Epílogo

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(NA: Yo les aviso cuando deberían poner la canción de la multimedia)

Lucy

Aún recuerdo ese día a la perfección. A pesar de que han pasado ya treinta años, no he olvidado un solo detalle de lo ocurrido.

Seguía molesta con Natsu, sin embargo, la preocupación que sentía por él era mucho mayor, no solo enfrentaría al mago oscuro más poderoso de la historia, también tenía una terrible herida, que la verdad este es el momento en que me sigo preguntando cómo soportaba.

Yo no dejaba de abrazar a Happy, mientras veía con atención el mapa que mostraba a Zeref y sus seguidores como puntos que se movían a lo largo del plano. Para cuando Natsu partió, solo quedaban cinco señales, entre ellas la del mago oscuro, las cuales fueron desapareciendo una por una.

Justo con la llegada de un nuevo amanecer, los últimos dos puntos que quedaban se desvanecieron casi al mismo tiempo. Ganamos.

Pasaron unos momentos antes de que los presentes asimilaran la información, pero en cuanto lo hicieron, hubo un estallido de alegría en el lugar.

Yo, por mi parte, sentí un enorme alivio. Él lo había conseguido, lo sabía en mi interior, tenía la seguridad de que regresaría con esa encantadora sonrisa suya, aclamando que pudo vencer a Zeref.

No pude resistirlo más, así que, rápidamente me puse en marcha hacia la dirección en la que estuvo Zeref por última vez, asumiendo que Natsu debía seguir cerca.

Corrí con todas mis fuerzas, no podía esperar a volver a verlo, quería que me tomara entre sus brazos, quería volver a sentir sus caricias, sus labios contra los míos, necesitaba ver cuanto antes esos ojos color jade que siempre me vieron con una dulzura indescriptible.

Luego de unos minutos, conseguí ver a un chico semi-desnudo de cabello negro al cual no dudé en saludar con energía.

—¡Gray! — sonreí ampliamente, abrazándolo. Era un alivio que se encontrara bien a pesar de que tuviera algunas heridas.

—Hola, Lucy— saludó, correspondiendo el abrazo con una sonrisa antes de apartarse. —Aunque no creo que a flamitas le guste que estemos tan cerca, también me alegra verte.

—¿Lo has visto? — me apresuré a preguntar, la ansiedad se me debía notar a kilómetros, pero no me importaba.

—La última vez que lo vi, él estaba peleando con Zeref... aunque por la cara que tienes, supongo que debió ganar, ¿cierto? — Asentí de inmediato. —Bien, vamos a buscarlo, no debe haber ido muy lejos. Sé que debe estar ansioso por echarme en cara que derrotó a Zeref.

Reí levemente ante su comentario antes de preguntar: —¿Entonces sí sabes dónde está?

—Es Natsu peleando, solo hay que seguir el rastro de destrucción— dijo señalando detrás de él, donde solo quedaban las ruinas de algunas casas.

Y así, comenzamos a buscarlo, llamándolo cada tantos segundos. Sin embargo, no hubo respuesta, incluso cuando llegamos al final del camino de cosas quemadas y/o rotas que habían quedado.

—¡Natsu! — ya había perdido la cuenta de las veces que había gritado su nombre, pero de igual forma seguía, no me explicaba en dónde pudo haberse metido y me negaba a creer que se hubiera escapado sin decir una palabra. Él sería muchas cosas, pero cobarde no es una de ellas. —¿Dónde pudo haberse metido?

—Tranquila, lo vamos a encontrar. Solo... — intentaba calmarme, pero se calló de golpe, deteniendo su mirada en un punto a su izquierda.

Pasaron varios segundos antes de que yo consiguiera distinguir lo que estaba viendo y, cuando lo hice, no tardé en precipitarme en esa dirección para tomar aquel objeto entre mis manos, invadida por la confusión.

El Regreso Del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora