunando, con Tim. Tim se veía destruido también.
—No puedo ir en bici —dije—, no tengo cadena.
—Allie, tengo mucho sueño —dijo Tim.
—Yo la llevo —dijo Alex—, podría ir a comprarle una cadena, y paso a buscar a Mike al aeropuerto.
—Bien. Yo me iré a dormir —suspiró Tim, cansado.
Resulta que el automóvil de Alex se llamaba JJ móvil, todo el mundo lo conocía, era blanco, y por los lados era holográfico. Sólo cabían dos personas en él, y las puertas también abrían hacia arriba.
Aparcó, y fue a dejarme al edificio en el cual tenía clases.
—No venía hace como un año —rió.
Su sweater amarillo brillante, sus pantalones azules intensos y sus gafas como las de la madre de Johnny Bravo lo delataron. Todo el mundo sabía quién era él, nadie se atrevía a acercarse.
—Prepararé algunas cosas para cuando llegues —sonrió—, te veré más tarde.
Sentí algunos flashes de cámaras, me cubrí la cara.
—Cuida de Tim, no lo dejes quedarse hasta tan tarde otra vez —le dije.
—Yo me encargo, nos vemos.
Se alejó.
Se volteó a mirarme un par de veces. Yo seguía parada ahí, esperando a que se fuera de mi vista.
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La Prohibida
RomanceDel campo, a la gran ciudad. Allie es simplicidad, Alex es una estrella. Ambos son cosas inesperadas para el otro, pero... ¿Podrán estar juntos?